Se celebra aquello que se comparte, el bien alcanzado con esfuerzos de todos o el bien recibido por esfuerzos de otros. Para los cristianos en el Espíritu Santo tenemos el don perfecto que Cristo nos ha dejado y a quien el Consejo de las Iglesia cristianas nos ha convocado para agradecer y alabar en proximidad de Pentecostés.

En esta ocasión nos hospedaba la comunidad de la Iglesia Episcopal cuyo párroco Pbro. Ramón Ovalle que nos indicó el horizonte de la unidad como un don y un imperativo al que todos podemos contribuir de algún modo. Y la gran variedad de iglesias representadas parecía confirmar ese sentir.  

Las expresiones de los oradores expresaron la inquietud que nace de la solidaridad con el migrante y con quien privado de oportunidades se encuentra al margen de la sociedad, lo cual representa un valor compartido entre los cristianos. Lo demuestra la búsqueda de respuestas a ese mandato evangélico de encontrar a Cristo en aquel que sufre. Orar juntos y juntos mirar a este mundo al que Cristo nos envía para testimoniar al Dios de la vida.

Luego en el salón parroquial hubo un momento para convivir, compartiendo café y panes, y así conocernos más de cerca, en un ambiente fraterno. Este detalle ha sido el plus que ha enriquecido esta reunión de la que todos nos fuimos con la alegría en el corazón.

Felipe Casabianca