Chiara Luz Badano II Festival por la Juventud y la Paz

 

 

Acatzingo de Hidalgo, Puebla, 19 de octubre del 2019

Desde tiempos inmemoriales Acatzingo  y sus alrededores se caracterizó por la práctica de la agricultura y el comercio, utilizando el sistema de “trueque” que aún permanece en ciertos sectores de la población.

Los colores, la música y el compartir en comunidad son parte de la tradición de esta región y se refleja en todas sus manifestaciones y expresiones culturales tanto religiosas como civiles donde se mezcla un pasado indígena rico en tradiciones y costumbres y la fusión de otras culturas de estilo europeo.

Las fiestas patronales son un ejemplo de ello. La iglesia, edificios, casas y calles aledañas se embellecen con enramadas de colores (listones de papel picado), flores, alfombras de colores; ni qué decir de la comida, ya que la gastronomía no es solo un elemento nutritivo, sino algo que da identidad, diversidad y trascendencia. Es propio de este “hacer fiesta” ya que da oportunidad a la hospitalidad, al compartir, al reunirse y al sentirse familia.

La música y la participación de  las bandas en tales eventos, no es menor. Es un elemento fundamental para comprender otras culturas y la local, además de lograr la cohesión social, tener una comunicación divina y expresar lo más hondo y el profundo sentir de la población.

En este marco social y cultural se realizó por segundo año consecutivo el Festival de la Paz y de la Juventud en honor a la joven beata Chiara Luce Badano, en nuestro pueblo conocida como Clara Luz y que este año congregó a más de 700 personas  en la Mariápolis el Diamante, lugar donde está una capilla dedicada a ella.

Su fiesta patronal, así se la conmemoró, fue realizada el 19 de octubre. Inició con un desfile de bandas juveniles (6 en total, provenientes de varias ciudades aledañas y locales)  que recorrieron las principales calles de Acatzingo. El entusiasmo, la vitalidad y la propuesta de vivir por la paz, acompañado de las frases hechas en vida de Clara Luz Badano fueron un altoparlante para la población que apoyó el desfile desde sus balcones, casas,  calles, etc.

Novedosa la realidad que expresaba para algunos la frase: “Una santidad de Jeans”, en ese rostro joven, luminoso de Clara Luz. Un mensaje tan significativo y adecuado en un contexto donde se vive diariamente la  delincuencia, violencia e inseguridad.

En el desfile/marcha participaron familias niños, jóvenes y adultos que gritaban a favor de la paz. Por primera vez participó también un grupo representativo de familias y niños del barrio donde está ubicada la Mariápolis el Diamante

La Misa solemne celebrada en la Ciudadela El Diamante, en la homilía los jóvenes presentaron la vida de Clara Luz como un ejemplo luminoso que ayuda a vivir con radicalidad el evangelio y que hace posible que la santidad sea un llamado para todos. Remarcando cómo una joven que sufrió pudo difundir amor, paz, serenidad y Fe a los demás.

El impacto de conocer la vida de Clara Luz en los asistentes ocasionó que algunos jóvenes se acercaran al sacramento de la confesión después de muchos años no frecuentar la iglesia. Algunos salieron con la convicción de que “se tiene una sola vida y vale la pena gastarla”, otros presenciaban tanta alegría y amor en la forma de convivir. Incluso la presencia de un sordomudo que pudo sentir la presencia de Dios en cada detalle.

Para concluir el evento cada banda escolar presentó sus mejores números musicales; se presentó el debut de la “banda Cenzontles” un proyecto que nació en el festival del año pasado con chicas y chicos de escasos recursos que viven alrededor de la Mariápolis, y que han elegido a la música como un medio de expresión de Paz y Amor.

Al terminar los jóvenes llevaron la imagen de Clara Luz a la capilla de la Ciudadela acompañada por una de las marching bands, que con sus banderolas y sonido,  expresó con entusiasmo el agradecimiento por su vida.

El evento concluyó con la comida, que fue  el resultado de una experiencia comunitaria desde el cuidar todos los detalles y donde la intervención de Dios con su providencia no se hizo esperar.  Fue una verdadera fiesta, fiesta que hizo tangible para muchos la realidad de Jesús entre nosotros.

 

 

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