Vuelta a 180°

 
A veces un encuentro casual puede ser el inicio de una nueva vida. La alegría de volver a empezar.

La fuerza que nos inspira a salir a las periferias en busca del hermano, nos movió a visitar a una familia que hace muchos años nos acogió en su casa y a la cual habíamos dejado de visitar. Al abrir la puerta Berenice, la hija mayor, nos mira con un asombro poco común y dice – ¡Creo que a ustedes los estábamos esperando! Al entrar vemos que estaba a la mesa con su hermana Leslie, ambas felices de vernos, no dejaban de sorprenderse por nuestra visita.

El café dio inicio a una charla espontánea y después los temas de actualidad vividos en primera persona no se hicieron esperar: divorcio, segundas parejas, vacío, hijos en soledad, vicios… las preguntas vinieron una tras otra. Teníamos toda su atención y el tiempo pasó muy rápido. En un momento dado Berenice comentó: – Necesito a un sacerdote- y Lesly enseguida –sí, yo también.

Tres días después estaban con el Padre Pedro, religioso franciscano, amigo de nuestra Obra. Pero no solo fueron ellas, invitaron a Isabel, su mamá y a su tío Eduardo. Al llegar a la conocida iglesia de los Reyes Magos y mientras esperaban al sacerdote, llegó una mujer de la Parroquia que a decir de Berenice tenía las palabras exactas que cada uno de ellos necesitaba oír. Las palabras de la mujer caían en sus corazones como gotas de agua en tierra seca. Cuando ha llegado el sacerdote les invitó a pasar a su oficina y tuvieron oportunidad de hablar cada uno. Berenice estaba sorprendida por la paciencia profunda del sacerdote. Después los escuchó en confesión. Cuando tocó el turno a Lesly, apenas entrar y el llanto se apoderó de ella, no pudo decir mucho…el llanto no paraba. Padre Pedro dijo –Dios te perdona.

Un café en el Focolar les ha puesto en otra dimensión. A la luz de Jesús en Medio el corazón se expande. Que fuertes experiencias han narrado, sobre todo el dolor de sentirse sumergidas en una falsa e ilusoria vida que no deja más que vacío y decepción, pero al mismo tiempo una gran exigencia de cambio, como un grito de auxilio. Ha sido el inicio de un recomenzar difícil pero con la certeza de contar con la fuerza del amor de un Dios que es misericordioso.

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