Movimiento de los Focolares

Diciembre 2011

«¡Preparad el camino del Señor; abrid sendas rectas para él!» Si bien ésta es una palabra de alegría, también es una invitación a orientar de nuevo nuestra existencia, a cambiar radicalmente de vida. El Bautista invita a preparar el camino del Señor, pero ¿cuál es ese camino? Antes de salir a vida pública para iniciar su predicación, Jesús, anunciado por el Bautista, pasó por el desierto. Ése fue su camino. En el desierto, donde encontró una profunda intimidad con su Padre, también sufrió tentaciones, y de ese modo se hizo solidario con todos los hombres. Pero salió vencedor de ellas. Es el mismo camino que vemos luego en su muerte y resurrección. Jesús, que recorrió su camino hasta el final, se hace Él mismo «camino» para nosotros, que estamos en camino. Él mismo es el camino que debemos emprender para poder realizar hasta el fondo nuestra vocación humana, que es entrar en la plena comunión con Dios. Cada uno de nosotros está llamado a preparar el camino a Jesús, que quiere entrar en nuestra vida. Para ello es necesario enderezar las sendas de nuestra existencia de manera que Él pueda venir a nosotros. Es necesario prepararle el camino, eliminando los obstáculos uno a uno: los que pone nuestro modo limitado de ver las cosas, nuestra débil voluntad. Hay que tener el valor de elegir entre un camino nuestro y su camino para nosotros, entre nuestra voluntad y su voluntad, entre un plan que nosotros queremos y el que su amor omnipotente ha pensado. Y una vez tomada esta decisión, trabajemos para adecuar nuestra voluntad recalcitrante a la suya. ¿Cómo? Los cristianos realizados nos enseñan un método bueno, práctico e inteligente: ya, ahora. En cada momento, quitemos una piedra tras otra para que en nosotros ya no viva nuestra voluntad, sino la suya. Así habremos vivido la Palabra: «¡Preparad el camino del Señor; abrid sendas rectas para él!» Chiara Lubich


[1] Palabra de vida, diciembre 1997, publicada en Ciudad Nueva nº 340.

Laicos, una cascada de luz

Laicos, una cascada de luz

María Voce saluda al Santo Padre. Foto: Servicio Fotográfico Vaticano

“La cuestión de Dios hoy”. Es este el título de la Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para los Laicos en el que participó también la presidente del Movimiento de los Focolares. “Una buena dosis de optimismo porque nos damos cuenta de que Dios está trabajando en la Iglesia”. Ésta es la consideración de primera mano que hizo la presidente de los Focolares, María Voce, al final de la Asamblea Anual del Consejo Pontificio para los Laicos en donde participó. El dicasterio vaticano, que sostiene la actividad de los fieles laicos y de las asociaciones y movimientos en las distintas realidades del mundo, quiso dedicar este año al tema de “La cuestión de Dios”. Del 24 al 26 de noviembre, fueron tres días intensos de encuentros y debates con testimonios concretos y personales –un hecho inédito- de algunos laicos acerca de cómo ha cambiado su vida por el encuentro con Dios. “Me parecía –comentó a propósito María Voce- como que hubiese entrado en la Iglesia un nuevo tipo de comunión que favorece el contar experiencias de vida vivida”. De las intervenciones en el aula emergía la fuerte urgencia que existe hoy de hablar de Dios. “No hacerlo –observaba María Voce- significaría renunciar a la búsqueda de la verdad; esa que se manifiesta en la desesperada sed de felicidad y angustia ante la perspectiva de la muerte. Pero para hacerlo hace falta ´dar un paso más´que es el de la relación profunda con el otro, una relación auténtica, donde cada uno deve morir a sí mismo para acoger al otro completamente. Una muerte por amor, que es don”. Las Asambleas anuales del Consejo Pontificio para los Laicos son también oportunidades para encontrar a los miembros de los otros Movimientos y Asociaciones. “En estas ocasiones –cuenta la presidente- se percibe la relación que hay entre los Movimientos. Se siente esta relación que se ha ido construyendo en varias partes del mundo”. África, Europa, América, Asia, Medio Oriente. María Voce recuerda: “Está surgiendo una nueva presencia del martirio, y allí los Movimientos están muy comprometidos en ese testimonio: en dar testimonio de Dios también en estas condiciones, viviendo plenamente la fe. Y mientras en algunas partes hay martirio de sangre, en Europa en cambio está el problema del secularismo y también aquí los cristianos dan un fuerte testimonio que tiene el emblema del martirio”. En la Asamblea se habló también de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid. “Una extraordinaria cascada de luz, de alegría, de esperanza iluminó Madrid, –dijo el Papa Benedicto XVI encontrando a los participantes- pero también a la vieja Europa y al mundo entero, al volver a proponer en forma clara la actualidad de la búsqueda de Dios. Nadie pudo quedarse indiferente, ninguno podía pensar que la cuestión de Dios es irrelevante para el hombre de hoy”. También la presidente del Movimiento de los Focolares saludó personalmente al Papa Benedicto XVI, quien dijo: “Los focolarinos no pueden faltar”. “Santo Padre –le respondió ella- todo el Movimiento este año se ha comprometido a vivir la Palabra de Dios, así nos preparamos también para el Sínodo” Y el Santo Padre dijo: “Gracias”.