Movimiento de los Focolares
Maria Voce sobre el Concilio Vaticano II

Maria Voce sobre el Concilio Vaticano II

El Movimiento de los Focolares acoge la invitación lanzada por el papa Benedicto XVI, en la solemne celebración que abrió el Año de la fe y la celebración del 50 aniversario del inicio del Concilio Vaticano II: hacer resplandecer la belleza de la fe en nuestro tiempo con la misma “tensión emocional” de los padres conciliares.

Iglesia-comunión, aplicación del Evangelio en la vida cotidiana, diálogos, comunión entre los laicos y los sacerdotes, el papel de la mujer, la importancia del desarrollo social, son algunos de los principios desarrollados por el Vaticano II, ya presentes de algún modo en la vida del Movimiento de los Focolares desde su inicio.

Los desafíos que permanecen abiertos – dice Maria Voce, presidente del Movimiento de los Focolares – son la actuación de lo que el Concilio quiso indicar y hacer que llegase a ser capilar el conocimiento de los contenidos y las novedades presentes en los documentos conciliares. (…) La maduración de los laicos debe contribuir de manera significativa (…) en el valioso trabajo de pasar los principios del Vaticano II a la población de los creyentes.

Maria Voce participa en calidad de auditora en la sesión del Sínodo de los Obispos sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.

La humanidad – afirma Maria Voce – necesita encontrar a Dio a través del amor de los hermanos. Este es el camino de la evangelización percibido por Chiara Lubich y hecho propio por los miembros de los Focolares: un compromiso vivido en lo cotidiano, al lado de la gente, que tiende a realizar siempre y en todas partes la oración de Jesús al Padre, ‘Que todos sean uno’, es decir a hacer, ya desde ahora, de la humanidad una única familia”.

Maria Voce sobre el Concilio Vaticano II

Apertura del Año de la Fe

Una celebración rica de “signos que evocan el Concilio”, dijo Mons. Rino Firchella presidente del Consejo Pontificio para la nueva evangelización quien describió los varios momentos de la celebración de inauguración del Sínodo y del Año de la Fe, presidida por el Papa, y que tuvo lugar el jueves 11 de octubre en la Plaza San Pedro.

El primero de estos momentos tuvo lugar con la lectura de fragmentos de las cuatro Constituciones Conciliares, textos que marcaron el trabajo del Concilio y la renovación de la vida de la Iglesia. Seguidamente, se repitió la larga procesión que en el imaginario colectivo al 12 de octubre de 1962, con todos los padres sinodales, junto a los 14 padres que lograron, a pesar de la edad, llegar a Roma, sobre un total de los 70 que todavía viven.

Al igual que en la clausura del Concilio cuando Pablo VI entregó mensajes para el pueblo de Dios, el Papa Benedicto XVI entregó los mismos mensajes conciliares a las personalidades de todo el mundo: a los gobernantes; a los científicos y pensadores; a los artistas; a las mujeres; a los trabajadores; a los pobres, a los enfermos y a los que sufren; a los catequistas y a los jóvenes. Entre estos últimos, uno por continente, también a dos jóvenes del Movimiento de los Focolares: Chiara Azwaka (Congo) e Iván Luna (Filipinas).

Algunas cifras del Sínodo: 262 participantes (el número más alto en las historia de todas las asambleas), 103 Padres sinodales provienen de Europa, 63 de América; 50 de África; 39 de Asia, y 7 de Oceanía.

Es significativa la participación en el trabajo de 45 expertos y de 49 auditores: hombres y mujeres que aportan la experiencia viva de los laicos y que han sido elegidos entre los muchos especialistas y personas comprometidas en al evangelización en los cinco continentes. Entre los ‘auditores’ están: María Voce (Movimiento de los Focolares), Salvatore Martínez (Renovación Carismática), Chiara Amirante (Nuevos Horizontes), Franco Miano (Acción Católica), Marco Impagliazzo (S. Egidio), Enzo Bianchi (Bose).

La importancia de los Movimientos Eclesiales como instrumentos para la nueva evangelización fue subrayada por Mons. Rylko en su discurso el 8 de octubre.

Además fue significativa la presencia de los delegados fraternos de otras Iglesias y comunidades eclesiales y el notable aporte ecuménico, dado por la participación del arzobispo de Canterbury, el primado de la comunión anglicana, Rowan Williams, quien intervino el 10 de octubre para ilustrar el tema sinodal desde el punto de vista anglicano; y del patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I.

En el Sínodo hay tres invitados especiales: fray Alois, prior de Taizé, con la experiencia de la evangelización de los jóvenes en un ambiente ecuménico; el reverendo Lamar Vest, estadounidense, presidente del American Bible Society; y Werner Arber, Premio Nobel por la medicina en 1978, protestante, profesor de microbiología en el Biozentrum de la Universidad suiza de Basilea y presidente de la Academia Pontificia de las Ciencias, quien el 12 de octubre ofrecerá algunas reflexiones sobre la relación entre la ciencia y la fe.

Además de los traductores oficiales en los distintos idiomas hay uno para el árabe. Esta decisión sigue la línea del reciente viaje del Papa a Líbano y de la publicación de la exhortación postsinodal «Ecclesia en  Medio Oriente».

Desde el primer día, se recordó la apertura del oficial del Sínodo y del año de la fe en todo el mundo.

Maria Voce sobre el Concilio Vaticano II

Público – privado: ¿qué es la fe?

La fe es un fuego que crece proporcionalmente a cuantas almas llegue: quien encierra este fuego dentro suyo, arriesga con sofocarlo, por ausencia de ese oxígeno que es la caridad, virtud expansiva y no egocéntrica. No se ha hecho todo cuando se tiene la fe para uno mismo; allí comienza el deber  de darla a otros. La religión en la consciencia nace; pero no muere. Nace, y se expande afuera. Encerrarla dentro, como en un cofre, significa comprimir dentro la inmensidad de Dios y del amor, o sea realizar una acción de deformación y limitación; y en consecuencia un culto pequeño, a medida nuestra, celoso del culto de los demás; un experimento de secta que consiste en secuestrar para el propio uso la divinidad.  Se sustituye Jesús nuestro por  el Jesús mío: la catolicidad se arruga hasta morir, la fraternidad se vivisecciona. Nos convertimos en acatólicos, sin darnos cuenta, adoptando en la práctica el principio de cada uno para sí mismo y yo para todos, por lo  cual la solidaridad del Cuerpo místico se descompone. Como si en el organismo humano, una célula o un órgano actuara solo para él mismo, no ligado a los demás.

Pero, – y aquí está la fuerza de la verdadera personalidad, -el individuo no vive para sí mismo, al contrario, vive lo menos posible para sí mismo y su progreso espiritual es una continua renuncia de sí mismo, porqué sirviendo a los otros sirve a Dios y a sí mismo. Según la paradoja de Cristo, el que piensa más en sí mismo, piensa menos en sí: es un avaro que muere de miedo y de hambre; es más fácil salvarse a través de los demás; pues la salvación está dada por Dios según  la regla de las obras del hombre, es decir según  las prestaciones al  prójimo, en las cuales actúa la ley del amor, ligado, como es a Dios no solo por la fe, sino también por el amor, que se traduce en hechos; por una fe colaudada por hechos, con los cuales se dirige  hacia Dios, no solo de tu a tu, sino también en compañía de los hermanos, como cada hijo hacia el padre, con la deuda de la solidariedad.

Un impulso hacia arriba lo conduce a Dios; un impulso lateral lo conduce a la humanidad: los dos impulsos no son independientes, sino que están ligados, como los dos leños de la cruz que se encuentran en el corazón de Cristo, y cuanto más uno asciende, tanto más el otro se dilata; más se ama a Dios, más se buscan los hombres, en cada uno de los cuales la imagen de él resplandece.

Extraído de  Igino Giordani, Segno di contraddizione, 1933 (Cittá Nuova, 1964 – pp.272-274/ p.321)

www.iginogiordani.info

Anunciar: Dios te ama

Dios Amor – lo sabemos – es una verdad de nuestra fe y es de gran actualidad. De hecho, en tiempos como estos, en los que Dios a menudo parece o se lo considera lejano, hasta tal punto que hablan de la muerte de Dios, ¿qué puede haber de más saludable y esperado para esta humanidad que nos rodea, incluso la que se dice todavía cristiana, pero que no lo es del todo, que ofrecerle, con la ayuda del Espíritu Santo, esta revelación: Dios con su amor está cerca de todos y ama apasionadamente a cada uno? […]

¿Decir a la humanidad que todas las circunstancias hablan de este amor? ¿Hacerle comprender que hay que sentirse envueltos por ese amor, aún cuando todo haría pensar lo contrario. Y anunciarle que nada pasa desapercibido para Dios, que cuenta incluso los cabellos de nuestra cabeza?  […]

El mundo necesita de este anuncio: que Dios es Amor, que Dios te ama, ¡que Dios te ama inmensamente!

Y es lo que han hecho miles de personas, anunciando… viajando en tren, en la escuela, en casa, en los negocios. Siempre que tenían una ocasión, decían: “Mira, recuerda que Dios te ama”.

Y los efectos fueron extraordinarios. Las personas recibieron un shock, como cuando los apóstoles anunciaban: “¡Cristo, resucitó!”. “Ah, ¿resucitó?”.

Decir a todos: “Dios es Amor y Dios te ama inmensamente”, con la convicción que tenemos, provoca una revolución”.

Chiara Lubich, “Dio Amore”, Ed. Città Nuova, Roma, 2011, pagg. 86-87.

Maria Voce sobre el Concilio Vaticano II

Una parroquia evangelizadora

Leyland es una simpática ciudad de Lancashire, cerca de Preston, que creció rápidamente después de los años ’50 con la expansión de la industria automovilística y otras industrias. Conviven desde hace trescientos años católicos, anglicanos, metodistas y otros cristianos de varias Iglesias.

En los años ‘80 –cuenta John-algunos de la parroquia de Santa María participaron en una Mariápolis y quedaron tan bien impresionados, que enseguida invitaron a otros parroquianos. Para encontrar los fondos para participar, vendían pancitos después de la Misa….! Otros, tomados por la curiosidad, ofrecieron sus talentos organizando fiestas, veladas musicales, juegos, producciones teatrales, que no solo sirvieron para recaudar fondos sino también para juntar a los miembros de la parroquia. Así, cada año el número de los asistentes a la Mariápolis iba creciendo y, a la vuelta, trataban de vivir en su comunidad eclesial el espíritu de unidad que habían conocido.

La evangelización no es una teoría –cuenta Leslie- sino que es un modo de vivir que involucra a todos: a los que asisten regularmente a la Iglesia, a los que van de vez en cuando y también aquellos a quienes la religión no les interesa para nada. Cada persona es apreciada por sí misma y contribuye a la tarea común, como Julie, que no habla y se mueve con dificultades pero que ayuda en la limpieza de la parroquia, dando ánimo y esperanza al que trabaja con ella. Julie, que encontró la fe hace pocos años, es un símbolo de lo que sucede aquí: recibir a todos, recibir a los pobres y a los necesitados, preocuparse por los enfermos, por los ancianos, y siempre con espíritu de alegría. La Iglesia está abierta a todos. Una vez , incluso, se realizó el funeral de un hindú, dado que la familia no sabía donde hacerlo. Para esa ocasión vinieron muchos amigos y parientes, que se quedaron impresionados por la buena acogida que recibieron.

Este año hubo 200 confirmaciones – continúa John- y la preparación a los Sacramentos exigió un trabajo enorme, pero la relación de unidad entre los animadores hizo superar todos los obstáculos. Como servicio a la población celebramos ceremonias especiales para niños que están en silla de ruedas, que son pre escolares, y también para las personas que los cuidan. Llegamos así a muchas personas que no frecuentan la Iglesia. Con la Sociedad de S. Vicente nos preocupamos por los ancianos, por los enfermos, por los que están solos, haciéndoles compañía y llevándoles también ayuda material, a menudo fruto de la comunión con otras parroquias vecinas. Recientemente se instituyó el “Fondo Newman”, esponsorizado por nuestra parroquia con el fin de ayudar a las personas necesitadas. Este cubre, por ejemplo, los gastos de transporte escolar de los niños que viven en los alrededores. Gestiona también la comunión de bienes y la sucesiva distribución de muebles e indumentaria a familias necesitadas”.

“El Consejo pastoral –sigue contando John- está atento a la población y apoya todas las iniciativas que conciernen a la participación y comunión entre todos gracias a la ayuda de muchos animadores voluntarios. Colaboramos además, con otras 10 iglesias cercanas. El grupo ecuménico nacido espontáneamente es muy activo. Cuando murió la esposa de un pastor laico metodista, la primera persona a quien llamaron fue a nuestro párroco. Muchos católicos fueron a su funeral realizado en la Iglesia metodista. Relaciones de este tipo, están a la orden del día.

Fuera de nuestra Iglesia –concluye-hay un escrito en latín que dice: “Donde está la caridad y el amor, allí está Dios”. ¡Es un hermoso programa! De hecho, quisiéramos que nuestra parroquia sea una chispa de luz para el mundo que la rodea”.