Movimiento de los Focolares
Discapacidad: el valor de la existencia

Discapacidad: el valor de la existencia

“La vida nos ha formado para amar a todos, especialmente a los últimos. ¿Y quién más último que un hijo gravemente descerebrado?” Son  palabras de Marco que junto con su esposa Ada, comparten su vivencia personal y expresan  su  compromiso social y político a partir del nacimiento de su hija Chiara.

Marco, empleado del Juzgado  de Cuentas, que interviene sobre todo en el control de planes de financiación de empresas y cooperativas juveniles y en el control de gestión de las actividades de la Administración Pública, es actualmente Consejero de la Región de Cerdeña.

“Ada y yo tenemos  una experiencia de compromiso juvenil en el Movimiento de los Focolares –cuenta- y llevamos  una vida basada en los valores de la fraternidad, del amor recíproco, de la unidad. Hicimos la elección de vivir el Evangelio día tras día. Decidimos formar una familia abierta al prójimo, que se brinde a los demás, en actitud de donación y acogida a todos”

Después de dos años de nuestro casamiento, en 1987 nace Chiara: ella fue buscada, querida, amada como una nueva etapa importante de la vida conyugal. Enseguida se manifiestan los primeros síntomas de una lesión cerebral profunda y difundida. Desde ese momento Ada y Marco se ven en la situación de tener que tomar decisiones importantes y decisivas: “Un médico nos sugirió que la confiemos a una institución, lo que nos habría permitido tener  una vida normal. Aún conscientes de las dificultades, decidimos que nosotros seguiríamos el itinerario de vida de nuestra hija y que no fuera ella quien  se tuviese que adaptar al nuestro”

“Gracias a nuestra hija – continúa- nos pusimos en conexión con otras familias que vivían situaciones semejantes y finalmente nos vinculamos con una organización ya difundida en numerosas regiones italianas. Es ABC, Associazione bambini cerebrolesi, (Asociación de niños descerebrados), que permite que  miles de familias en dificultades vean reconocidos sus propios derechos. Logramos incidir en la creación de nuevas estructuras y promoción de leyes adecuadas e innovadoras en materia de discapacidad”. Un ejemplo es la ley 162 de 1998, que trata sobre el apoyo a personas con discapacidades graves y en situaciones extremas. Se brinda ayuda a los enfermos y a sus familias. Marco, debido a su situación, fue el promotor de esta ley y uno de los protagonistas en la lucha por esta ley. En el día de hoy los proyectos personalizados financiados son casi 20 mil. Cerdeña se convirtió en la primera región italiana que brinda recursos a personas discapacitadas y es un modelo para las otras regiones italianas, así como también es modelo para países extranjeros.

“Junto con otras familias y asociaciones –afirma Marco- nos convertimos en protagonistas activos de una acción social de promoción de los derechos humanos. Asumimos la responsabilidad de las personas que se encuentran en situación de extrema discapacidad, superando el modelo compasivo y asistencialista de la segregación social. Experimentamos que mejorando la calidad de vida de los más débiles, se llega a una sociedad mejor”

“Los 26 años de vida de Chiara –agrega Ada- me transmitieron un profundo sentido de la dignidad de la existencia humana, porque aún no hablando y no teniendo la posibilidad de moverse, me comunica continuamente mensajes de vitalidad. Aprendí a comprender el lenguaje de su cuerpo, de sus manos, de su rostro. Mi hija me hace comprender cada día el inmenso valor de su corporeidad. Es verdad que mi vivencia está llena de dolores y dificultades, pero comprendiendo su profundo valor, se traduce en una experiencia de luz, de gran plenitud y, ¿por qué no decirlo?, de satisfacción y gratificación, cuando pienso en todo lo que nació de este dolor”.

Noviembre 2013

Es entrar en el corazón de quienes se nos acercan para comprender su mentalidad, su cultura, sus tradiciones y hacerlas, en cierto modo, nuestras, para entender realmente lo que necesitan y saber reconocer los valores que Dios ha sembrado en el corazón de cada persona. En una palabra: vivir por los que nos rodean.

Misericordia: acoger al otro como es, no como nos gustaría que fuera, con un carácter diferente, con nuestras propias ideas políticas, nuestras creencias religiosas y sin los defectos o las formas de ser que a veces nos chocan. No, hay que abrir el corazón y que sea capaz de acoger a todos con su diversidad, sus limitaciones y sus miserias.

Perdón: ver al otro siempre nuevo. Incluso en la convivencia más hermosa y pacífica, en la familia, en la escuela, en el trabajo, nunca faltan los momentos de fricción, desacuerdos y peleas. Se llega incluso a retirarse la palabra, a evitar encontrarse, por no hablar de cuando se arraiga  en el corazón un auténtico odio hacia los que no piensan como nosotros. El firme compromiso y la ardua tarea radican en tratar de ver cada día al hermano y la hermana como si fueran nuevos, no recordando todas las heridas recibidas, cubriendo todo con el amor, con la amnistía completa de nuestros corazones, a imitación de Dios que perdona y olvida.

La paz y la unidad verdadera vienen luego cuando la benevolencia, la misericordia y el perdón son vividos no sólo individualmente, sino  juntos y recíprocamente.

Y como en una chimenea encendida, se deben agitar de vez en cuando las brasas, para que la ceniza no las cubra; también es necesario, de vez en cuando, reavivar el propósito del amor mutuo, reavivar las relaciones con todo el mundo, porque si no, terminan cubriéndose de la ceniza de la indiferencia, la apatía y el egoísmo.

«Sean benévolos entre ustedes, misericordiosos, perdonándose mutuamente como les perdonó Dios en Cristo»

Estas actitudes tienen que ser traducidas en hechos y acciones concretas.

Jesús mismo  demostró qué es el amor cuando curó los enfermos, cuando dio de comer a la multitud, cuando resucitó los muertos, cuando lavó los pies a los discípulos. Hechos, hechos: esto es amar.

Recuerdo a una madre africana, que había sufrido cuando su hija Rosangela perdió un ojo, víctima de un muchacho agresivo que la había herido con una caña y seguía burlándose de ella. Ninguno de los padres del muchacho había pedido perdón. Silencio, se merecían el fin de la relación con esa familia. “¡Consuélate – decía Rosangela quien había perdonado – soy afortunada, puedo ver con el otro ojo!”

“Una mañana – cuenta la mamá de Rosangela – la mamá de ese muchacho me llama porque se siente mal. Mi primera reacción fue: ‘¡Mira, ahora viene a pedirme ayuda, con todos los vecinos que tiene, justo a mí después de lo que me ha hecho su hijo!’

Pero enseguida recuerdo que el amor no tiene barreras. Corro a su casa. Ella me abre la puerta y se desmaya en mis brazos. La acompaño al hospital y estoy con ella hasta que los médicos se hacen cargo de ella. Después de una semana, ya fuera del hospital, viene a mi casa para agradecerme. La acojo con todo el corazón. He sido capaz de perdonarle. Ahora la relación ha vuelto, es más, ha recomenzado todo de un modo nuevo”.

También nuestra jornada puede llenarse de servicios concretos, humildes e inteligentes, expresión de nuestro amor. Veremos crecer alrededor nuestro la fraternidad y la paz.

Chiara Lubich