Movimiento de los Focolares
Emergencia Ecuador

Emergencia Ecuador

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Foto: Jose Jacome

«Nuestro país ha sufrido un fuerte terremoto de magnitud 7,8 de la escala Richter con el epicentro cercano a las provincias de la costa. Se sintió en todo el Ecuador, pero también en algunas regiones de Colombia y en el norte de Perú – escriben Ardita y Fabián de la comunidad de los Focolares de Quito el día después del sismo – La situación es crítica, sobre todo en algunas ciudades que han quedado destruidas». «La solidaridad de la gente se está manifestando de forma inmediata y concreta: hay personas que han arriesgado su vida por los demás, testimonios de muchos que han perdido seres queridos; pero en medio del dolor se siente fuerte la fe de nuestros pueblos en Dios; esto es conmovedor y nos anima a creer aún más en Su amor». Para responder a la emergencia en Ecuador, el Movimiento de los Focolares ha puesto en marcha una recaudación de fondos, mientras se está evaluando la pertinencia y las condiciones para realizar una intervención en el lugar. También desde Japón llegan noticias directas a través de las comunidades de los Focolares de Nagasaki y de Tokio: «Desde hace dos días el país se encuentra en un clima de “suspensión” por el terremoto en la isla de Kyushu, en la región de Kumamoto y de Oita, frente a la región de Nagasaki. Esta situación ha generado una inmediata solidaridad y oraciones tanto en el ámbito religioso como en el civil». Las autoridades locales ya han organizado la acogida de las 184.000 personas damnificadas. Para ayudar: OBJETO: Emergencia Terremoto Ecuador

Azione per un Mondo Unito ONLUS (AMU) Azione per Famiglie Nuove ONLUS (AFN)
IBAN: IT16 G050 1803 2000 0000 0120 434 en Banca Popolare Etica IBAN: IT55 K033 5901 6001 0000 0001 060 en Banca Prossima
Código SWIFT/BIC: CCRTIT2184D Código SWIFT/BIC: BCITITMX    

  Los montos depositados en estas dos cuentas corrientes con este objeto, serán administrados de forma conjunta por AMU y AFN. Para dichas donaciones, muchos países de la Unión Europea y otros países del mundo prevén beneficios fiscales, según las distintas normativas locales.

La herencia de Igino Giordani

La herencia de Igino Giordani

1969Cuando en el ’49 Giordani se encontró con el Movimiento de los Focolares, él era diputado del nuevo Estado italiano después de una vida ya madura de luchas conducidas con vigor tanto por su fe como por su visión religiosa de la vida pública. Su compromiso en este último campo se cobró un precio: la marginación profesional. Su forma de ver el Evangelio detestaba los dos extremos: el espiritualismo desencarnado y la tendencia a reducirlo sólo a un mesianismo terrestre. En su entereza humano-divina, el mensaje evangélico es la semilla de una revolución (“la” revolución) que ha trasformado la historia y continúa hoy su obra en pos de una libertad del ser humano cada vez más profunda. Su concepto de fondo, el “leit motiv” de muchos de sus libros, era la conexión entre lo divino y lo humano, necesaria para los intereses del ser humano: según su parecer la libertad y la dignidad del hombre tiene origen a partir de la aceptación de Cristo en la vida de los pueblos. Libertad, igualdad, solidaridad, uso social de la riqueza, dignidad laboral, armonía entre Estado e Iglesia, animación moral de la vida pública y de la actividad económica, antimilitarismo y pacifismo en el plano internacional: eran los puntos fundamentales de su pensamiento. Era por lo tanto ésta su posición, cuando se produjo el encuentro que imprimió a su vida –que ya tendía decididamente hacia Dios- una empinada vertical. Había plasmado en las páginas de su diario también la angustia por la incoherencia entre su propia fe privada y la vida pública, por la fragilidad de una “ascética” personal frustrada por «fracasos en la política, en la literatura, en la vida social». Había señalado de sentirse incapaz de responder a su propio deseo de «difundir la santidad desde las pobres páginas de un periódico» (en ese entonces era el director de “Il Popolo”), de «difundir la santidad en el pasillo de los pasos perdidos» (la recepción del Parlamento Italiano). «¿Quién podrá hacer este milagro?», se había preguntado en agosto de 1946. La respuesta a tales angustias y a este interrogante se había perfilado en ese encuentro con Chiara Lubich, casi como un “llamado” providencial. Ella le había permitido encontrar la forma de llevar su ya vivo cristianismo a una profundidad todavía más divina, y por otro lado todavía más social. Ese encuentro fue para él el impacto con un carisma. Su espíritu nutrido de profundos conocimientos de las espiritualidades surgidas a lo largo de la historia de la Iglesia, vio inmediatamente en ese carisma su amplia dimensión e implicaciones teológicas e históricas.  La espiritualidad de la unidad enseguida le pareció una enorme energía utilizable más allá de la Iglesia, también en la comunidad civil para «transformar la convivencia humana en co-ciudadanía con los santos, para introducir la gracia en la política y hacerla un instrumento de santidad». Así maduró uno de los aportes fundamentales que Giordani tenía que dar al desarrollo del Movimiento de los Focolares: ayudar al pequeño grupo inicial a tomar conciencia de la eficacia también humana del carisma que se estaba manifestando. Ahora que el árbol del Movimiento de los Focolares ha florecido en todos los continentes, le queda como linfa vital, además de la vida de Giordani, su visión del cristianismo social, por el cual trabajó y luchó durante toda su vida, alcanzando la estatura de un profeta bíblico contra la separación entre la fe y las obras y contra todo «liberticidio» que de allí se deriva. Le queda al Movimiento de los Focolares un precioso patrimonio por profundizar, a partir de su pensamiento y de su método. Pienso que sea válido para todo el mundo cristiano el camino por él indicado, en su penetrante atención a las experiencias históricas del Cristianismo y de su equilibrada lectura del Evangelio, lejana de la ingenuidad fideísta y de los integralismos, abierta a la búsqueda de una “colaboración racional” entre las dos ciudades, la de Dios y la del hombre.   Tomado de: Tommaso Sorgi, La herencia que nos ha dejado, Città Nuova n.9 – 10 de mayo de 1980