Movimiento de los Focolares

IGINO GIORDANI: un alma de fuego

Jun 13, 2004

Testigos de hoy

Igino Giordani, escritor, periodista, político, ecumenista y experto en patrística, es una de las figuras más representativas del Novecientos, una personalidad polifacética que ha dejado huellas profundas y ha abierto perspectivas proféticas a nivel cultural, político, eclesial y social.

Nacido en 1894, en Tivoli (Italia), es el primero de los seis hijos de Orsolina y Mariano, un albañil; empieza sus estudios gracias a la ayuda de un benefactor. En 1915 es llamado a las armas durante la Primera Guerra Mundial. Oficial en la trinchera, confesará más tarde que nunca quiso disparar al enemigo, sin embargo recibió la medalla de plata por su audacia y generosidad, además de por las heridas que lo angustiarán durante toda la vida. Graduado en Letras, se dedica a la enseñanza en Roma y se casa con Mya Salvati, tejiendo una historia de amor cada vez más delicada y fuerte, de la que nacerán cuatro hijos: Mario, Sergio, Brando y Bonizza.

En los años ’20 empieza su compromiso político.

Conoce a Don Sturzo, quien lo elige como jefe de prensa del recién nacido partido Popular. Piero Gobetti le publica el libro Rebelión Popular, definiéndolo como una “síntesis del nuevo pensamiento católico”.Funda el periódico Parte Guelfa. Y ya en los años ’24 y ’25 elabora y difunde ideas sobre la “Unión de las Iglesias” y sobre los “Estados Unidos de Europa”.

Abandonada por motivos políticos la escuela pública, en 1927 encuentra trabajo en la Biblioteca Vaticana, donde logra que contraten también a Alcide De Gasperi, quien acababa de salir de la prisión fascista. Se convierte en director de Fides, la revista de la “Obra Pontificia para la preservación de la Fe”.Colabora con el periódico Il Frontespizio de Piero Bargellini, estrechando relaciones con el vivaz movimiento literario florentino.

En 1944 dirige Il Quotidiano, el nuevo periódico de la Acción Católica en la segunda postguerra; seguidamente sustituye a Gonella en la dirección de Il Popolo.

El 2 de junio de 1946 es elegido como diputado y entra a formar parte de los “padres constituyentes” que pusieron las bases ideológicas de la República italiana. Será reelegido nuevamente en 1948, y en 1950 se convertirá en miembro del Consejo de los pueblos de Europa en Estrasburgo.

En síntesis, Giordani fue un político militante, no por ambición, sino por amor y servicio a la comunidad en momentos difíciles. En los años ’20 lucha con valentía por la libertad ante la dictadura. La fuerte connotación ética de su compromiso político le acarrea la marginación bajo el régimen: período de inteligente y continua “resistencia cultural”, en la que exalta en sus libros los valores de la libertad y de un orden diverso.

El período del ’46 al ’53 es el más creativo y vivaz, con iniciativas audaces y proféticas para la paz entre las clases y entre los pueblos, y una característica muy original: su famosa “ingenuidad” -como él la llama-, que lo lleva a asumir posiciones incómodas, como la objeción de conciencia, el no a los gastos militares, el no a la demonización de los comunistas… Una “ingenuidad” que pronto lo deja fuera de juego (no es reelegido en el ’53) pero que hoy hace que se le redescubra como (son palabras del historiador De Rosa) “un político de la anti-política, no hecho para todas las estaciones, no disponible a las motivaciones del poder por el poder”.

Como escritor ha publicado más de 100 obras (un promedio de casi dos por año), traducidas en los principales idiomas, sin contar los ensayos, los opúsculos, los artículos (más de 4000), las cartas, los discursos.

Una experiencia cristiana ejemplar

Entre los sufrimientos del hospital militar, con 22 años advierte un primer llamado a la santidad, reforzado por los escritos de Santa Catalina de Siena. Se vuelve terciario dominico por amor a ella, “la primera –dirá- que me incendió con el amor de Dios”.Como cristiano vive con espíritu evangélico toda su actividad terrena, viéndola siempre como una vocación. Sus escritos más válidos – de continua actualidad- nacen de un profundo conocimiento de la historia del cristianismo y de los Padres de la Iglesia. De allí la sólida formación teológica y espiritual que lo caracterizan y que él hace fructificar mediante una fecunda actividad de animación cristiana de la cultura y de formación espiritual de los laicos e incluso de sacerdotes y religiosos.

Precursor del diálogo ecuménico, anticipa en los años ’30 las líneas del Concilio Vaticano II. Estudia, traduce, explica el pensamiento de los Padres del primer cristianismo en años en los que habían sido casi olvidados. De ellos saca el “Mensaje social del cristianismo” que es una de sus obras más conocidas. Se ensimisma tanto con ellos que Italo Alighiero Chiusano lo define “como un antiguo Padre de la Iglesia al que Dios le dio el privilegio de resurgir y de moverse en medio de nosotros”.

Hacia los senderos de la santidad

Pero el evento que eleva todavía más su vida hacia senderos luminosos y exigentes de santidad, tiene lugar en septiembre de 1948, y es el encuentro con Chiara Lubich.

Se puede decir que empieza para él una experiencia nueva que lo involucra completamente, una asociación espiritual singular por su humildad, transparencia, unidad. Dirá más tarde: “Todos mis estudios, mis ideales, los acontecimientos mismos de mi vida se me presentaban como dirigidos hacia una meta… Podría decir que primero había buscado; ahora había encontrado”.

Fascinado por la radicalidad evangélica de la “espiritualidad de comunión” por ella anunciada y vivida, descubre la posibilidad de realización del sueño de los Padres de la Iglesia: abrir de par en par las puertas de los monasterios para que la santidad no sea un privilegio de pocos, sino un fenómeno de masa en el pueblo cristiano. Por lo tanto adhiere con totalidad de mente y de corazón al Movimiento de los Focolares dentro del cual es llamado “Foco” (“Fuego”), por el amor que testimonia y difunde. No sólo. Con su “sí” se convierte en un instrumento providencial para que la fundadora de los Focolares llegue a ulteriores comprensiones del propio carisma.

Giordani casi parece salir de la escena cultural y política hasta entonces perseguida, para revivirla en un plano sobrenatural. En el “hacerse niño” ante el amor totalitario de los llamados a la virginidad, a él, casado, se le abre de par en par, precisamente “en el amor sin medida”, un camino de comunión con ellos. Puro de corazón y con el alma dilatada a la humanidad, puede abrir así este camino a un escuadrón de casados en todo el mundo, llamados a este nuevo tipo de consagración. Y detrás de ellos surgen movimientos de masa para las familias y para la reanimación evangélica de las varias actividades humanas. Se convierte así en uno de los más estrechos colaboradores de Chiara Lubich, quien lo considera un “co-fundador” del Movimiento de los Focolares.

Por las vías de la mística

En el crisol del Focolar, Giordani realiza el más alto viaje del alma por los caminos de la mística, donde las pruebas espirituales, las incomprensiones y las humillaciones por la progresiva marginación, los dolores físicos, se disipan ante la experiencia cotidiana de la presencia de Cristo entre “dos o más” unidos en Su nombre, y del misterio de amor de un Dios crucificado y abandonado. Obtiene del Cielo extraordinarias experiencias de unión con Dios y con María, y también esas pruebas “oscuras” del alma que el Señor reserva a quien más ama. Su viaje se convierte así en un “vuelo” en Dios, concluido la noche del 18 de abril de 1980. Sus restos mortales reposan en el cementerio de Rocca di Papa (Roma).

�Definir a Giordani con una sola palabra?

Muchos, incluso intelectuales exigentes, lo han llamado “un profeta”.

Para Chiara Lubich es “el hombre de las bienaventuranzas”, y revela su amplitud insólita cuando lo define como “alma-humanidad”.

Para Tommaso Sorgi, atento estudioso suyo, es un “enamorado de Dios y del hombre”.

Nedo Pozzi

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El viaje del alma de Giordani, a través de sus escritos, sobre todo de los más autobiográficos, es recorrido en una reciente breve biografía de Tommaso Sorgi, responsable del Centro de Estudios “Igino Giordani”, con el título: “Un alma de fuego”, editada por Città Nuova.

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Empenho social e político, profunda fé no homem e nas suas potencialidades, paixão pelo diálogo. Luciana Scalacci – que nos dejó el pasado marzo -, ao lado de seu marido Nicola e com sua dedicação, generosidade e inteligência, deu uma enorme contribuição ao diálogo, no Movimento dos Focolares, especialmente com as pessoas de convicções não religiosas.