Mira el vídeo (2 minutos y 30’’) La propuesta del diálogo trasciende la mera tolerancia que, ya en su momento, fue una conquista y es siempre un valor que corre peligro en nuestra sociedad. Si hace 2 siglos lord Stanope podía decir que la tolerancia, un tiempo invocada como una gracia y luego conquistada como un derecho, “un día será rechazada como un insulto”, fue porque preveía que aquel día – esperemos que sea hoy – seríamos más sensibles a un valor mayor, que es el diálogo. No se trata sólo de tolerar al otro, sino de respetarlo profundamente de acoger las ideas diferentes para poder confrontar y sobre todo para construir una relación entre hermanos de verdad. ¿Qué opinas de esta reflexión? Pregunta Piero Taiti a Chiara “Pienso que sin duda el diálogo supera largamente la tolerancia. Aunque no la despreciaría del todo, porque en algunos lugares conviene que exista, porque al menos evita litigios, evita luchas. Pero el diálogo es otra cosa, es un enriquecimiento recíproco, es quererse, es sentirse ya hermanos, es crear ya la fraternidad universal en la tierra. Por lo tanto, es otra cosa. Naturalmente, el diálogo es verdadero si está animado por el amor verdadero. Ahora bien, el amor verdadero es verdadero si es desinteresado. Si no es amor, ¿qué amor es? es egoísmo. Ustedes me han hecho varias preguntas sobre la posibilidad de que exista, quizá, un amor interesado, incluso en el diálogo. Sería un diálogo construido sin amor. Por tanto, no sería un diálogo, sería otra cosa. Sería proselitismo. El proselitismo debe quedar fuera de esta puerta. No puede existir, de lo contrario no hay diálogo. Dialogar significa amar, dar lo que tenemos dentro por amor al otro, y luego también recibir y enriquecerse. Esto es diálogo, llegar a ser, como dicen nuestros gen, “hombres mundo”, que tienen dentro a todos los demás, y que logran también dar lo propio. Recuerdo que en los primeros tiempos, cuando empezábamos, nos habían sugerido que la línea que debíamos seguir era el amor. Pero teníamos bien claro que el amor es desinteresado. Tú no debes amar para conquistar a una persona. No debes amar para formar un grupo por tu cuenta, no debes amar para influir, no sé, en tu oficina o en la escuela. No. Tú debes amar. Nosotros lo hacíamos por un motivo sobrenatural, porque tenemos una convicción cristiana. En su caso, lo puedenhacer para llegar a una fraternidad, a un valor que es la fraternidad universal, pero no para conquistar…Y por eso conquistábamos a mucha gente, como consecuencia, porque las personas al sentirse libres, viendo la belleza de esta vida, se unían a nosotros. Por consiguiente, también nosotros creceremos mucho, en el ámbito de las otras convicciones, si amamos de esta manera”. Castel Gandolfo, 8 de febrero de 1998
Sanar las heridas que encontramos en los demás
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