«La inauguración del nuevo año del Instituto Universitario Sophia, que llega a su cuarto año de vida, constituye indudablemente una ocasión oportuna para detenerse a considerar brevemente el trecho de camino recorrido hasta ahora, en vista de lo que todavía nos espera. Los resultados académicos alcanzados son un dato alentador. Son una expresión muy elocuente los trabajos de tesis que han completado el itinerario de varios estudiantes. De hecho, son el fruto no sólo de un compromiso intelectual llevado adelante con seriedad y competencia, sino también de una experiencia con características únicas. Según el espíritu del Carisma de la Unidad que anima al Instituto, esta experiencia conjuga pensamiento y vida concreta, la preeminencia del estudio junto a la valoración de las relaciones que se construyen y alimentan en el seno de toda la Comunidad académica. Todo ello nos permite mirar al futuro de Sophia con un optimismo realista, es decir con la mirada de quien, a pesar de estar consciente de las inevitables dificultades del camino, persigue seguro un designio de luz que se le manifiesta y ya ve realizarse, si bien en ciernes. Y para que este designio que Sophia encierra se realice cada vez más plenamente, este año deseo enfocar la atención de ustedes en uno de los puntos fundamentales alrededor del cual se desarrolla la experiencia de Sophia: la vida de la Palabra, invitándolos a dejarse impregnar profundamente por ella, es decir por la forma de pensar, de querer, de amar de Jesús. Vivir la Palabra, dejarse vivir por la Palabra: a esto nos exhortaba Chiara Lubich, reconociendo en ello una condición indispensable para acceder a un nuevo tipo de ser y a una nueva forma de conocer. De hecho, sólo una persona transformada por la Palabra puede alcanzar una verdadera conversión de su propia mente. Puede convertirse en transmisor creíble de la verdad no sólo anunciada sino vivida. Puede incidir eficazmente en los distintos contextos sociales y culturales donde tendrá que trabajar, introduciendo el germen fecundo de la vida del Evangelio. De todo ello, gracias al aporte de cada uno de ustedes, Sophia puede convertirse cada vez más en una auténtica testigo. Éste es el augurio que sentidamente les dirijo». María Voce
Acoger y compartir
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