«La Escuela de Verano se realizó en Tonadico, en las Dolomitas, sea por el magnífico paisaje de esta zona como por el vínculo que existe entre Chiara Lubich y esas localidades de montaña. En esos lugares, de hecho, en 1949, con algunas jóvenes que estaban con ella, Chiara vivió momentos que significaron mucho en la historia de la Obra iniciada por ella. La idea de una escuela de verano sobre “Religiones en un mundo global” nació en el pasado mes de abril en la conclusión de un seminario interdisciplinario que tuvo lugar en el Instituto Universitario Sophia, En esa ocasión un grupo de expertos en el tema empezó la elaboración de una reflexión interdisciplinaria, interreligiosa (estaban presentes estudiosos cristianos, musulmanes siítas y sunitas, un experto en budismo además de un representante del pensamiento laico) e intercultural (estaban estudiosos del Norte de África, Turquía, Irán, China y Estados Unidos, además de los europeos)
El programa de la Escuela consistía en seis sesiones generales de las cuales cuatro eran privadas y las otras abiertas a la participación de la ciudadanía. Luego de las clases más polémicas tuvieron lugar momentos de debate y se trabajó en grupos. El espíritu de Sophia es de saldar la dicotomía que existe entre vida y pensamiento, entre experiencia espiritual e investigación científica. En esta perspectiva surgió la necesidad de aclarar cómo armonizar la propia comprensión de la verdad con la verdad de las personas de otras religiones y culturas. Una estudiante eslovaca puso en evidencia que la búsqueda del saber ya no puede ser una búsqueda individual o monodisciplinaria, sino que es un compromiso académico comunitario que une, en el esfuerzo de la investigación, a docentes y estudiantes, y conjuga el compromiso y la vida. Progresivamente, se fue creando un ambiente en el cual los contenidos culturales y las dimensiones de la vida se armonizaron, saldando no sólo las tradicionales dicotomías, sino favoreciendo también la destrucción de barreras culturales y religiosas. También los momentos de relax fueron una ocasión para la comunión profunda, para encarar la profunda diversidad de los propios mundos y dar así una densidad concreta al diálogo, haciéndolo posible y sostenible. En la cima, a 2500 metros, los cristianos se reunieron para la celebración de la Misa, mientras que los musulmanes rezaban sus oraciones rituales. La conclusión de la Escuela vio a estudiantes muy distintos que se sintieron mancomunados en una profunda experiencia de fraternidad. No sólo desaparecieron las diferencias, sino que se puso en evidencia que incluso éstas diferencias pueden ser fuente de riqueza. Una joven musulmana siita, volviendo a su casa, escribió: “Quisiera dedicar mi primer post de Facebook al extraordinario grupo con el que tuve la fortuna de vivir la Escuela de Verano de Sophia. Pude presentar mi fe en su forma auténtica, una oportunidad única frente a las falsas representaciones que se están transmitiendo de mi religión. Asimismo, también yo pude adquirir un profundo conocimiento de sus vidas, de la fe de mis hermanos y hermanas. La experiencia que hice, en el mágico marco de las Dolomitas, me permitió hacer un nuevo descubrimiento de la religión católica: rezo para que podamos continuar este trabajo tan importante” Fuente: Istituto Universitario Sophia (nuestra traducción del inglés)
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