Movimiento de los Focolares

Nobel en Economía: una inversión de tendencia

Oct 14, 2015

El Nobel en Economía 2015 fue otorgado al economista británico Angus Deaton “por sus investigaciones sobre el consumo, la pobreza y el desarrollo”. Hablamos con Luigino Bruni, docente de Economía y coordinador de la red internacional de Economía de Comunión.

deaton“El Nobel de economía 2015 concedido a Angus Deaton por sus estudios sobre el desarrollo económico, el bienestar, la desigualdad, los consumos y los factores determinantes de la pobreza es una señal muy importante. Durante algunos años, en plena crisis financiera, Estocolmo y sus asesores han seguido premiando impertérritos a los economistas que habían estudiado y promovido la economía y la finanza y habían contribuido a generar la crisis. Con el Nobel a Deaton se vuelve a premiar, en el más importante lugar para la ciencia contemporánea, a científicos sociales continuadores de la ciencia política o civil que se encuentra en los orígenes de la economía moderna. La política de Estocolmo, en efecto, ha sido bastante bizarra en los últimos años: entre 2010 y 2013, mientras el capitalismo estaba arriesgando la implosión por los efectos de una crisis financiera jamás conocida hasta ese entonces, los Nobel de economía fueron asignados a algunos economistas entre los mayores teóricos de ese paradigma económico y financiero que estaba mostrando todos sus dramáticos límites. Es como si durante un verano con el más alto número de incendios forestales dolosos jamás registrados, se asignaran premios a los que estudian técnicas sofisticadas de ignición avanzada de incendios. Es por eso que este Nobel, y también, aunque en diferente medida, el del año pasado asignado al francés Jean Tirole, podrían indicar una inversión de tendencia siendo Deaton mucho más parecido a premios Nobel como Amartya Sen, Joseph E. Stiglitz, Elinor Ostrom que a los más recientes Eugene Fama y Lloyd Stowel Shapley. No se debe olvidar que la crisis financiera y económica que hemos vivido y estamos todavía viviendo no es independiente de las teorías económicas de las últimas décadas. No es como en el caso de los astrofísicos, cuyas teorías no modifican las órbitas de los planetas, pues las teorías de los economistas condicionan fuertemente las decisiones económicas. En los últimos años, los mejores departamentos de economía en el mundo se han llenado de economistas cada vez más matemáticos, con una formación humanista cada vez más escasa, gran expertos en modelos híper especializados y en gran parte incapaces de formular una visión de conjunto del sistema económico. Por lo tanto, incapaces de asociar sus modelos con la realidad económica y social. Además, el premio a Deaton, que sigue al premio concedido a Tirole, podría indicar el regreso de una teoría económica más europea, más atenta a la dimensión social de la profesión, con una mayor sensibilidad por los temas del bienestar colectivo y no sólo de las utilidades y de las rentas individuales. Este posible amanecer encontrará su mediodía si los próximos Nobel verán a más economistas filósofos y menos economistas matemáticos (obviamente, la presente es una auto candidatura), como escribía en 1991 el economista Robert Sudgen: “Hoy el economista debe volver a ser más filósofo y menos matemático”. Una invitación que en ese entonces no fue recogida en el seno de esta profesión pero puede que todavía estemos a tiempo. Angus Deaton  es también un economista que sabe escribir libros, no sólo artículos matemáticos. Aconsejo a todos la lectura de su último libro: “El gran escape”, en el que se pregunta, como auténtico científico social y legítimo heredero de su compatriota Adam Smith (filósofo y economista) si la humanidad podrá conocer en el futuro un tiempo de progreso sin desigualdad. Una pregunta fundamental cuando hoy el precio del progreso lo estamos pagando con una creciente desigualdad en el mundo y una disminución de la felicidad. La economía podrá volver a ser una ciencia moral amiga de la sociedad si volverá a plantearse ésta y similares preguntas, abandonadas demasiado rápidamente para responder a otras preguntas muchos más fáciles y mucho menos útiles para el progreso humano.” Luigino Bruni Ciudad Nueva

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