Movimiento de los Focolares

Colombia: personas capaces de paz

Mar 14, 2016

Cristina Montoya, investigadora de comunicación social y política en el Instituto Universitario Sophia, nos ofrece una lectura retrospectiva de los frutos de la espiritualidad de Chiara Lubich en el turbulento proceso de paz que atraviesa Colombia, su país.

Cristina-Montoya

Cristina Montoya

«El antónimo de paz, en Colombia, es el conflicto armado que dura ya más de 50 años, el segundo más largo de la historia actual. Un enfrentamiento de múltiples dimensiones, nacido de la desigualdad y de la asimetría política, maximizado hasta el extremo por el establecimiento de lógicas de economías ilícitas como el narcotráfico. Más de 4.500.000 los desplazados, 220.000 los asesinados y 25.000 los desaparecidos, oficialmente registrados. Pero no se puede pensar que el conflicto sea sólo el que se combate en el frente. El conflicto lo afecta todo, se adueña de los procesos sociales y culturales, del espacio público, de las interacciones cotidianas, impregna la vida de las familias. Cuando se vive en un país que por 3 generaciones ha conocido la violencia como protagonista del vínculo social, se enfrenta un verdadero cambio antropológico: la lógica del donar, de la confianza, de la gratuidad, parece desvanecerse. Sin embargo la guerra no acaba con todo; son numerosas las iniciativas, la creatividad, las agrupaciones que trabajan para reconstruir el tejido social y además está la fidelidad de Dios, que nunca falta en cada momento histórico. Una revista, que un religioso colombiano encontró tirada en una papelera, le trajo la buena noticia de que existía gente que realmente creía en el Evangelio y lo vivía. Sus casi 78 años se llenaron de vida, una vida que enseguida se volvió contagiosa. La historia de Chiara Lubich y de sus primeras compañeras y de aquellos – que como ellas – vivían en otras partes del mundo, activó la esperanza. Son historias y rostros como el de Rosa, quien vive en un barrio marginado de Medellín, una de las ciudades más afectadas por la violencia. Su hijo fue asesinado por una amigo; la respuesta normal hubiera sido la venganza, pero creer en el amor significa tener el valor del perdón. Una herida que sigue doliendo, pero su respuesta ha sido vivir por la gente de su barrio. Y esto es paz O Nubia, quien tuvo que huir al amanecer porque la guerrilla había tomado su pueblo. Dejó detrás suyo la casa y los campos, todo lo que tenían. Embarazada, con un hijo pequeño y uno adolescente, recién llegada a la nueva ciudad perdió el marido y el hijo mayor, en una obra de construcción con condiciones precarias. Algo absurdo, incluso difícil de imaginar. El amor de una comunidad de los Focolares la apoya durante años, dándole la fuerza de empezar una nueva vida. La paz no es un bien aislado, para construirla es necesario garantizar la justicia, luchar contra las causas que la entorpecen, y es esto lo que hicieron Gabrielina y Macedonio, donando su casa humilde, para construir un centro social, que luego se convirtió en consultorio, aula para el apoyo escolar, sede de proyectos de renovación urbana arquitectónica. Es necesario también crear otros escenarios futuros, educar a otros mundos posibles. Con los bienes puestos en común, nació un jardín infantil para acoger a los niños más pobres; hoy se ha transformado en un colegio con más de 400 estudiantes y una propuesta educativa centrada en el amor y la generosidad para construir una Colombia en paz y pluralista. Son muchas las iniciativas concretas, porque ningún pueblo puede entrar en contacto con Chiara Lubich y permanecer como antes. Su carisma, que lleva a descubrir y creer en el Amor, produce un cambio de mentalidad, uno se da cuenta de que es capaz de amar y se vuelve sujeto capaz de paz. Tal como afirma Rafael Grasa, Presidente del Instituto Internacional por la paz de Cataluña y profesor invitado a Medellín, «la paz empieza por las personas, continúa con las relaciones interpersonales, los grupos. La paz es dinámica, para lograrla hay que involucrar toda la armonía del ser humano con sigo mismo, con los demás, con la naturaleza». Pero ahora, que antes de finales de mes, se prevé la firma en La Habana, del tan anhelado acuerdo de paz con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) se necesita reaprender a vivirla; tal vez el país – como la creación que espera con los dolores de parto – espera una manifestación aún más fuerte de los hijos de este Carisma.    

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2 Comentarios

  1. Julián

    Buenas tardes. ¿Quería saber si ustedes tienen presencia en Medellín, Colombia? Si sí, ¿con quién puedo comunicarme para conocerlos?

    Responder

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