Punta Alta es una ciudad del sur argentino, pujante, con habitantes emprendedores. Tiene la Base Naval, el puerto militar más rande del país que tuvo su esplendor en el siglo pasado con miles de jóvenes que cumplían el período del servicio militar (en la actualidad ya derogado) como marineros. Precisamente en esta ciudad de 60.000 habitantes, de horizontes abiertos y generosidad espontánea se encuentra un grupo de diálogo entre personas de convicciones distintas amigos de los Focolares. Para abrir ese rico espacio de comunicación a otros organizaron una serie de cine-debates. No eligieron un teatro, un cine con su sala oscura y silenciosa, sino que fueron al bar más emblemático de la ciudad: el “Bar Central”. Con sus casi 100 años de existencia tiene las típicas mesas de bar dispuestas en el amplio salón, mesas de billar, y hasta tiene una pequeña tarima que allá por los años ’30 supo albergar a la orquesta de señoritas. En la actualidad se incorporaron pantalla gigante, varios plasmas distribuidos por todo el local fundamentalmente para seguir las transmisiones de futbol. Una estructura que les venía como anillo al dedo a nuestros amigos. Una película, un alimento no perecedero como entrada (y de paso como colaboración para un centro social). “La convocatoria se hacía persona a persona, por mail, y carteles no muy grandes pero muy coloridos y brillantes confeccionados por los dueños del local y colocados en las vidrieras que rodean la esquina. Con un promedio de 30 a 50 personas”, me explica Héctor Correa, el más “cinéfilo” del grupo. Entre los concurrentes había estudiantes, adultos, algún joven aspirante militar con su uniforme y nunca faltaba algún habituè del bar que se enganchaba con la película. Cuando todo estaba dispuesto, la proyección era precedida por una breve introducción que explicaba el sentido de ese momento y las motivaciones del grupo de diálogo organizador del evento. “Luego
mi hermano Luis y yo (sigue Héctor) nos abocábamos al film, y luego al finalizar coordinábamos el debate, que siempre fue muy rico e interesante. No entrábamos tanto en los aspectos técnicos, ni estéticos, del film, pero sí nos preocupábamos de brindar detalles sobre las ideas y pensamientos del autor, el tratamiento de los personajes, y el contexto histórico donde se desarrolla la historia. Así los invitados se sentían más interesados en los contenidos”.
“Poner el acento en realidades e historias donde se observa que llevan en sí conceptos y concepciones del mundo que muchas veces no concuerdan con nuestros pensamientos (explica Sisi Deramo), es un ejercicio que nos obliga primero a escuchar tentamente lo que expresa el otro, y segundo a hacernos entender, en un marco de provechoso y cordial diálogo, para que del ‘choque’ de opiniones se enriquezcan los concurrentes y se nutran en el entendimiento y la comprensión colectiva”. ¿Qué películas eligieron?, le pregunto a Kiki Deramo. “Elegimos films sobre los que luego pudiéramos dialogar: ‘Cinema Paradiso’, ‘Il postino’ o ‘El cartero de Neruda’, ‘The Truman show’, ‘The wall’ de Alan Parker y ‘La sociedad de los poetas muertos’. Creo que no nos equivocamos”. “Fue una experiencia muy enriquecedora para todos. Ojalá podamos repetirlo este año”, se augura Sisi. (Carlos Mana)
Sanar las heridas que encontramos en los demás
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