4 preguntas y 4 respuestas que van del brazo. Las palabras del Papa son el momento más impresionante de la vigilia de Pentecostés del 18 de mayo de 2013, que reunió en la Plaza de San Pedro a 200 mil fieles de numerosas realidades eclesiales. «Conocía sus preguntas… es la verdad», confiesa el Papa. Sin embargo las respuestas son espontáneas y atrapan a los presentes en una atención profunda y silenciosa. ¿Cómo alcanzó la certeza de la fe y cómo vencer la propia fragilidad? Es la primera pregunta. Responde contando su historia: «Yo tuve la gracia de crecer en una familia donde la fe se vivía de forma simple y concreta. Sobre todo fue mi abuela la que marcó mi camino de fe. Nos hablaba de Jesús y nos enseñaba el catecismo, el Viernes Santo nos llevaba a la procesión de las velas, al final llegaba el Cristo en la cruz, la abuela nos hacía arrodillar y decía: está muerto ¡pero mañana resucita! Recibí el primer anuncio del cristianismo de la abuela!». Su invitación es la de abandonar el miedo: «Somos frágiles, lo sabemos, pero Èl es más fuerte. Con el Señor estamos seguros, la fe crece con el Señor…».
¿Cuál es la cosa más importante que debemos hacer? «¿Qué es lo más importante? Jesús. Si vamos adelante con la organización, pero sin Jesús, no avanzamos». Invita a vivir en “sinergía con el Espíritu Santo”. Más que hablar, testimoniar con la coherencia de vida.
¿Cómo vivir una iglesia pobre y para los pobres? ¿Qué contribución dar a la iglesia y a la sociedad en esta crisis que daña la ética pública? “Vivir el Evangelio es la principal contribución que podemos dar. La iglesia no es un movimiento político, ni tampoco es una estructura bien organizada. No somos una ONG, y cuando la iglesia se convierte en una ONG pierde la sal, no tiene sabor, es solo una organización vacía”.
Señala que los peligros más grandes están en la eficiencia y en el aislarse. El encerrarse conduce a la enfermedad: “La iglesia debe salir de sí misma hacia las periferias existenciales”. Es un riesgo salir, pueden acaecer accidentes, pero: “Prefiero mil veces una iglesia accidentada que una iglesia enferma por estar cerrada en sí misma. ¡Salgan afuera, salgan!”. Es la invitación del Papa para salir de la cultura del desencuentro y de la fragmentación, de la “cultura del descarte”, para vivir en cambio la cultura del encuentro con el otro; con Jesús y con todos los hermanos, comenzando por los más pobres, mirándolos a los ojos y tocándoles la mano, para “tocar la carne de Cristo, tomar sobre nosotros el dolor de los pobres”.
¿Cómo confesar la fe? “Para anunciar el Evangelio se precisan dos virtudes: el valor y la paciencia”, como recordó también el testimonio del hermano de Shabhaz Bhattí, el ministro paquistaní asesinado en el 2011. Estamos todos en camino hacia el martirio: está el que da la vida testimoniando a Jesús, y está quien vive los pequeños martirios cotidianos. “Un cristiano debe saber siempre responder al mal con el bien. Tratemos de que estos hermanos y hermanas sientan que estamos profundamente unidos en esta situación. ¿Ustedes rezan por estos hermanos y hermanas en la oración de cada día?”.
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María Voce, saludándolo junto a otros líderes de varios movimientos, expresa al Santo Padre el agradecimiento y el compromiso del Movimiento de los Focolares de “dar este testimonio de cristianismo valiente y alegre”. Entre las primeras impresiones, la presidente de los Focolares confiesa “que el discurso del Papa le hizo bien al corazón”, en especial la insistencia de la importancia del encuentro con Jesús y de la oración, que repitió en todas las respuestas, subrayando “la dimensión espiritual del cristiano; la oración, el encuentro con Jesús que ocurre a través de las personas, en las periferias, afuera. Ha eliminado los razonamientos, las estrategias teóricas, sin ignorar los desafíos. Hay que mirar a Jesús y todo el resto viene como consecuencia». María Voce subrayó también la atmósfera de amistad y de alegría entre los varios fundadores y representantes de comunidades y movimientos: “Creo que el Papa, cuando llegó a la Plaza, sintió este corazón alegre de la Iglesia”. Y Giancarlo Faletti, copresidente del Movimiento, resaltó que el Papa indicó en el amor a Jesús y al prójimo el dinamismo de vida de quien sabe mirar hacia fuera: “Nos ha mirado no tanto como un particular de la iglesia sino como cristianos, tenía delante suyo la cristiandad”.
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