Movimiento de los Focolares

Jóvenes: una elección radical

Oct 26, 2013

La elección de donarse a Dios para servir a la comunidad en la que creció y se formó. El testimonio de Stefano Isolan, joven italiano que se prepara para el sacerdocio.

«Más que hablar de mi historia personal- cuenta Stefano Isolan, joven italiano– quisiera hablar de la comunidad donde crecí.

En 1986, mis padres, provenientes de generaciones de campesinos, se mudaron a Loppiano para ponerse al servicio de la ciudadela del Movimiento de los Focolares. Entonces, yo tenía sólo tres años. Nos encontramos sumergidos en una realidad muy acogedora, ya sea por los focolarinos como por los vecinos que nos transmitían la cultura campesina de la Toscana. Gracias a ellos mi amor por esta tierra creció con el paso de los años hasta impulsarme a comenzar estudios agrarios.

Trabajar en la Fattoria Loppianofue un gran regalo. Se trata de una empresa que pone en su centro antes que nada el amor y el respeto por la tierra, la cooperación entre trabajadores y socios, con el fin de brindar productos buenos y sanos.

En Loppiano veía que llegaban y que luego partían personas de todo el mundo. Era algo natural para mí tener amigos de culturas y religiones diferentes. Experimentaba en mi piel, que, dejando lugar al amor que Dios puso en el corazón de cada hombre, el mundo unido es posible.

Mientras tanto, construía muchas amistades en Incisa (el pueblo vecino) y en Florencia. Tenía una amiga y asistía a la vida de la parroquia. Junto con el párroco experimentaba el amor auténtico y fecundo del Evangelio, un amor que nos mostraba el camino que Dios había pensado para nuestra plena realización. De este grupo, y como frutos tangibles del Amor de Dios y del amor entre nosotros,  se formaron lindas familias, despertaron tres vocaciones a la vida religiosa, y una al sacerdocio.

Sentía que integraba una comunidad que me había dado mucho y a la que deseaba devolver algo. Me comprometí en asociaciones, en especial en el Laboratorio por la Paz.

En la primavera de 2004, me propusieron que me lanzara como candidato para el Consejo Comunal de Incisa. Después de algunos días de reflexión y conversándolo  con los jóvenes de los Focolares con quienes compartía todo y también con los amigos de Incisa, respondí positivamente a esta propuesta pues me parecía un modo de restituir el bien recibido. Estuve casi cinco años viviendo en contacto estrecho con la gente. Entre sacrificios, éxitos, y algunos fracasos, trabajamos –cada uno según su propia convicción-, para que nuestra Comuna fuera más a medida del hombre. Un ejemplo concreto fue el de la recolección diferenciada. Con el compromiso de la Junta y de todos los ciudadanos nos convertimos en una de las intendencias más virtuosas de la Toscana. Recuerdo que la gran meta que nos habíamos propuesto era la unidad entre  las intendencias de Incisa y Figline Fue el resultado de años de colaboración y de diálogo con los ciudadanos.

Bolivia 2012

Es así, que cada vez más mi familia natural, el Movimiento de los Focolares, las parroquias, la comunidad de Incisa, la misma naturaleza que me rodeaba, constituía todo una única realidad. Quería ponerme al servicio de esta gran familia a tiempo completo, pero no sabía cómo hacer. Gradualmente se fue “haciendo camino”  dentro de mí,  una idea: responder al amor recibido con el Amor. Sentí el llamado de Dios al sacerdocio, que, para mí, significa ordenar la vida al servicio Suyo, por lo tanto, a los hermanos y a toda la humanidad. Claro que no fue fácil dejar todas mis actividades. Más difícil aún fue dejar mi gente y mi tierra para entrar en el Seminario. Pero Dios mismo me hacía experimentar las palabras de Jesús: “El que deja padre, madre, campos, en mi nombre, recibirá cien veces más…” (Mt 19, 20). Y de verdad fue así. Entré en el Seminario en el 2007. Pude terminar mi encargo de Consejero comunal hasta terminar la legislatura en 2009. En el 2014 seré ordenado sacerdote.

Quisiera testimoniar que vale la pena vivir uno por otro, trabajar para que nuestra tierra sea más hermosa. Vale la pena amar. Cada uno en el lugar donde es llamado. Y por esto, cada mañana y cada noche ¡agradezco a Dios!” »

 (Testimonio contado por  Stefano Isolan el 15 de septiembre 2013)

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