Simplemente amar
En estos días fui a visitar a mi madre para llevarle algunas cosas, como suelo hacer. Hacía calor y ella estaba aún durmiendo la siesta, por lo cual le dejé todo en el lavadero para no despertarla. Cuando estaba por volver a casa, noté que habían cortado el césped de la acera (en nuestra localidad esa tarea es incumbencia del Municipio) y todo había quedado un tanto sucio y desprolijo. Enseguida pensé que cuando ella se despertara iba a ver la acera en ese estado y empezaría a barrerla, aunque sabe que no debería hacerlo pues le produce dolor de espalda. Volví para buscar una escoba, porque sé dónde las guarda, y empecé a barrer. Esa simple experiencia me dio la misma alegría que sentía cuando era un gen 3, un adolescente del Movimiento de los Focolares, por más de que hayan pasado tantos años.
(D. C. – Argentina)
Mientras hacía las compras
Ayer estaba en el supermercado. Mientras miraba los productos en una góndola, me di cuenta de que alguien me estaba observando con insistencia; era un señor. Como no era una persona que yo conociera, seguí mi recorrido, pero él siguió haciendo lo mismo. Un rato más tarde, cuando yo salía, vi que me estaba esperando; entonces me saludó: “Pero realmente, ¿no se acuerda usted de mí?”. Su rostro seguía siendo desconocido para mí, entonces le sugerí que me diera algún elemento que pudiera hacerme recordar. “Soy Stefan –respondió– y hace algunos años usted me ayudó mucho con un documento que yo estaba tramitando y finalmente me consiguió. Mire, todavía lo conservo”, y abriendo su mochila, con mucha alegría en su rostro, me mostró una ficha de reconocimiento que se les concedía a los extranjeros. Busqué la fecha y vi que es del año 1993, pero la guardaba en muy buen estado. Stefan prosigue diciéndome: “Han pasado treinta y dos años, pero nunca me olvido su dedicación por hacer lo imposible por mí, y lo que significó este documento en ese momento. Por ello, siempre he guardado esta ficha, como para recordarla a usted, ¡gracias!”. Luego me dijo: “Usted está igual a como era en ese entonces”. No había visto mis arrugas, pero recordaba el amor. Y el amor es lo que queda.
(A.P. – Italia)
A cargo de Maria Grazia Berretta
(extraído de “Il Vangelo del Giorno”, Città Nuova, año X– número 1, septiembre-octubre de 2025)
Foto: © Pixabay




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