Movimiento de los Focolares
Cuba se prepara para recibir a Francisco

Cuba se prepara para recibir a Francisco

Plaza de la Revolución

Plaza de la Revolución, José Martí.

Hay una gran expectativa en la Isla por la visita del primer Papa nacido en América Latina, prevista del 19 al 23 de septiembre. Ciertamente es una expectativa que se expresa en forma muy variada dependiendo de la conciencia y del conocimiento de quien es el Papa y qué representa. Efectivamente, si se le pregunta a la gente por la calle se pueden oír respuestas de todo tipo: “Creo que se trata de una gran persona, espero que estando entre nosotros se sienta como en su casa”; “Esperamos que su visita comporte cambios beneficiosos para la gente”; “¡Parece un sueño! Nos sentimos privilegiados”. “Es una bendición para este pequeño pueblo, de gran corazón, recibir a tres Papas en sólo 13 años”. De hecho, sólo Cuba y Brasil pueden presumir por esa primacía. Y del mismo parecer son muchos cubanos que no escoden el orgullo por la tercera visita de un pontífice, tanto los creyentes como quienes no creen. El trabajo de preparación ya está en curso en las calles y en las fachadas de La Habana que se encuentran a lo largo del itinerario previsto y, en especial, el armado de la estructura en la famosa “Plaza de la Revolución, José Martí”, donde el papa Francisco celebrará la misa. También se ven cambios en la ciudad de Holguín que nunca ha sido visitada por un Papa; en el Santuario Nacional de “La Virgen de la Caridad, del Cobre”; y también en Santiago de Cuba, la segunda ciudad del País ubicado en la parte oriental de la Isla, donde el trabajo de restauración de la bella e histórica Catedral (1522) ya se concluyó. Iglesia Católica y Estado. Con el triunfo de “La Revolución” (1959), a partir del ’61 las relaciones entre estas dos realidades fueron cada vez más difíciles y traumáticas. “El pensamiento marxista derivado del materialismo dialéctico que hacia finales de los años ’60 llevaron adelante los jóvenes rebeldes del gobierno revolucionario, condujo al secularismo”(1) . De hecho durante el Primer Congreso de Educación y Cultura (1971), se pusieron las bases para la secularización de la sociedad cubana, y se impuso como doctrina oficial del Estado el marxismo ortodoxo; “el eje rector de la enseñanza, secundaria, superior y universitaria”. En la Constitución de 1976 reglamentaron las actividades religiosas y los creyentes fueron excluídos del Partido Comunista Cubano (PCC). Durante los años ’80 disminuyó la presión del régimen, gracias a “la participación de sacerdotes católicos en distintos movimientos de liberación en América Latina, y en las guerrillas de El Salvador, Honduras y Guatemala”, y también por las visitas, entre otras, de personalidades religiosas del calibre de la Madre Teresa de Calcuta, del Gran Rabino Israel Meir Lau y de los miembros de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM). En el IV Congreso del PCC (1991) se permitió también que los creyentes integraran el único partido político. Hay que señalar las importantes e históricas visitas de Juan Pablo II (1998) y de Benedicto XVI (2012), quienes marcaron pasos importantes hacia la reconciliación y la distensión y se espera también en un buen resultado de la ya próxima venida del papa Francisco.
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el Santuario Nacional de “La Virgen de la Caridad, del Cobre”

Deshielo entre La Habana y Washington. Por más que el Papa trate de minimizar su papel en la distensión de las relaciones entre los dos países, tanto Barack Obama como Raúl Castro lo han reconocido con gratitud. El 20 de julio reabrireron las embajadas en ambos países y está prevista la presencia en la Isla del Secretario de Estado, John Kerry, para la inauguración oficial de la embajada de Estados Unidos, el próximo 14 de agosto. Es sabido que todavía es necesaria la aprobación por parte del Congreso estadounidense, por lo que no es casualidad que el Pontífice vaya a USA después de Cuba y que antes del 8° Encuentro Mundial de las Familias (World Meeting of Families: WMOF) de Filadelfia pase por Washington y Nueva York. De hecho, será el primer Papa que hablará en el Congreso de los Estados Unidos. En una entrevista concedida a los muchos periodistas presentes en el avión que lo traía de regreso a Roma, después del intenso viaje a tres países latinoamericanos, a quien le preguntó sobre los beneficios y desventajas que podría comportar este “deshielo” entre Cuba y los EEUU, Francisco respondió: “Ambos ganarán algo y perderán algo. Porque un negocio es así. Lo que ambos ganarán es la paz. Esto es seguro. El encuentro, la amistad y la colaboración ¡son ganancia!”. Los obispos católicos cubanos. Recordando las visitas de los predecesores del papa Francisco “quien llegará como Misionero de la Misericordia”, la Conferencia de los Obispos Católicos dirige un mensaje “a los hijos de la Iglesia Católica, a los hermanos de otras confesiones religiosas, y a todo nuestro pueblo”. En el mensaje, además de trazar una línea espiritual entre las tres visitas, se menciona la reciente Carta Pastoral del Papa en preparación del “Año de la Misericordia”, que se inaugurará el próximo 8 de diciembre. Los obispos exhortan a todos a prepararse para la venida del Papa, mediante “gestos de misericordia en la vida cotidiana, como visitar a los enfermos, compartir lo que tenemos, perdonar y pedir perdón, consolar a quien está triste amar a los demás más y mejor. ¡Ojalá –prosiguen en el mensaje– que en estos días, y siempre nuestros hogares sean lugares de paz y acogida para todos los que lleguen buscando misericordia!”. Por otra parte, los obispos invitan a “tener iniciativas propias a fin de alcanzar el fin propuesto que es pedir la ayuda de Dios para que disponga los corazones de los cubanos a que escuchen y acojan el mensaje de esperanza y misericordia que nos traerá el Papa Francisco”. Una señal positiva que ciertamente no puede pasar desapercibida es la publicación integral del texto de este documento, el 17 de julio, en el periódico “Granma” –principal diario cubano y órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba–. Un gesto similar no sucedía desde hace más de 50 años. 20150813-01El aporte del Movimiento de los Focolares. Los miembros de los Focolares de las varias comunidades esparcidas en la Isla, tratan de dar, junto con toda la Iglesia, su aporte específico orientado principalmente a la formación de las personas a los valores de la fraternidad, yendo en contra de la “cultura del descarte”, favoreciendo a los más necesitados, promoviendo la unidad en la diversidad y proponiendo el diálogo como método indispensable para la convivencia pacífica en un país multicultural. Por último. El mensaje de los obispos católicos a los cubanos concluye implorando a la “Vírgen de la Caridad, Madre de Cuba, a quien invocamos también como ‘Reina y Madre de la misericordia’, le suplicamos su cuidado maternal sobre ésta tan deseada visita. Ella, que ha acompañado a nuestro pueblo en las buenas y en las malas, consiga del cielo una gran bendición para Cuba y sus hijos, estén donde estén, piensen como piensen y crean como crean”. Del enviado Gustavo Clariá [1] Dennys Castellano Mogena y Sergio L. Fontanella Monterrey, Sin pecado concebidas, La Caridad del Cobre en las artes visuales cubanas. Editorial UH, 2014, La Habana, pag. 66.

Palabra de vida Agosto 2015

En estas palabras está contenida toda la ética cristiana. El actuar humano, si quiere ser como Dios lo concibió al crearnos, es decir, auténticamente humano, debe estar animado por el amor. Para llegar a la meta, el camino –metáfora de la vida– debe estar guiado por el amor, compendio de toda la ley. El apóstol Pablo dirige esta exhortación a los cristianos de Éfeso como conclusión y síntesis de lo que acaba de escribirles sobre el modo de vivir cristiano: pasar del hombre viejo al hombre nuevo, ser auténticos y sinceros unos con otros, no robar, saber perdonarse, obrar el bien… En una palabra, «caminar en el amor». Convendrá leer entera la frase de la que está sacada esta incisiva palabra que nos va a acompañar durante todo el mes: «Sean imitadores de Dios, como hijos queridos, y caminen en el amor como Cristo que los amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor». Pablo está convencido de que todo comportamiento nuestro debe tener como modelo el de Dios. Si el amor es la señal distintiva de Dios, debe serlo también de sus hijos: en esto deben imitarlo. Pero ¿cómo podemos conocer el amor de Dios? Para Pablo está clarísimo: éste se revela en Jesús, quien muestra cómo y cuánto ama Dios. El apóstol lo ha experimentado en primera persona: «Me amó y se entregó por mí» (Ga 2, 20), y ahora lo revela a todos para que se convierta en la experiencia de toda la comunidad. «Caminen en el amor». ¿Cuál es la medida del amor de Jesús, sobre el cual debemos modelar nuestro amor? Como sabemos, no tiene límites, no excluye a nadie ni muestra preferencias por nadie. Jesús murió por todos, incluidos sus enemigos, quienes lo estaban crucificando, tal como el Padre, que por su amor universal hace salir el sol y manda la lluvia sobre todos, buenos y malos, pecadores y justos. Jesús supo preocuparse sobre todo por los pequeños y de los pobres, por los enfermos y por los excluidos; amó con intensidad a sus amigos; estuvo especialmente cerca de sus discípulos… No escatimó su amor, llegó al extremo de entregar la vida. Y ahora llama a todos a compartir su mismo amor, a amar como Él amó. Puede darnos miedo esta llamada por ser demasiado exigente. ¿Cómo podemos ser imitadores de Dios, que ama a todos, siempre, tomando la iniciativa? ¿Cómo amar con la medida del amor de Jesús? ¿Cómo estar «en el amor», tal como nos requiere la Palabra de vida? Sólo es posible si antes hemos hecho nosotros mismos la experiencia de ser amados. En la frase «caminen en el amor como Cristo que los amó», la expresión «como» puede significar también «porque». «Caminen en el amor». Aquí caminar1 equivale a actuar, a comportarse, como indicando que cualquier acción nuestra debe estar inspirada y movida por el amor. Pero quizá no sea casual que Pablo utilice esta palabra dinámica para recordarnos que a amar se aprende, que hay todo un camino por recorrer para alcanzar la generosidad del corazón de Dios. Él usa también otras imágenes para indicar la necesidad de progresar constantemente, como el crecimiento que lleva a los recién nacidos hasta la edad adulta (cf. 1 Co 3, 1-2), el desarrollo de una plantación, la construcción de un edificio, la carrera en el estadio para conquistar el premio (cf. 1 Co 9, 24). Nunca podemos decir que lo hemos conseguido. Hace falta tiempo y constancia para alcanzar la meta, sin rendirse ante las dificultades, sin dejarse nunca desanimar por los fracasos y errores, dispuestos siempre a volver a empezar sin resignarse a la mediocridad. Agustín de Hipona, quizá pensando en su sufrido camino, escribía a propósito de esto: «No te contentes con lo que eres si quieres llegar a lo que aún no eres, pues donde hallaste complacencia en ti, allí te quedaste. Y si has dicho: “Es suficiente”, también pereciste. Añade siempre algo, camina continuamente, avanza sin parar; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Quien no avanza, queda estancado»[1]. «Caminen en el amor». ¿Cómo proceder con más celeridad por el camino del amor? Puesto que la invitación se dirige a toda la comunidad –«caminen»– será útil ayudarse mutuamente. En verdad es triste y difícil emprender un viaje uno solo. Podríamos comenzar buscando la ocasión de repetirnos de nuevo entre nosotros –amigos, familiares, miembros de la misma comunidad cristiana…– la voluntad de caminar juntos. Podríamos compartir las experiencias positivas de cómo hemos amado, para aprender así unos de otros. Podemos comunicar, a quienes puedan comprendernos, los errores cometidos y las desviaciones del camino, para corregirnos. También la oración en comunidad podrá darnos luz y fuerza para avanzar. El camino es estar unidos entre nosotros y con Jesús en medio de nosotros, así, recorreremos hasta el final nuestro «santo viaje»: sembraremos amor en torno a nosotros y alcanzaremos la meta: el Amor.  

Fabio Ciardi

[1] Agustín de Hipona, Sermón 169, 8.

Palabra de vida de julio de 2015

«Con estas palabras concluyen los discursos de adiós que Jesús dirige a sus discípulos en su última cena antes de ser entregado a manos de quienes le iban a dar muerte. Es un diálogo denso, en el que revela la realidad más profunda de su relación con el Padre y de la misión que Él le ha encomendado. Jesús está a punto de dejar la tierra y volver al Padre, y sus discípulos se quedarán en el mundo para continuar su obra. También ellos, como Él, serán odiados, perseguidos, hasta les darán muerte (cf. 15, 18.20; 16, 2). Su misión será difícil, como lo ha sido la de Jesús. Él sabe bien las dificultades y las pruebas que tendrán que afrontar sus amigos: «En el mundo tendrán luchas», les acaba de decir (16, 33). Jesús se dirige a sus apóstoles, reunidos en torno a Él para esa última cena, pero tiene delante de sí a todas las generaciones de discípulos que lo seguirán a lo largo de los siglos, incluidos nosotros. Es verdad. Aun en medio de las alegrías que encontramos en nuestro camino, no faltan las «luchas»: la incertidumbre del futuro, la precariedad del trabajo, la pobreza y las enfermedades, los sufrimientos que propician las catástrofes y las guerras, la violencia, tan extendida dentro de nuestras fronteras como entre naciones. Luego están las tribulaciones que acarrea el ser cristianos: la lucha cotidiana por mantenerse coherentes con el Evangelio, el sentimiento de impotencia ante una sociedad que parece indiferente al mensaje de Dios, la burla o el desprecio, cuando no la persecución explícita de quien no comprende o se opone a la Iglesia. Jesús conoce las tribulaciones porque las ha vivido en primera persona, pero dice: «No teman: yo he vencido al mundo». Esta afirmación, tan decidida y convencida, parece una contradicción. ¿Cómo puede afirmar Jesús que ha vencido al mundo cuando unos momentos después de haber pronunciado estas palabras será prendido, flagelado, condenado y asesinado del modo más cruel y humillante? Más que haber vencido, parece haber sido traicionado, rechazado, reducido a la nada, y por tanto derrotado, clamorosamente. ¿En qué consiste su victoria? Ciertamente, en la resurrección: la muerte no puede prolongar su poder sobre Él. Su victoria es tan potente que nos hace partícipes de ella también a nosotros: se hace presente entre nosotros y nos lleva consigo a la vida plena, a la nueva creación. Pero antes de eso, su victoria ha sido el acto mismo del «amor más grande» con el que ha dado su vida por nosotros. Aquí, en la derrota, Él triunfa plenamente. Penetrando en los recovecos de la muerte, nos ha liberado de todo lo que nos oprime y ha transformado todo lo negativo que tenemos, toda nuestra oscuridad y nuestro dolor, en un encuentro con Él, Dios, Amor, plenitud. Cada vez que pensaba en la victoria de Jesús, Pablo parecía enloquecer de alegría. Si Él, tal como afirmaba, afrontó toda adversidad –incluso la suprema adversidad de la muerte– y venció, también nosotros, con Él y en Él, podemos vencer cualquier dificultad; es más, gracias a su amor, «salimos victoriosos»: «Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida […] ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Rm 8, 38; cf. 1 Co 15, 57). Entonces se comprende la invitación de Jesús a no tener ya miedo a nada: «No teman: yo he vencido al mundo». Esta palabra de Jesús, que mantendremos viva durante todo el mes, podrá infundirnos confianza y esperanza. Por muy duras y difíciles que puedan ser las circunstancias en que nos encontremos, tengamos la certeza de que Jesús ya las ha hecho suyas y las ha superado. Aunque nosotros no tengamos su fuerza interior, lo tenemos a Él, que vive y lucha con nosotros. «Si tú has vencido al mundo –podremos decirle cuando nos sintamos derrotados por las dificultades, las pruebas y las tentaciones–, sabrás vencer también esta “tribulación” mía. A mí, a mi familia, a mis compañeros de trabajo nos parece un obstáculo insuperable lo que está sucediendo, nos parece que no somos capaces, pero contigo entre nosotros encontraremos el valor y la fuerza para afrontar esta adversidad, hasta poder “salir victoriosos”». No se trata de tener una visión triunfalista de la vida cristiana, como si todo fuese fácil y estuviese ya resuelto. Jesús sale victorioso precisamente en el momento en que vive el drama del sufrimiento, de la injusticia, del abandono y de la muerte. Su victoria es fruto de afrontar el dolor por amor, de creer en la vida después de la muerte. Habrá veces en que también nosotros, como Jesús y como los mártires, tendremos que esperar al Cielo para ver la victoria plena del bien sobre el mal. Con frecuencia nos da miedo hablar del Paraíso, como si pensar en él fuese una droga para no afrontar con ánimo las dificultades, una anestesia para mitigar el sufrimiento, un pretexto para no luchar contra las injusticias. Pero la esperanza del Cielo y la fe en la resurrección son más bien un impulso potente para afrontar cualquier adversidad, sostener a los demás en las pruebas, creer que la última palabra la tiene el amor que vence al odio, la vida que derrota a la muerte. Así pues, cada vez que nos tropecemos con cualquier dificultad –personal, de quienes tenemos cerca o de alguien que hayamos conocido en algún lugar del mundo–, renovemos la confianza en Jesús, presente en nosotros y entre nosotros, que ha vencido al mundo, que nos hace partícipes de su misma victoria, que nos abre de par en par el Paraíso, donde ha ido a prepararnos un sitio. De este modo tendremos el valor para afrontar cualquier prueba. Todo lo podremos superar en Aquel que nos da la fuerza».

Fabio Ciardi

Italia-Rumania: alianzas ecuménicas

Italia-Rumania: alianzas ecuménicas

20150625-01«El obispo me había encargado que trabajara en la consulta para el ecumenismo y el diálogo. Cuando hace 15 años un amigo mío, sacerdote de la diócesis vecina de Faro, me propuso que preparara un proyecto interdiocesano para promover Alianzas ecuménicas entre parroquias europeas, le dije que no». El Padre Giorgio Paolini empieza a relatar con cierta reserva su experiencia. Pronto se resuelve recordando la invitación que Chiara Lubich había hecho en Londres en 1996 a vivir un “ecumenismo de pueblo”, un “ecumenismo de la vida” (video). «De este modo retomé el contacto con el amigo de Fano y con él y otros amigos sacerdotes nos lanzamos en la experiencia de las alianzas ecuménicas». La primera parroquia con la que entraron en contacto fue con la ortodoxa del Padre Nicu en Rumania. «La relación de fraternidad entre nosotros generó una colaboración educativa entre los jóvenes del Movimiento Diocesano de Las Marcas y sus jóvenes, la cual se fue ampliando el círculo cada vez más y los llevó a compartir la Palabra de Vida y la espiritualidad de la unidad entre jóvenes católicos y ortodoxos, mediante relaciones asiduas. Los dos momentos más importantes durante el año son el campamento de Navidad en Rumanía y el de verano en Italia. Después surgió la experiencia anual del Encuentro Ecuménico juvenil de Loreto, nacido a partir de la amistad con el responsable del Centro Juan Pablo II de Montorso (Loreto), quien nos propuso hacer un campamento ecuménico con todos los jóvenes contactados a través de las alianzas ecuménicas y otros, para intercambiar las riquezas de las propias iglesias de proveniencia. Este año, del 29 de julio al 4 de agosto, tendrá lugar la séptima edición que prevé la participación de más de 200 jóvenes ortodoxos y greco católicos de Rumanía, luteranos de Dinamarca y Suecia, anglicanos de Inglaterra y católicos de Italia». 20150625-03Al final, la promoción de la “cultura del diálogo” en el mundo juvenil. En enero de este año, durante la Semana de oración por la Unidad de los cristianos, por ejemplo, la parroquia de Borgo Santa María hospedó unos veinte chicos rumanos de una parroquia con la que hay una alianza. Ellos, junto con los jóvenes italianos del Encuentro Ecuménico, se encontraron después con los estudiantes de 4 colegios de la Provincia de Pesaro y Urbino. El relato lo prosigue Bárbara, quien es la portavoz de una familia de la parroquia: «En un mundo oprimido por las guerras, las divisiones y el terrorismo, estos chicos han querido proponernos y donarnos un mensaje de esperanza y de alegría y seguramente una nueva cultura: la de la relación y el encuentro, que permite comprender que en la diversidad del otro se puede descubrir esa riqueza que nos une y no nos separa. Los estudiantes, después de que vieron un video, y de escuchar los testimonios de los jóvenes del Encuentro Ecuménico, se dividieron en pequeños grupos para profundizar el conocimiento de sus coetáneos rumanos y plantearles algunas preguntas. A pesar de la dificultad del idioma los chicos se prodigaron para lograr comunicarse en la mejor forma posible. Nosotros que, como familia hemos participado en estos eventos desde fuera, como espectadores, sentimos que tenemos que agradecer a todos los que han creído, creen y creerán en este proyecto, pienso en los párrocos, en los directores de los colegios, pero sobre todo en Dios quien en su inmenso amor nos ha permitido encontrar jóvenes decididos y motivados a cambiar las cosas. Nosotros estamos con ellos y creemos que, involucrando cada vez a más jóvenes, ellos podrán crear un mundo mejor donde poder vivir en paz y armonía».