Movimiento de los Focolares
Chiara Lubich: ¿cómo seguir a Jesús?

Chiara Lubich: ¿cómo seguir a Jesús?

ChiaraLubich_GA«Queridísimos gen:

Quizás queráis saber una palabra que sea aquella; una palabra que exprese todo, que reasuma la verdad, que os ofrezca una receta de ella para una vida verdadera.

Es lo que yo también estoy meditando en estos días.

Bien, gen, me he convencido de que no hay camino más seguro para eso, para llegar a la vida perfecta, que el del dolor abrazado por amor.

Y así lo han pensado todos los Santos, de todos los siglos.

El hecho es que cada uno ha querido seguir a Jesús y Él ha hablado claramente: «El que quiera venir detrás de mí que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga» (Mc. 8, 34).

«…Tome su cruz».

Cada uno para seguir a Jesús, el Perfecto, no tiene que hacer otra cosa que acoger en su corazón la propia cruz, los propios dolores.

Todos los tenemos. Pues bien: levantémonos por la mañana con el corazón cambiado. Lo sabemos: el dolor tratamos de alejarlo, de no hacerle caso, de olvidarlo. Así ha hecho el hombre. Pero el cristiano no hace así. Él, siendo seguidor de Cristo, sabe que el dolor es precioso, que hay que aceptarlo como hizo Jesús con su cruz, y lo abraza con todo el empuje de su corazón.

¿Cuál será el resultado? ¿Cuál será el fruto?

Alcanzaremos así todas las virtudes: la paciencia, la pureza, la mansedumbre, la pobreza, la templanza y así sucesivamente.

Y, con todas las virtudes, la perfección, la vida verdadera.

¿Estáis de acuerdo?

Todo hombre que quiere alcanzar una meta, debe someterse a fatigas, a sacrificios, a esfuerzos.

Nuestra meta es Jesús.

Para seguirlo es necesario amar el dolor.

Chao gen, con mi mayor deseo que sepáis ser dignos de Él.»

Chiara Lubich

(De “gen”, octubre – noviembre 1979: editorial)

www.centrochiaralubich.org

Brasil: periferias violentas y potencia del amor

Brasil: periferias violentas y potencia del amor

20150311-02«Ayer asesinaron de 13 balazos a un hombre». Es lo que cuenta la primera persona que les abre su puerta a algunos chicos que, en el fin de semana entre el 20 y el 22 de febrero, llegaron a su casa sólo con una sonrisa. La escena se ubica en las periferias de Juiz de Fora, en el Estado de Minas Gerais, en Brasil, en un barrio marginado. Después de algunas horas transcurridas juntos, la misma persona les dijo a los jóvenes: «Si ayer experimentamos el terror, hoy sentimos el amor».

Son jóvenes del Movimiento de los Focolares, de la Renovación Carismática, de Shalom, jóvenes de grupos parroquiales; en total un centenar. Durante algo más de un año, visitaron 10 ciudades, se encontraron aproximadamente con 5000 familias con las que compartieron alegrías y dolores, anunciándoles con valor que Dios los ama inmensamente. La gente expresó su alegría por su presencia; de hecho los sacerdotes son escasos y no logran visitar a todos los que lo necesitarían.

«Todo empezó durante la Jornada Mundial de la Juventud 2013 y el encuentro de millones de jóvenes con el Papa en la playa de Copacabana – cuentan los Gen de Minas Gerais –. Durante la Misa conclusiva, una chica de nuestro grupo sintió resonar fuerte en el corazón el mensaje central de la JMJ: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos”».

Regresando a Juiz de Fora, su ciudad, Leticia – así se llama – comunica a los demás gen lo que sintió y juntos deciden que sería oportuno hablar con su arzobispo, Mons. Gil Antônio Moreira.

Leticia lo va a visitar animada por sus amigos. El arzobispo, por su lado, había rezado para que la JMJ no se quedara sólo en un gran evento, sino que tuviera continuidad esa intensa experiencia espiritual vivida de forma colectiva por muchos jóvenes de todo el mundo.

20150311-01Nace así el proyecto “Jóvenes Misioneros Continentales”, nombre propuesto por el mismo arzobispo, con el objetivo de lanzar a los jóvenes al encuentro de los demás, para vivir una Iglesia que pone en práctica el “salir, juntos y preparados”. Tres palabras que se traducen en los tres puntos principales del proyecto: misión, oración y formación.

«Es hermoso salir juntos, jóvenes de parroquias y Movimientos distintos, pero como hermanos – explica Vinicius – respetando las diversidades de cada uno, en la forma de rezar y de hablar en la intimidad con Dios. Es importante también el diálogo que se genera con algunas familias de otras religiones».

«Llegando a las casas de las personas (son muchos los que nos abren la puerta y nos invitan a entrar) – agrega Ana Paula – descubrimos tesoros bellísimos, como cuando encontramos a una mujer cristiana evangélica quien había perdido a su esposo pocos días antes. Después de haber estado juntos, nos dijo: “No puedo permanecer en la tristeza, porque él está con el Padre, en el Paraíso”».

«Vamos a las periferias de las ciudades sin saber qué encontraremos – concluye Cristiano – pero confiando en Dios; sentimos que Él nos repite aun hoy “Ámense recíprocamente como Yo los he amado”. En especial tratamos de amar a aquellos que más necesitan, incluso cuando estamos cansados o nos equivocamos. ¡Siempre se puede volver a empezar!».

 

Marzo 2015

Durante su viaje al norte de Galilea, por los pueblos en torno a la ciudad de Cesarea de Filipo, Jesús pregunta a sus discípulos qué piensan de él. Pedro confiesa en nombre de todos que él es el Cristo, el Mesías esperado desde hace siglos. Para evitar equívocos, Jesús explica claramente cómo pretende llevar a cabo su misión. Liberará a su pueblo, pero de un modo inesperado, pagando con su persona: deberá sufrir mucho, ser condenado, ejecutado y, al cabo de tres días, resucitar. Pedro no acepta esta visión del Mesías –como tantos otros de su tiempo, se imaginaba una persona que actuaría con poder y fuerza derrotando a los romanos y poniendo a la nación de Israel en el lugar que le correspondía en el mundo– e increpa a Jesús, quien a su vez lo reprende: «¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» (cf. 8, 31-33).

Jesús se pone de nuevo en camino, esta vez hacia Jerusalén, donde se cumplirá su destino de muerte y resurrección. Ahora que sus discípulos saben que va para morir, ¿querrán seguir con él? Las condiciones que Jesús pide son claras y exigentes. Convoca a la muchedumbre y a sus discípulos en torno a él y les dice:

«El que quiera venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».

Se habían quedado fascinados por él, el Maestro, cuando había pasado por las orillas del lago mientras echaban las redes para pescar o estaban en el mostrador de los impuestos. Sin dudarlo habían dejado barcas, redes, mostrador, padre, madre, casa y familia para ir detrás de él. Lo habían visto hacer milagros y habían oído de él palabras de sabiduría. Hasta aquel momento lo habían seguido llenos de alegría y entusiasmo.

Sin embargo, seguir a Jesús resultaba ser una tarea aún más comprometida. Ahora se veía claramente que significaba compartir plenamente su vida y su destino: el fracaso y la hostilidad, incluso la muerte, ¡y vaya muerte! La más dolorosa, la más infamante, la que estaba reservada a los asesinos y a los delincuentes más despiadados. Una muerte que las Sagradas Escrituras tachaban de «maldita» (cf. Dt 21, 23). Ya solo el nombre de la «cruz» infundía terror, era casi impronunciable. Es la primera vez que esta palabra aparece en el Evangelio. Qué impresión habrá dejado en quienes lo escuchaban.

Ahora que Jesús ha afirmado claramente su identidad, puede mostrar con la misma claridad la de sus discípulos. Si el maestro es el que ama a su pueblo hasta morir por él, cargando con la cruz, también sus discípulos, para serlo, deberán dejar de lado su modo de pensar para compartir totalmente el camino de su maestro, comenzando por la cruz:

«El que quiera venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».

Ser cristianos significa ser otros Cristo: tener «los sentimientos propios de Cristo Jesús», el cual «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2, 5.8); ser crucificados con Cristo, hasta poder decir con Pablo: «no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» (Ga 2, 20); no saber «cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado» (1 Co 2, 2). Jesús sigue viviendo, muriendo y resucitando en nosotros. Es el deseo y la ambición más grande del cristiano, la que ha forjado grandes santos: ser como el Maestro. Pero ¿cómo seguir a Jesús para llegar a ser así?

El primer paso es «negarse a uno mismo», distanciarme de mi propio modo de pensar. Era el paso que Jesús le había pedido a Pedro cuando le reprochaba que pensase como los hombres y no como Dios. También nosotros, como Pedro, a veces queremos afirmarnos de manera egoísta, o por lo menos siguiendo nuestros criterios. Buscamos el éxito fácil e inmediato, exento de cualquier dificultad, miramos con envidia a los que prosperan, soñamos con tener una familia unida y con construir en torno a nosotros una sociedad fraterna y una comunidad cristiana sin tener que pagar caro por ello.

Negarse a uno mismo significa entrar en el modo de pensar de Dios, el que Jesús nos indicó con su modo de actuar: la lógica del grano de trigo, que debe morir para dar fruto, de encontrar más alegría en dar que en recibir, de ofrecer la vida por amor; en una palabra, de cargar cada uno con su cruz.

«El que quiera venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».

La cruz –la de «cada día», como dice el Evangelio de Lucas (9, 23)– puede tener mil caras: una enfermedad, el quedarse sin trabajo, la incapacidad de gestionar los problemas familiares o profesionales, la sensación de fracaso por no saber crear relaciones auténticas, la sensación de impotencia ante los grandes conflictos mundiales, la indignación por los repetidos escándalos en nuestra sociedad… La cruz no hay que buscarla; nos sale al encuentro por sí sola, y precisamente cuando menos lo esperamos y de un modo que nunca nos habríamos imaginado.

Jesús nos invita a «cargar» con ella en lugar de sufrirla con resignación como un mal inevitable, de dejar que nos caiga encima y nos aplaste, o incluso de soportarla de modo sereno y desprendido. Más vale acogerla como un modo de compartir su cruz, como posibilidad de ser sus discípulos incluso en esa situación y de vivir en comunión con él también en ese dolor, porque él fue el primero en compartir nuestra cruz. Porque cuando Jesús cargó con la cruz, con ella tomó sobre sus hombros todas nuestras cruces. En cualquier dolor, tenga el rostro que tenga, podemos, pues, encontrar a Jesús, que ya lo ha hecho suyo.

Así ve Igino Giordani la inversión del papel de Simón de Cirene, que lleva la cruz de Jesús: la cruz «pesa menos si Jesús hace de Cireneo con nosotros». Y pesa aún menos, continúa, si la llevamos juntos. «Una cruz llevada por una criatura, al final aplasta; llevada juntos por varias criaturas teniendo en medio a Jesús o tomando como Cireneo a Jesús, se vuelve ligera: yugo suave. Una escalada en cordada, entre muchos, concordes, se convierte en una fiesta, y a la vez procura una ascensión»[1].

Así pues, tomar la cruz para llevarla con él, sabiendo que no la llevamos solos porque él la lleva con nosotros, es relación, es pertenencia a Jesús, hasta la plena comunión con él, hasta convertirnos en otros él. Así es como seguimos a Jesús y nos convertimos en auténticos discípulos. Entonces la cruz será de verdad para nosotros, como para Cristo, «fuerza de Dios» (1 Co 1, 18), camino de resurrección. Encontraremos la fuerza en cada debilidad, la luz en cada oscuridad, la vida en cada muerte, porque encontraremos a Jesús.

Fabio Ciardi

 

[1] I. Giordani, La divvina aventura, Città Nuova, Roma 1966, pp. 149ss.

Chiara Lubich: la unidad y la política

Chiara Lubich: la unidad y la política

20150227-01

Según Chiara Lubich existe una auténtica vocación política, «un llamado personal que emerge de las circunstancias y habla a través de la conciencia». Un llamado cuya respuesta «es sobre todo un acto de fraternidad: se actúa a favor de lo público, de lo que se refiere a los demás, buscando su bien como si fuera el propio». Un acto que crea las condiciones para «una relación continua con cada ámbito de la vida» – la economía, la salud, la comunicación, el arte, la administración judicial, entre otros-, para poner de esta forma las condiciones para que la sociedad misma, con todas sus expresiones, pueda realizar plenamente su designio».

El evento mundial consiste en una pluralidad de manifestaciones que se realizan en diversos puntos del planeta y en las cuales se pone en evidencia la identidad del carisma de Chiara Lubich en relación con la forma de actuar en la política, enriquecidas con experiencias de cambio personal y de compromiso en la vida pública que van desde el reunirse para afrontar los problemas del barrio al compromiso político a nivel nacional e internacional. Son todas posibilidades para recoger, con renovada conciencia el “sueño” que animó la vida y el pensamiento de Chiara: “la fraternidad universal”.

En Roma, Italia, la cita es el 12 de marzo en el Parlamento. En la mañana, 300 jóvenes de los Focolares, provenientes de todo el mundo, se reunirán en Auletta dei Gruppi, una sala del Parlamento italiano. Dialogarán con políticos, expertos y representantes de instituciones internacionales. En la tarde, en la misma Aula se realizará el congreso con el título «Chiara Lubich: la unidad y la política».

En Estrasburgo (Francia), del 13 al 15 de marzo, tendrá lugar el seminario «Fraternité en politique: s’investir autrement dans la cité», en la sede del Consejo de Europa, mediante el cual se invita a abrir nuevas posibilidades de acción para favorecer la convivencia entre todos.

El 13 de marzo, en el Glendon College de la Universidad de York de Toronto (Canadá), tendrá lugar un debate sobre el tema: «Politics for Unity. Making a World of Difference». En Curitiba (Brasil), se realizará el congreso «Política pela unidade, fazendo toda a diferença no mundo» que subraya como trabajar en la política en función de la unidad marca la diferencia. En Seúl (Corea del Sur), el Parlamento que en el pasado fue el escenario de duros conflictos, el 14 de marzo, alojará el encuentro: «En camino hacia la fraternidad universal». Se realizarán congresos también en Nairobi (Kenia), Dar es Salan (Tanzania), Madrid (España), Budapest (Hungría), Praga (República Checa) y otros más. En el sitio www.politicsforunity.com se puede encontrar un mapa on line de los eventos programados y la información relativa. Está también disponible una síntesis de textos de Chiara Lubich, seleccionados por el comité científico del evento. Para participar en las conversaciones on line el hashtag es #politics4unity.

La reflexión alrededor del tema «Chiara Lubich: la unidad y la política», en la pluralidad de áreas geográficas y culturales, será la posibilidad para indagar ulteriormente en el patrimonio que Chiara, cuya causa de beatificación fue abierta el 27 de enero pasado, consigna a la historia.