20 Jun 2016 | Focolare Worldwide
Apenas se supo de la gravedad de la enfermedad, los amigos de Andrés, junto a chicos y adultos de Appignano empezaron a reunirse alrededor de los familiares en la pequeña iglesia de la Virgen Dolorosa. Cada vez eran más numerosos y era cada vez más sentida la oración, por la sanación de Andrés. Y conforme el internamiento se iba prolongando, pedían con fe también la fuerza y la paz para sus papás, y para que Andrés no se sintiera nunca solo, ni siquiera cuanto tenía que afrontar exámenes o terapias, para que no tuviera que sufrir demasiado. Precisamente este año su salón de clases se estaba preparando para la Primera Comunión y los chicos y sus padres, todos de acuerdo, decidieron postergar el evento al siguiente año para permitirle a Andrés celebrarlo con todos.
Finalmente Andrés regresa a casa. Sus amigos sabiendo que por el tratamiento había perdido todo el cabello, para no hacer que se sienta mal, también ellos se rapan el pelo para recibirlo. Mientras tanto Andrés, como un verdadero campeón de la serenidad, prosigue el tratamiento, sin perder nunca su maravillosa sonrisa. Después de dos años Andrés parece curado, tanto que puede participar en el curso de verano de formación y en los encuentros semanales de los chicos del Movimiento diocesano de los Focolares.
En febrero de 2016 hay una novedad: los exámenes sugieren que haga un nuevo ciclo de terapia, que también esta vez parece dar buenos resultados. Pero precisamente mientras regresa a casa de un encuentro Gen 3, tiene una grave crisis que lo obliga a internarse de inmediato. Es difícil describir lo que sucedió entonces en Appignano. Tres veces a la semana los compañeros de clases y de toda la escuela, junto a los jóvenes amigos de Federica, su hermana y muchas otras personas cercanas a la familia, vuelven a llenar la iglesita de la Dolorosa. Quienes guían los momentos de oración son los mismos chicos, en un extraordinario clima espiritual de fe en Dios Amor, seguros de que todo lo que Él manda o permite, siempre conduce al Bien. Es ésta una certeza que también cuando Andrés, con trece años, deja esta tierra, no decae su presencia en la comunidad de Appignano. Durante dos días un peregrinaje continuo de chicos y de adultos prosigue en forma continua en la capilla de la Dolorosa –donde está el cuerpo de Andrés- para acompañar a la familia, y hacen turnos para no dejarlo nunca solo. En el funeral, que se celebra en la parroquia, la iglesia no logra contener a todas las personas que vienen. El celebrante habla de Andrés como de un “guerrero” y un “maestro de vida” al recordar la fuerza con la que enfrentó la enfermedad. Subraya con estupor el gran sentido de humanidad, de fraternidad, de fe que el chico supo despertar en toda la comunidad. A la salida, los niños y los adolescentes lanzan al cielo cientos de globos blancos, como símbolo de su seguridad de que Andrés está en el Paraíso y de la gran cercanía de toda la comunidad con la familia: es una imagen que inunda también las redes sociales.
Un obrero, padre de familia, observaba: “Lo que más me impresiona es esta gran participación de personas, de nacionalidades y religiones distintas. Es una verdadera enseñanza también para nosotros los adultos, que a menudo nos olvidamos de la humanidad que nos une a todos. Realmente Andrés y sus amigos son nuestros maestros de vida”. Y una chica: “Rezamos mucho pidiendo el milagro. Y el milagro ocurrió: un chico logró unir a todo el pueblo a su alrededor. Es algo que no se puede explicar”. En el cementerio, una niña viendo a una mujer llorar desconsolada, se le acercó para decirle: “No llores. Ahora Andrés está con Jesús”. Ya han transcurrido dos meses desde que ocurrieron estos acontecimientos e inexplicablemente los encuentros de oración en Appignano prosiguen todos los miércoles, “porque precisamente es así –dicen los chicos- tenemos que seguir adelante para que los frutos de Andrés –asi me gusta llamarlos, dice una de ellos- sigan madurando entre nosotros”.
19 Jun 2016 | Sin categorizar
Desde los inicios del Movimiento, sobre todo por las circunstancias dolorosas de la guerra, Chiara y sus compañeras estuvieron muy atentas en amar a los pobres de su ciudad, acogiéndolos en su casa, visitándolos, llevándoles lo necesario, socorriéndolos de todas formas. Por este ejercicio de amor, de caridad hacia el prójimo más necesitado, más tarde comprendieron que su corazón no tenía que dirigirse sólo a los pobres sino a todas las personas indistintamente. (…) Sobre las obras de misericordia Chiara habla en varias cartas enviadas, desde los primeros tiempos a cuantos se acercaban al Movimiento. Entre las muchas que escribió, hacemos referencia a lo que escribió a su amiga Ana, exhortándola a vivir en cada momento del día la obra de misericordia que Dios le pone delante y hacerlo también en la relación consigo misma, a Jesús que está dentro de ella: “Recuerda que al final de la vida te interrogarán sobre las 7+7 obras de Misericordia. Si las cumpliste, habrás hecho todo. Quisiera que vivieras con nosotros el momento presente y en el presente, la obra de Misericordia que Dios te pide. ¿Estudias? Instruye al ignorante. Una compañera te preguntan algo. Aconseja al dudoso. ¿Comes o das de comer?. Alimentas al hambriento. (…), etc. Las 14 obras de misericordia son tales que resuelven cada una de tus acciones. Y tu actividad puede estar dirigida a Jesús que debe vivir y crecer en ti y en tu prójimo”. El amor recíproco, el pacto de misericordia y el perdón El mandamiento nuevo de Jesús: “ámense los unos a los otros como yo los he amado…” (cfr. Jn. 13, 34), pone de relieve la característica de las relaciones interpersonales de los cristianos y el fin último de la misericordia.Representa otro punto fundamental de la espiritualidad de Chiara. Es el amor recíproco que, vivido en la tensión de “ser los primeros en amar”, de donación incondicionada, gratuita de los unos hacia los otros, caracterizó la vida del primer focolar. Chiara misma describe la radicalidad de esta vida, hablando a un grupo de amigos musulmanes sobre el “pacto de misericordia”. (…) En otras circunstancias Chiara reafirma cuán oportuna es esta práctica, subrayando el valor del perdón, y defendiéndolo como un auténtico acto de libertad: “Perdonar. Perdonar siempre. El perdón no es un olvido que a menudo significa no querer ver de frente la realidad. El perdón no es debilidad, o sea no tener en cuenta un desaire por miedo a quien lo ha cometido que es más fuerte que nosotros. El perdón no consiste en afirmar que no tiene importancia lo que es grave, o que es bueno lo que es malo. El perdón no es indiferencia. El perdón es un acto de voluntad y de lucidez, por lo tanto, la libertad consiste en recibir al hermano así como es, a pesar del mal que ha hecho, como Dios que nos acoge siendo pecadores, a pesar de nuestros defectos. El perdón consiste en no responder a la ofensa con la ofensa, sino hacer lo que Pablo dice: ‘No te dejes vencer por el mal, vence con el bien el mal’. El perdón consiste en abrirle a quien te hace daño la posibilidad de una relación nueva contigo, por lo tanto, la posibilidad para él y para ti de volver a empezar la vida, de tener un porvenir en el cual el mal no tenga la última palabra. (…) Sobre esta actitud que se ha de tener delante de cada hermano, Chiara insiste y especifica la necesidad de volver a empezar siempre: “Quizás ese hermano, como todos nosotros, ha cometido errores, pero ¿cómo lo ve Dios? ¿Cuál es realmente su condición, la verdad de su estado? Si está bien delante de Dios, si Dios ya no recuerda nada, y ha borrado todo con su sangre. ¿Por qué tenemos que recordar nosotros? ¿Quién está en el error en ese momento? ¿Yo que lo juzgo, o el hermano? Yo. Entonces tengo que ponerme a ver las cosas desde el punto de vista de Dios, en la verdad, y tratar consecuentemente al hermano. Y si lamentablemente él todavía no se ha arreglado con el Señor, el calor de mi amor, que es Cristo en mí, lo debería llevar al arrepentimiento como el sol que absorbe y cicatriza tantas llagas. La caridad nos mantiene en la verdad y la verdad es misericordia pura, de la cual tenemos que revestirnos completamente para poder llamarnos cristianos. ¿Mi hermano regresa? Yo tengo que verlo nuevo, como si nada hubiese sucedido y recomenzar la vida juntos, en la unidad de Cristo, como la primera vez, porque ya no queda nada de aquello que me dolió. Esta confianza lo salvaguardará de otras caídas, y también yo, si lo mido así a él, podré tener la esperanza de ser juzgado un día por Dios de la misma manera”. Fuente: Centro Chiara Lubich Primera parte: La misericordia en la espiritualidad de Chiara Lubich Texto integral de Alba Sgariglia (italiano)
18 Jun 2016 | Focolare Worldwide
«Mientras estoy volviendo a casa – cuenta Ofelia quien vive en un barrio marginal de Valencia, la tercera ciudad de Venezuela– veo una pareja que se dirige a pie hacia la zona donde está mi casa. Freno el auto y les pregunto si quieren que los lleve. Exhaustos, sin tener casi fuerza para responder, suben al auto. Después de haberse reanimado, me cuentan que se levantaron temprano para conseguir harina y otros alimentos de primera necesidad para sus hijos, pero la cola era tan larga que cuando les llegó el turno ya no había nada. Desilusionados, lo único que llevaban a casa era un fuerte dolor de cabeza por no haber desayunado ni almorzado» Son situaciones dolorosas y lamentablemente frecuentes, ante las cuales a menudo no hay respuesta. De hecho, tampoco Ofelia tenía algo para darles. También su bolso estaba vacío y tampoco ella tenía trabajo. La difundida carencia de medios ha impulsado a la comunidad del Focolar presente en Venezuela a ayudarse y a ayudar en todas las formas posibles. Por ejemplo las señoras se arreglan y se corta nel cabello unas a otras y arreglan los vestidos antiguos compartiéndolos según las necesidades de cada una, de forma de estar presentables y armoniosas a pesar de la lpobreza. Testimonian también de esta forma visible el amor evangélico que tratan de vivir entre ellas. «Un día – cuenta un padre de familia- voy a comprar la comida, pero no encuentronada: parecía que todo había desaparecido. Dando vueltas por aquí y allá veo el “fororo” (maíz tostado). En general no lo comemos, pero recordando que una familia de amigos nuestros lo comían, pensé que era mejor que nada. A la tarde, pasando delante de su casa, me detuve y pregunté a sus moradores: ¿Almorzaron? No, me respondió la esposa, y tampoco desayunamos. No tenemos plata y mi marido ya no tiene fuerza por el hambre que sufre. Les dije que no podían irse a dormir sin haber comido, y corrí a casa a buscar el fororo que había comprado. Esa noche tuve una gran alegría porque ellos pudieron cenar, aunque fuera simplemente fororo» Un día, Laura se encuentra con una señora que le confiesa su preocupación por no lograr encontrar las medicinas para controlar la hipertensión. Ella, en cambio, había logrado conseguir los fármacos a través de sus conocidos del extranjero. En tiempos como éstos, la prudencia aconsejaría tenerlos reservados, también porque no se sabe si se podrá conseguir nuevamente la medicina. Pero en el Evangelio Jesús dice «den y se les dará» y, sin pensarlo dos veces, abre su cartera y le da un blister entero de comprimidos.
En esta difícil situación del país, la visita (21 – 25 de mayo) de Cecilia Di Lascio, argentina, coordinadora regional del Movimiento Políticos por la Unidad, no podía ser más oportuna. En Caracas, fue interesante el intercambio que ella tuvo con 75 personas – entre los cuales no faltaban varios jóvenes- comprometidas a favor del bien común. Se comunicó el ideal de la fraternidad a un grupito de personas que trabajan en política en una sala de la Asamblea Nacional; y antes de dejar el país, se realizó un encuentro con un grupo de docentes universitarios en el que se reflexionó sobre cómo formar a los jóvenes según el paradigma de la fraternidad en los diversos ámbitos del conocimiento y de las actividades humanas. Se realizaron también dos eventos importantes en Maracaibo: el encuentro con el Dr. Lombardi, rector de la Universidad Cecilio Acosta, y una reunión con la comisión RUEF (Red Universitaria de estudios sobre la Fraternidad). Todo esto contribuyó a adquirir una mayor comprensión del proceso político que el país está viviendo. «Hay que apuntar a la equidad como objetivo central a partir del paradigma de la fraternidad– afirmó Di Lascio en sus varias intervenciones- . En esta situación que no es fácil creo firmemente en la importancia del compromiso de todos juntos por el bien común».
17 Jun 2016 | Focolare Worldwide
«Cuando sonó el teléfono el domingo a la mañana, del otro lado del cable estaba el hijo de mi marido que gritaba y lloraba: un amigo suyo se encontraba entre las víctimas de la masacre de Orlando. Quedamos paralizados y también nosotros lloramos abiertamente. La tragedia había entrado en nuestra casa». Rachel sintió que la única respuesta posible a este dolor sin sentido era el amor, era reunir a la familia. «Nos unimos al momento de silencio de las 6.00 de la tarde, que hizo que toda la ciudad y el Estado se detuvieran, y luego fuimos a misa porque sólo Dios podía consolar a las familias, a los heridos, a los amigos y a nuestro hijo». El salón de belleza de Eva que queda a pocas cuadras del club y los colaboradores conocían bien a algunas de las personas que lo frecuentaban. «No había visto la Tv y no me había alarmado particularmente por las sirenas nocturnas y por lo tanto, me enteré del atentado sólo en la iglesia cuando anunciaron que un parroquiano nuestro había sido asesinado. Lo conocíamos. Estas personas, eran profesionales, eran nuestras amigas, no sólo gay. Lo que le ocurrió a ellos me podría haber ocurrido a mí o a mis seres queridos. Me pregunté si había dado lo mejor de mí misma para amar a quien estaba a mi lado. Esos disparos habían asesinado a jóvenes, pero yo no podía dejar que el amor muriera».

Una vigilia de oración por las víctimas de la matanza de Orlando
Son muchos los testimonios que se intercambiaron los miembros de los Focolares en las horas siguientes a la masacre de Orlando, donde en un conocido night club para Lgtb perdieron la vida 49 personas, asesinadas por Omar Matee, un hombre con serios problemas psíquicos, que quiso marcar ese gesto de muerte como una reivindicación religiosa. Las investigaciones hasta el momento demuestran que el Islam no tiene nada que ver con los homicidios perpetrados, dado que el asesino hace tiempo había sido identificado por su carácter belicoso y agresivo. «Las noticias de homicidios brutales como el del domingo parece que se han convertido en algo normal y sentía que estaba siendo contagiado por un sentimiento de insensibilidad – confiesa Martín. ¿Por qué seguir creyendo en la fraternidad y en el amor frente a esta misión imposible de revertir el mal? Cuando estos pensamientos abstractos tomaron el rostro de muchos amigos musulmanes, advertí físicamente la angustia y el dolor que estaban sintiendo al ser tachados nuevamente como terroristas. No podía ignorar las horas transcurridas dialogando con ellos, conociéndolos y en muchas ocasiones ayudándonos recíprocamente. No puedo y no quiero ignorar el bien que existe y que permite que este mundo se convierta en un mejor lugar».
El riesgo de que los musulmanes sean nuevamente acusados de favorecer actos de violencia es fuerte, pero la realidad es muy distinta porque justamente ellos fueron los primeros en donar su sangre para muchos heridos y en muchas ciudades la oración del fin de la jornada del Ramadán fue dedicada especialmente a los muertos de Orlando. Las edades de Sandra, Milagros y Joyce, juntas suman menos de 70 años. Se repitieron a sí mismas que el Evangelio es la única arma que no hiere a los demás, sólo al propio orgullo y al propio egoísmo. «Es completamente insensato todo lo que estamos viviendo, pero no dejar que el miedo nos detenga. Debemos demostrar que nuestro amor personal justamente porque comienza por el más pequeño, por la paz en nuestro ambiente de trabajo, por nuestro vecino, puede cambiar mucho, puede llevar perdón y esperanza» «Cuando el domingo a la mañana me enteré de la tragedia, que ocurrió lejos de mi casa, a personas que han hecho elecciones distintas de la mía, pensé que la diversidad no puede dividirnos: son nuestros hermanos y hermanas». Celi comenzó con este testimonio una cadena de oraciones y de comunión. «La única respuesta al odio y al terrorismo es no dejar de vivir con esta fe y sobre todo junto a todos aquellos que realmente no se rinden, y siguen ofreciendo la caricia de Dios, a pesar de sus muchas fragilidades».