11 Jun 2016 | Focolare Worldwide
«Tuve que dejarlo todo: patria, esposa, dos hijos pequeños. La verdad es que no tenía otra opción. Siendo docente y hombre todavía joven, hubiera tenido que enrolarme en el ISIS y difundir sus ideas. Y dado que me opuse, me hubieran matado si me quedaba allí». Una vez llegado a Graz (Austria), Mohamed, como muchos otros migrantes, quedó “aparcado” en un campo para refugiados, donde durante meses no tuvo nada que hacer ni posibilidades de contactos con el mundo exterior. «Nos sentíamos aislados y deprimidos – cuenta – pero en un determinado momento alguien empezó a interesarse en nosotros». Eran los de la comunidad local de los Focolares. Ellos, gracias a la mediación de una amiga siria, que se encuentra en Graz desde hace tres años, invitaron a los refugiados de Siria que vivían en el campo – unos cuarenta – para que se reunieran en una sala parroquial. Allí pudieron expresar sus necesidades más apremiantes: aprender el idioma y encontrar un trabajo. La comunidad se puso manos a la obra y en poco tiempo logró organizar un curso de alemán. Alguien ofreció dinero para los libros de texto; una señora recogió entre los amigos unas quince bicicletas, cubrió personalmente los gastos de reparación y las puso a disposición de los estudiantes que debían recorrer unos 10 km para llegar a clases; otros realizaron trabajitos de restauración en las casas y en el cuidado de los jardines. «Por fin teníamos algo útil que hacer – suspira con alivio Mohamed –, por fin alguien nos daba una mano y nos apreciaba». Así nació una amistad que se ha vuelto cada vez más profunda. De tal suerte que llegó a ser lógico encontrarse, comer juntos y también abrirse al diálogo cultural y religioso. El primer paso fue ir juntos a la mezquita, donde encontraron a muchas otras personas; una vez llegaron incluso a ser unos 400, «Algo grandioso para nosotros – confía Mohamed –. Por fin nos sentíamos nosotros mismos. Allí podíamos olvidar lo que nos estaba pasando y entrar en contacto directo con Dios. Vivir ese momento juntos musulmanes y cristianos nos hizo sentir aún más cercanos los unos con los otros».
Durante el verano, 4 musulmanes participaron de la Mariápolis, cuya fecha coincidía precisamente con el fin del Ramadán, celebrado todos juntos con músicas árabes, danzas al aire libre y dulces sirios. En esos mismos días, Mohamed se enteró de la muerte de su madre. Fue una ocasión conmovedora para orar juntos por ella recitando algunos Salmos, elegidos de manera que respetaran la sensibilidad de todos. También comprender el dolor del otro es un diálogo profundo. Luego Mohamed presentó a las Autoridades la solicitud de reagrupación familiar en Austria, trámite que se reveló muy complicado. Veintidós veces su esposa se preparó para alcanzar a pie la frontera (7 horas de caminata, pasando hambre, frío y peligros), para luego ser puntualmente rechazada. Una vez fue incluso encarcelada. Pero al final logró cruzar los confines. Se acercaba entonces la tan esperada recomposición de la familia. Les sugirieron no radicarse en Graz, sino en Viena. Con pesar Mohamed tuvo que dejar a sus amigos de Graz, ignorando que la misma cálida acogida la encontraría también en la comunidad focolarina de la capital que, mientras tanto, fue avisada de su llegada. La comunidad del Focolar se activó para ofrecer a la familia una vivienda digna, lo cual no era algo fácil dada la escasez de alojamientos. Nació así la idea de dirigirse a unas religiosas amigas que administraban una casa para ancianos. En el lapso de un día llegó la primera respuesta positiva, gracias a un tranquilizador coloquio con los miembros del Focolar. Así, desde hace dos meses, la familia de Mohamed vive en esta casa de religiosas cristianas, con ningún tipo de incomodidad por ambos lados. Las religiosas han tomado conciencia de las costumbres de los huéspedes musulmanes y la familia vive en una estructura con numerosos y evidentes símbolos cristianos. También esto es parte del diálogo y, como afirma Mohamed: «cristianos y musulmanes somos realmente hermanos».
10 Jun 2016 | Sin categorizar
El 4 de junio en Viterbo, capital de Tuscia, se dedicó a Chiara Lubich, el jardín “Porta della Verità”, para subrayar el apoyo que la ciudad brinda a su mensaje de unidad entre los pueblos: «Un mensaje de interculturalidad que se vive como riqueza en la diversidad y respeto recíproco», como se lee en uno de los periódicos locales, que dedicaron un amplio espacio a la noticia. El jardín de Porta della Verità es un pequeño espacio verde situado dentro de la zona histórica de la ciudad de Viterbo. El 4 de junio estaban presentes muchos jóvenes de las escuelas y algunas personalidades representativas de la historia de la ciudad, además de autoridades municipales: el alcalde Leonardo Michelini y el obispo Lino Fumagalli. El proyecto fue promovido por la Alcaldía en el año 2014. Fue diseñado y construido por Acli en colaboración con el Instituto Comprensivo “L.Fantappié” y preveía la instalación del Dado de la Solidaridad. «Deseábamos que el Dado estuviera en nuestra ciudad porque es un ejemplo concreto de solidaridad. La realización fue posible gracias a la colaboración de todos los sectores de la administración comunal», explica Renzo Salvatori, presidente de Acli de Viterbo.
«El tema de la solidaridad es un tema que toca la vida de todos nosotros – subraya el obispo Lino Fumagalli-. El grado de crecimiento de una sociedad se puede medir por la cantidad de las obras solidarias. Las frases que se pueden leer en las caras del dado, si se viven cada día, dan calor a nuestros corazones» Los estudiantes cuentan sus experiencias cotidianas de solidaridad explicando, además, qué cosa los condujo a la elaboración de las seis frases elegidas para el Dado Solidario (a través de un concurso que se realizó en la escuela en el que se evaluaron más de 120 frases presentadas). «El Dado Solidario es un proyecto que le da sentido al trabajo de la escuela que comienza dentro de cada clase y continúa también después de que suena el timbre de salida– agrega Alessando Ernestini del Instituto Fantappié- La escuela es un elemento importante para la comunidad pues es capaz de trabajar en el territorio junto con las diversas asociaciones como Acli, y otros órganos administrativos» «Esta jornada es un momento que ingresa en la historia de la ciudad – concluye el alcalde Leonardo Michelini-. El proyecto al principio no parecía realizable, pero los mensajes que el Dado Solidario transmite tienen un valor universal». Fuente: ViterboPost
10 Jun 2016 | Sin categorizar
«A pesar de haber viajado por el mundo, su raíz romana y, en cierto sentido, vaticana, su exploración de las doctrinas políticas y sociales, Igino Giordani nunca interrumpió el vínculo afectivo que lo ligó a su ciudad natal: Tívoli. Basta ojear las páginas en las que Giordani habla de su ciudad, o leer el romanzo La città murata (La ciudad amurallada), idealmente ambientado en Tívoli, para constatar cuánto amó Giordani su ciudad. En las Memorias de un cristiano ingenuo representa el ambiente de su ciudad con palabras que dejan transparentar la relación tan intensa y, en cierto sentido, casi parece que se justifica a sí mismo y sus elecciones fundamentales, refiriéndolas a la interioridad del carácter típicamente tiburtino: jocoso e indomable, valiente y coherente, algunos momentos agresivo, pero guiado por el amor a Dios y la sabiduría. Igino Giordani nace en una familia de origen humilde. Igino más de una vez dio testimonio de su veneración por ambos padres, por la dignidad con la que vivían sus jornadas, por la fe cristiana que marcaba las etapas fundamentales de su vida. En Tívoli Giordani creció humanamente e intelectualmente. Ciertamente no tuvo las oportunidades que un niño inteligente como él habría podido esperar tener: los estudios se los conquista. De hecho el padre lo encamina a hacer trabajos manuales, de albañilería. Mientras tanto, siendo todavía niño, queda fascinado por la liturgia y la celebración de la Misa, y, aunque es en latín, el pequeño Giordani se aprende de memoria algunas partes, y cuando está solo, o durante el trabajo, en lugar de silbar alguna melodía mundana, se pone a declamar de memoria frases de la Misa en latín. La providencia se sirve del Señor Facchini (el empresario para el que trabajaban los Giordani) quien comprende que Igino no está hecho para la espátula y el balde de cemento, sino para el estudio. El Señor Facchini decide financiarle los estudios a Igino en el Seminario, en Tívoli, porque en ese tiempo era la institución que mejor podía proveer a la formación intelectual y espiritual de un jovencito de trece años. Y allí estuvo hasta 1912, cuando habría tenido que pasar al Seminario de Anagni. Pero Igino elige su Tívoli y se inscribe en el liceo, donde se gradúa en 1914. Es probable que la pasión por la argumentación elegante e incisiva, por la declamación intelectual de la razones de la fe cristiana hayan quedado esculpidas en Giordani a partir de su experiencia a muy tierna edad, cuando desde el púlpito de la Iglesia de San Andrés de Tívoli, el Padre Mancini, que era jesuita, “tronaba desde el púlpito cautivando al auditorio”. Giordani describe al Padre Mancini como un hombre de una fe irresistible e invencible. Era un divulgador combativo del Evangelio; para Giordani era un auténtico modelo. Así, en esta primera formación podemos entrever ya algunas características de lo que será el carácter de Giordani, que lo llevará a afirmarse como polemista y defensor de la fe. Poco tiempo después de graduarse del liceo, también Italia entra en guerra. Igino se asoma a los acontecimientos de la vida pública italiana en el clima del debate controvertido de la guerra y la paz. Él es un pacifista convencido y decidido, en tiempos nada fáciles para quienes promueven ideas pacifistas. Es probable que a partir de la figura carismática del padre Mancini, de la sólida experiencia de fe madurada en el seminario, hasta la concepción plural de la política y de la ideología respirada en el liceo, haya llevado a Giordani – a pesar de que en esos años parecía haberse enfriado desde el punto de vista religioso- a no perder la dimensión del amor al prójimo, que lo llevó a rechazar todo tipo de comportamiento violento ante cualquier otro hombre. Lo dirá con una simplicidad luminosa, algunos años más tarde, al expresar su aversión hacia la guerra vivida en esos años: “Cuando en la primera guerra mundial vigilaba durante la noche la trinchera, siempre me torturaba pensar en el Quinto Mandamiento: no matar”. Tenía una formación a la paz que maduró en su Tívoli. En un escrito de Giordani de muchos años después, en el que se mezcla su devastadora experiencia de la guerra, con la fe y la esperanza que surgen del encuentro con la espiritualidad de la unidad: “El desprecio del hombre y su depreciación derivan del hecho que ya no se ve a Cristo en él; y entonces el amor es sustituido por el odio, la espiritualidad del príncipe de la muerte. De nada vale protestar: y tampoco sirven las armas, según lo que demuestra la historia grabada en nuestra piel. Contra el odio vale la caridad, contra el desprecio hacia la persona lo único que vale es considerarla otro Cristo; contra la eliminación, la deportación, el genocidio, sólo vale el amor, por lo tanto hay que amar al hermano cómo nos amamos a nosotros mismos, hasta la unidad, hasta ser uno con él sin importar cómo se llame”». Alberto Lo Presti Cfr. Igino Giordani, La divina aventura, Città Nuova, Roma, 1993, p. 141
9 Jun 2016 | Sin categorizar
“Gloria a ti mi Señor, el Adorable, el Único adorable, el Eterno, existente desde siempre, el que nos ama, cuya Clemencia y Potencia abrazan el universo (…). Tú eres el Adorado, oh mi Señor, Tú eres el maestro que ama y perdona. Tu perdón y Tu misericordia son infinitos, mi Señor, Tú eres la ayuda del afligido, el Consolador del desconsolado, el refugio de quien tiene roto el corazón”. (De la oración de ‘Ali ibn Abi Talib’, primo y yerno del Profeta del Islam).
9 Jun 2016 | Focolare Worldwide
La espaciosa aula del “Centro para la Transferencia del conocimiento” de la Universidad Católica de Lublín Juan Pablo II, acogió el Congreso Conflicts, Dialogue and Culture of Unity (3-4 de junio de 2016). Se desarrolló bajo el signo de la “transmisión” del conocimiento mediante el diálogo académico entre los 180 participantes, entre profesores e investigadores de distintas disciplinas del área de las Ciencias Sociales, con 95 aportes. Una interacción que se construyó también a través de las preguntas e inquietudes, compartiendo así el esfuerzo de la investigación. Un don entre especialidades, pero también entre generaciones y áreas geográficas de Europa, abiertas a los desafíos del mundo. El Congreso se abrió con la intervención de Jesús Morán, copresidente de los Focolares, con el título “La cultura de la unidad y algunos grandes desafíos de la humanidad de hoy”, en el que retomó las consideraciones que llevaron a otorgar hace 20 años a Chiara Lubich el Doctorado honoris causa en Ciencias Sociales, por parte de la Universidad Católica de Lublín, en junio de 1996. En la Laudatio que hizo entonces el prof. Adam Biela se precisaba la motivación: el carisma de la unidad «es una actualización concreta y práctica de una nueva visión de las estructuras sociales, económicas, políticas, educativas, de las relaciones religiosas, que aconseja, recomienda, sugiere, educa y promueve la unidad» entre las personas. Y percibió, en la inspiración revolucionaria de Chiara Lubich, evidente a partir de los años ’40, los elementos de un nuevo paradigma de las Ciencias Sociales, tanto que ideó el inédito concepto de paradigma de la unidad. El Congreso de Lublín, 20 años después, fue «un encuentro complejo e interesante», según el parecer del prof. Italo Fiorin, Presidente del curso de licenciatura en Ciencias de la Formación, de la Universidad de Lumsa, Roma. «Ante todo por el tema, basado en tres palabras vinculadas entre sí. Conflicto: mediante una reflexión sobre la situación del mundo, no catastrófica pero problemática, estimulando así la responsabilidad. Diálogo, como vía para conducir y traducir el conflicto en algo nuevo, a través de una acción positiva. Unidad: como resultado del diálogo, que no se manifiesta a través de un pensamiento único, sino en la conquista de una mayor conciencia de la propia identidad». «Desde hace 200-300 años el saber se ha dividido en muchos campos», afirma la neuro científica Catherine Belzung, de la Universidad de Tours, Francia. «Pero la actual fragmentación no permite el progreso. Ha llegado el tiempo del diálogo también entre las disciplinas y aquí hemos visto que es posible, deseado y eficaz. En mi campo ya se han hecho muchos descubrimientos que demuestran que el progreso sólo es posible amplificando el saber mediante el diálogo interdisciplinario. El pensamiento de Chiara Lubich me parece que es el paradigma que hay que tener delante cuando me intereso por la investigación interdisciplinaria porque es “un paradigma trinitario”: cada disciplina sigue siendo distinta, pero debe tener dentro de sí el conocimiento de las otras disciplinas, para ser a su vez transformada y de esta forma proseguir el diálogo. Pienso que el modelo de unidad y distinción, que ya se propuso en el campo espiritual, puede ser transferido al campo del diálogo interdisciplinario muy fácilmente». El prof. Marek Rembierz, pedagogo de la Universidad de Silesia, Katowice, Polonia, confirmó diciendo: «Me resulta muy interesante pensar en una dimensión interdisciplinaria. Esto requiere un cambio de mentalidad notable: modificar el lenguaje de la ciencia, de la cultura, con el lenguaje del corazón. Ha sido una fuente de inspiración para los participantes y puede serlo para la vida social de las personas». Gianvittorio Caprara, catedrático de Psicología y neurociencias sociales, de la Universidad La Sapienza, de Roma agregó: «Chiara Lubich ha tenido intuiciones particularmente felices y fecundas. Fecundas porque han inspirado un trabajo, un movimiento; ahora inspiran este congreso y proyectos de investigación. Un descubrimiento especial para mí ha sido la fecundidad de la categoría de la fraternidad, precisamente en una sociedad como la nuestra, en donde el riesgo más grave es el de ya no tener hermanos. Animo a los Focolares a insistir todavía más en la investigación sistemática del conocimiento para que la acción llegue a ser más transformadora y eficaz». «Con respecto a la fraternidad –prosigue Fiorin- el prof. Stefano Zamagni hizo en su intervención una lectura fascinante de la Economía de Comunión y la vinculó también con la política. Considero que dicha lectura se puede transferir también a la educación para inspirar un vínculo educativo y didáctico y que conduzca a soluciones didácticas importantes. Es un terreno que vale la pena profundizar y al cual pretendo dedicar mi atención». La conclusión del Congreso estuvo a cargo del prof. Biela, Daniela Ropelato vicerrectora del IUS y Renata Simon del Centro internacional de los Focolares. Para dar continuidad al diálogo interdisciplinario, que ha permeado todo el congreso, ofrecieron una indicación fuerte que proviene de un pensamiento de Chiara Lubich: «Para acoger en sí el Todo es necesario ser nada como Jesús Abandonado (…) Hay que ponerse ante los demás en la disposición de aprender, dado que realmente hay siempre algo que aprender. Sólo la nada recoge el todo en sí y estrecha a sí cada cosa en unidad». Un estímulo a cooperar con competencia, sabiduría y capacidad dialógica también y precisamente en el plano académico.