Movimiento de los Focolares
En la misma barca: un viaje hacia la paz

En la misma barca: un viaje hacia la paz

Hace unas semanas, participĂ© en el proyecto MED25, una nave escuela para la paz. Éramos 20 jĂłvenes de todo el MediterrĂĄneo (norte, sur, este y oeste) a bordo de un barco llamado “Bel Espoir”. Salimos de Barcelona y el tiempo no fue el esperado, asĂ­ que hicimos escala en Ibiza antes de llegar a Ceuta. Desde allĂ­ viajamos por tierra a TetuĂĄn y luego de regreso a MĂĄlaga. No fue solo un viaje, fue un viaje a travĂ©s de nuestras vidas, mentes y culturas.

Vivir en un barco con tanta gente diferente fue genial, pero no siempre fåcil. Cada día teníamos que dividirnos las tareas: cocinar, servir la comida, limpiar, lavar los platos. Nos turnåbamos en equipos para que todos experimentåramos el ritmo de vida a bordo. También aprendimos a navegar, lo cual fue un poco loco al principio. Ojalå pudiera decir que al final todo se volvió natural, pero la verdad es que fue mås difícil de lo que esperaba. Empiezas a comprender cuånto trabajo en equipo se necesita para salir adelante.

Pero no estĂĄbamos allĂ­ solo para cocinar y navegar. EstĂĄbamos allĂ­ para hablar, para hablar de verdad. Abordamos ocho grandes temas: cultura, educaciĂłn, el papel de la mujer, religiĂłn, medio ambiente, migraciĂłn, tradiciones cristianas y, por supuesto, la paz. No eran discusiones teĂłricas. Eran temas profundamente personales. Compartimos nuestras opiniones y a veces chocamos. En ocasiones, las discusiones se acaloraron. Hubo momentos de frustraciĂłn. Algunas conversaciones se convirtieron en discusiones acaloradas.

Pero la verdad es esta: no puedes simplemente irte de un barco. No puedes volver a casa y dormir. Vives junto con los demĂĄs. Comemos juntos. Navegamos juntos. Literalmente, estamos en la misma barca. Esto lo cambia todo. Hace que sea imposible seguir enojado por mucho tiempo. Tuvimos que hablarlo. Tuvimos que escucharnos, y a veces tuvimos que admitir nuestros errores.

Para mí, esto fue lo mås impactante de esta experiencia. Me di cuenta de que la mayoría de los conflictos, ya sean entre personas o entre países, no surgen del odio. Provienen de la falta de conocimiento, de los estereotipos, de la desinformación. Y así como nosotros tuvimos la oportunidad de conocernos en ese barco, el mundo también puede. Si pudimos superar años de malentendidos en tan solo dos semanas juntos, imagínense lo que sería posible si la gente estuviera realmente dispuesta a escucharse.

TambiĂ©n he descubierto muchas cosas inesperadas. Como que la Cuaresma se celebra de forma diferente en Europa y en Oriente Medio. O cĂłmo la religiĂłn juega un papel completamente distinto en la polĂ­tica y la vida pĂșblica, segĂșn dĂłnde vivas. En Europa, suele ser un asunto privado, mientras que, en muchos paĂ­ses de Medio Oriente, la religiĂłn influye en las leyes, las polĂ­ticas y la vida cotidiana. No eran solo nociones: sentĂ­ la diferencia a travĂ©s de la gente con la que convivĂ­a.

Lo que mĂĄs me impactĂł fue que, a pesar de todas nuestras diferencias, tenĂ­amos mucho en comĂșn. Hemos reĂ­do mucho. Bailamos. Sentimos el mal de mar juntos. Incluso tuvimos la oportunidad de ayunar juntos, ya que estuvimos en tiempos de Cuaresma y RamadĂĄn. Hicimos arte, leĂ­mos libros, hacĂ­amos bromas, rezĂĄbamos en muchos idiomas diferentes al mismo tiempo, descubrimos religiones como el cristianismo, el islam, el hinduismo y el judaĂ­smo, dormimos al aire libre y compartimos momentos de silencio y sagrados. Y a travĂ©s de todo esto, aprendĂ­ que la paz no es algo lejano ni inalcanzable. Es algo muy humano. Es confusa y requiere esfuerzo. Pero es posible.

Regresé transformada. No porque crea que ya hemos resuelto todos nuestros problemas, sino porque ahora creo que la paz no es un sueño, es una elección. Una elección que realmente empieza por ver y escuchar al otro.

Y si 20 desconocidos pudieron hacer eso en una barca en medio del mar, entonces también hay esperanza para el resto del mundo.

Bertha El Hajj, joven embajadora de paz.

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Maria Grazia Berretta