La Iglesia en Brasil recientemente realizó la elección de identificarse cada vez más en una “red de comunidades”. Es en este contexto que se injerta el encuentro sacerdotal del Movimiento de los Focolares que se desarrolló del 3 al 10 de enero pasado, en las proximidades de San Pablo.
La ciudadela Mariápolis Ginetta, fue el escenario que recibió a l45 sacerdotes, diáconos y seminaristas provenientes de las distintas regiones del País, con representantes de Argentina, Bolivia y Perú.
Como fondo, el llamado del reciente Sínodo de obispos a concretar “experiencias de comunión, que, con la fuerza ardiente del amor – « ¡Miren como se aman!» -, atraigan la mirada desencantada de la humanidad contemporánea”, “pozos a los cuales invitar a los hombres y a las mujeres sedientos y hacerles encontrar a Jesús” (Mensaje al pueblo de Dios, n.3)
Cada día, el programa, introducido por una frase del Evangelio como propuesta de vida, recorría un itinerario de profundización en la espiritualidad de la unidad. Para dar relieve a la vida de comunión, el diálogo en el plenario y el trabajo en grupos tuvieron un lugar de privilegio.
En el contexto de la celebración del Año de la Fe, se habló de la relación entre el Concilio Vaticano II y la promesa evangélica de la presencia de Jesús entre todos los que están unidos en su nombre.
Dar visibilidad a esta presencia pareció a todos una necesidad urgente. También se constató que la Iglesia, en lugar de mirarse a sí misma o presentarse en el mundo con un perfil institucional, está llamada a dialogar con la cultura, mostrando a Jesús a través del amor mutuo vivido entre las personas.
Entre las conclusiones del encuentro, se expresa la convicción de que esta presencia de Jesús permite a la Iglesia renovar sus estructuras y sus métodos a través de relaciones auténticas y una vida espiritual profunda.
El encuentro, además, ofreció la oportunidad de ubicar la presencia del Movimiento de los Focolares como un servicio específico a los sacerdotes, diáconos permanentes y seminaristas en las distintas regiones de Brasil, formando numerosos grupos de intercambio con el fin de profundizar en la vida cotidiana el carisma de la unidad como fuente inspiradora de la vida y del ministerio.
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