Movimiento de los Focolares

Budistas y cristianos en diálogo/1

Jun 23, 2017

A finales de abril se desarrolló en Taiwán el VI simposio Budista-Cristiano del organizado por el Centro del Diálogo interreligioso de los Focolares con varios representantes cristianos y budistas. Primera parte.

IMG_8252 El evento siguió una fórmula inédita marcada por tres momentos distintos, tanto por el lugar como por el contexto religioso donde se desarrollaron las actividades, convirtiéndose en una especie de peregrinación de diálogo entendido como camino común, una fórmula apreciada por el Papa Francisco quien a menudo sugiere que hay que seguir caminando juntos, un binomio fundamental en la gran obra que es el diálogo interreligioso. La primera parte del evento tuvo lugar en la Fu Jen University, prestigiosa universidad católica de la isla. El título –Budistas y Cristianos en diálogo: de los escritos de los misioneros al diálogo interreligioso – era de por sí invitante. Hacía referencia a cuánto ha cambiado el mundo de las religiones desde cuando llegaron los primeros misioneros a Oriente a partir del siglo XV hasta hoy, cuando se trabaja en una de las necesidades fundamentales de la humanidad: el diálogo entre hombres y mujeres creyentes, sin importar cuál es su credo. IMG_8275La jornada de reflexión fue co-organizada por la Universidad Católica de Taiwán, el Instituto Universitario Sophia, el Centro del Diálogo Interreligioso del Movimiento de los Focolares, y el Dharma Drum Mountain, monasterio y universidad budista, que representa uno de los centros de renovación fundamental del Budismo Chan de China. Eran unos setenta los participantes, muy calificados: un nutrido número de monjes theravada y laicos budistas y católicos de Tailandia, un grupo de Taiwán, el Presidente del Dharma Drum Institute for Liberal Arts, además de autoridades en el campo académico. Los trabajos presentados enseguida suscitaron gran interés. Las presentaciones que se referían a los escritos de los misioneros se concentraron en aquellos entre el siglo XIV y el siglo XIX. Pero el centro neurálgico de la reflexión fue Mateo Ricci, jesuita, gran apóstol del cristianismo en esta parte del mundo, maestro del arte de la adaptación que le permitió llegar al alma de estos pueblos de China. Sin embargo, precisamente Ricci fue el centro de interés por su posición para nada conciliadora con respecto al budismo, que era visto por él y por muchos de sus contemporáneos, como un tropel de ritos y manifestaciones paganas. Los misioneros en los siglos que van del XV al XX no fueron para nada abiertos en relación con los seguidores de Buda y en sus debates estaban orientados a demostrar quién era el seguidor del verdadero Dios y de la verdadera religión. Las ponencias pusieron en evidencia también la posición crítica de los seguidores del Buda en relación a los cristianos. Y se puso de relieve cómo sobre estos puntos se nutrían sentimientos recíprocos. Precisamente este marco histórico, con respecto al cual también nosotros católicos no podemos negar la necesidad de hacer un adecuado examen de conciencia por los errores derivados de actitudes discriminadoras, puso en evidencia el valor de las experiencias de estos últimos 60 años. El diálogo hoy, se ha encaminado bien gracias a las relaciones de confianza recíproca, si bien todavía quedan puntos que es necesario aclarar y eventualmente defender para asegurar la auténtica identidad de cada cual y evitar sincretismos. A lo largo de los trabajos se presentaron experiencias concretas de diálogo en Hong Kong, en Corea, en Tailandia y en Filipinas, pero también se pusieron ejemplos de nuevos actores, como los movimientos eclesiales, y de protagonistas reconocidos que fueron los pioneros en la experiencia de diálogo que ha continuado siguiendo sus huellas. El ejemplo de la amistad espiritual entre Chiara Lubich y Nikkyo Niwano, fundadores, respectivamente, del Movimiento de los Focolares y de la Rissho Kosei Kai, puso en evidencia cómo los Movimientos de renovación, que caracterizan desde hace más o menos un siglo a las varias religiones, si bien en formas diferentes y con las características de las respectivas culturas y credos, son vehículos de encuentro y amistad entre personas y comunidades. Estos dos sentimientos caracterizaron el trabajo de la primera jornada del simposio-peregrinaje en un intercambio sereno sobre el camino hecho en estos siglos, abriendo a la esperanza de un futuro de recíproca comunión y colaboración de cara a los grandes desafíos de la humanidad: la justicia social, el medio ambiente y la paz. (Continúa) De Roberto Catalano

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