Llegamos al Dharma Drum anoche, al atardecer, y unos jóvenes voluntarios nos recibieron con exquisita amabilidad y nos ayudaron a ubicarnos en nuestras habitaciones. Luego pasamos a la cena y a los saludos. Esta mañana empezó el simposio. Tanto la sala del congreso, como todo el edificio que contiene el College of Liberal Arts son modernos. Fueron construidos por un arquitecto japonés con jardines colgantes para garantizar un clima agradable incluso durante la estación cálida y húmeda, aunque aquí parece que la humedad domina en todo momento del año. La comida que nos brindaron, absolutamente vegetariana, de alto nivel culinario, fue la expresión de una acogida delicada y atenta que nos hizo sentir como en casa. A las 10 horas empezó la ceremonia de apertura. Uno de los miembros del cuerpo docente, Guohuei Shih, presentó a los distintos ponentes. Rita Moussalem y Roberto Catalano, co-directores del Centro para el diálogo interreligioso de los Focolares, fueron los primeros en hablar después de los saludos del Encargado de Negocios del Vaticano, el padre Giuseppe Silvestrini. Fuimos unos setenta participantes procedentes de EEUU, Europa, Tailandia, Corea, Japón, Filipinas, China y Taiwán, católicos y budistas de varias tradiciones. Estuvieron monjes y laicos theravada de Tailandia, budistas japoneses mahayana en representación de antiguas escuelas tales como la Nichiren-Shu, la Tendai-Shu y de movimientos recientes como la Rissho Kosei-kai. Se percibió mucha cordialidad entre todos, una relación consolidada a lo largo de los años con algunos que vinieron con sus jóvenes seguidores. Después de la ceremonia de apertura, la visita al gran conjunto. Los grupos se dirigieron hacia distintas partes del Dharma Drum Mountain. Muy significativa la visita al museo del Master Sheng Yen, fundador del Dharma Drum y reformador del budismo Chan. Por la tarde seguimos viendo las varias salas en las que se honran distintas imágenes de los Buda. Especialmente interesante fue la lección sobre cómo aquí se venera al Iluminado. Los monjes Theravada aprenden humildemente de unos jóvenes monjes de su misma tradición que están estudiando en esta universidad. Pero el momento más hermoso de la jornada fue el así llamado periodo de la Blessing: un largo momento de oración, durante el cual se reza según la propia tradición: solemnidad, respeto y silencio. En la sala del Buda, donde esta mañana celebramos la misa con los cristianos, nos quedamos una hora y media mientras se sucedían varias oraciones. Empezaron los monjes theravada y continuaron los cristianos. También participaron los miembros de la Rissho Kosei-kai, los de la Tendai Shu y los monjes del Fo Gu Shan. Parecía como si el tiempo no hubiera pasado y en el corazón se advertía una gran riqueza. Era como palpar el anhelo del hombre de lo infinito y la necesidad de alcanzar lo absoluto sobre todo ante los grandes problemas del dolor y de la guerra. Saliendo nos sentimos más cercanos los unos a los otros, sin embargo fue éste el momento del programa de estos días en el que más se puso en evidencia la diversidad. Gracias al espíritu de comunión, de respeto recíproco que nos mancomunó en cada expresión del programa”. En los días siguientes, los trabajos continuaron en un crescendo de conocimiento recíproco y de relaciones de amistad y verdadera fraternidad. Se habló de sufrimiento, con intervenciones acerca de la dimensión personal y social del mismo, presentadas por cristianos, budistas theravada de Tailandia y de Mahayana, la Rissho Kosei-kai, la Tendai-shu y el Budismo Won de Corea. No faltaron los talleres en los que los ponentes presentaron simultáneamente contenidos referidos a religión y psicología, diálogo y actividades sociales, experiencias de diálogo en varios contextos y meditación y diálogo haciendo especial mención de la meditación vipassana. Tres expertos concluyeron con algunas reflexiones sobre los contenidos surgidos en el curso de los trabajos. Más allá de todo, lo que cuenta es la atmósfera creada. El mismo rector del D.I.L.A. (Dharma Institute of Liberal Arts) el Rev. Huimin Bikshu, contó que es el primer encuentro de este tipo en dicha universidad. Además de los participantes inscriptos, se agregaron monjas y monjes del Dharma Drum Monastery y estudiantes del College. La jornada se caracterizó por un gran compromiso espiritual y existencial. El diálogo permitió evidenciar varios aspectos que son comunes, aunque en medio de la gran diversidad existente entre las dos tradiciones. Son experiencias que lanzan puentes de diálogo, como afirmó el Rev. Nisyoka de la Tendai-shu japonesa, y dan esperanza. La conclusión de los trabajos se desarrolló a la tarde y fue organizada por la Providence University, institución académica con sede en Thien Chu. Fue el momento de hablar de economía, medio ambiente y diálogo entre las religiones. Es difícil expresar los resultados de esta semana de experiencia común, reflexión y amistad espiritual porque está en lo íntimo de cada uno de los participantes. Tal vez, lo que expresó un joven monje japonés, abad de uno de los templos en su país, explica la profundidad de la experiencia vivida. «Muy escasas veces en mi vida advertí la presencia íntima de Dios-Buda como ha sido en los días de nuestro simposio en Taiwán. […] Estudié en escuelas cristianas y siempre pensé que el cristianismo era una religión que se desarrolla en la iglesia (en el sentido de ritos y funciones religiosas). Durante el simposio en Taiwán entendí que el cristianismo, en cambio, es la religión de la presencia de Dios entre los hombres». De Roberto Catalano Lee la primera parte
Ser madres/padres de todos
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