¿Una Europa algo cansada y pesimista? Puede ser. En estos términos habló también el papa Francisco durante su visita al Consejo Europeo en Estrasburgo. Son numerosos los desafíos que Europa, y todo el mundo, deben afrontar. El congreso de diálogo entre budistas y cristianos, que tuvo lugar, el 10 de diciembre, en la Pontificia Universidad Urbaniana, trató de transmitir un mensaje común de esperanza para que el mundo no gire sólo alrededor del interés económico, sino que tenga en su corazón una orientación antropológica que afirme la sacralidad de la persona humana. El evento fue promovido por la Oficina Nacional para el Ecumenismo y el Diálogo interreligioso de la Conferencia Episcopal italiana (UNEDI), por el Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso, por la Unión Budista Italiana, y varios organismos cristianos y budistas. La crisis vista desde varias perspectivas: la antropológico-teológica para poner los cimientos, y la económico-financiera para ofrecer algunos imput. Las palabras de Vincenzo Giorgino de la Universidad de Turín, y de Luigino Bruni de la Universidad de Lumsa de Roma, uno budista y otro cristiano, tenían el objetivo de profundizar en la crisis y en la incertidumbre del hombre contemporáneo. A partir de allí surigieron algunas ideas para estudiar y reflexionar sobre el capitalismo que puede ser superado mediante nuevos paradigmas como el de la Economía de Comunión. Se presentaron después una serie de testimonios sobre la lucha contra la crisis. La Comunidad de San Egidio habló de cómo avanzan por su camino, que está hecho de oración, los pobres y la paz; las hermanas de Madre Teresa de Calcuta hablaron de cómo ayudan a las madres solteras en Italia; el Movimiento de los Focolares se refirió al apoyo a los inmigrantes que llegan a Lampedusa y sobre el camino de fraternidad iniciado con los musulmanes en Sicilia. Por la parte budista, la Rissho Kosei-kai de Japón dio un testimonio de cómo recogen fondos con la campaña Skip a meal (salta una comida) ante situaciones de pobreza, emergencias, necesidades educativas, ambientales, de los refugiados, y otras. La Fundación Tzu-chi de Taiwán, iniciada por un pequeño grupo de monjas budistas y de amas de casa, cuenta con 10 millones de voluntarios y donadores y pudo enviar ayuda a 85 países.
Al día siguiente, la delegación de la Fundación Tzu-chi, guiada por su portavoz el Rey-Shen Her, fue recibida en la sede internacional del Movimiento de los Focolares para un encuentro de conocimiento recíproco. Estuvieron presentes algunos amigos budistas de Roma y miembros de los Focolares comprometidos en varios ámbitos. Tzu-chi, que en chino quiere decir “compasión y socorro”, es la organización budista de obras de caridad más grande del mundo. Fue fundada en 1966 por Cheng Yen, monja budista, ganadora del Premio Niwano por la Paz 2007. «Después de las respectivas presentaciones de la espiritualidad y las actividades, si bien muy sintéticas, siguió un diálogo abierto y se pudieron identificar algunas características comunes», explicó Christina Lee, del Centro para el diálogo interreligioso de los Focolares: «ambas fueron fundadas por una mujer, viven la cultura del dar, subrayan el sentido de familia, el amor recíproco y el altruismo», por ejemplo. Respondiendo a las preguntas, el prof. Her afirmó que «las actividades de compasión hacia los necesitados nos purifican». «Somos conscientes de que nuestro encuentro con el otro, o está lleno de humanidad y de compasión o fracasa en su misión, es decir, llevar a Dios a los hombres de hoy, en forma discreta y a veces escondida, pero no por eso eso menos auténtica y significativa», concluyó el padre Cristiano Bettega, director de la UNEDI. «Son palabras –afirma Christina Lee – que a nosotros nos hacen recordar las de Chiara Lubich, cuando dijo que “vamos a Dios a través del hermano”. Son elementos que nos unen en el camino común hacia la fraternidad universal y por el bien de la humanidad».
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