Ene 4, 2015 | Focolare Worldwide
Gonzalo Perrín no habría nunca imaginado que a sus 29 años habría sido socio y manager de una fábrica de galletitas. Estaba aún estudiando en el área de la Hotelería cuando conoció la Economía de Comunión (EdC), quedando tan impresionado que quiso dejar todo para poner en práctica los ideales que la animan. «En el 2008 – cuenta- renuncié a mi trabajo y volví a mi pueblo, a O’Higgins para producir galletitas. Al principio trabajaba en mi casa donde estuve varios meses mientras organizaba el galpón y compraba las máquinas adecuadas» Hoy dirige “Pasticcino”, una fábrica que está ubicada dentro del Polo industrial Solidaridad, en la ciudadela argentina de los Focolares. Produce dos millones y medio de galletitas por mes, que se distribuyen en 25 cadenas de bares y cafeterías. Actualmente se está estudiando la posibilidad de abrir una sucursal en Brasil, en el Polo Spartaco de la ciudadela que queda cerca de San Pablo.
Para permancer fieles al espíritu de la EdC y compartir las utilidades de la empresa con los necesitados, Gonzalo tuvo que pedir préstamos a los bancos. Otra experiencia particular es que en la “Pasticcino” se vive en integración con los empleados, en especial con Charly, un no vidente. Durante una visita que le hicieron, hubo alguien que le dijo a Gonzalo que Charly era un costo extra para la empresa: «Puede ser que resulte un poco más costoso – respondió-, pero lo que no se ve en el balance es que él representa una riqueza enorme para la empresa, por las ideas que propone y por el buen ambiente que despertó entre los colegas». Lo cierto es que hoy Gonzalo aprecia a Charly no tanto como un empleado sino como un consejero y un amigo.
Si alguien le pregunta si vale la pena y si no quisiera ganar un poco más, responde: «A veces cuando subo al auto de un amigo, digo: ¡qué buen auto! Pero tampoco a mí, nunca me faltó nada y las cosas más importantes de la vida, es decir las relaciones entre las personas, no se compran con dinero. No sé cuánto tiempo durará la empresa, pero si terminara, las relaciones quedarán y éste es el bien más precioso que tengo».
Ultimamente, Gonzalo debía cerrar un gran negocio con un nuevo cliente: «Ya estuve en cinco reuniones. Hace diez días fui a la sexta y parecía que existiesen posibilidades. Desde entonces vivía mirando el teléfono y esperando. Me estaba enloquecinedo, cuando, durante el cumpleaños de mi papá, mi abuela de 82 años me preguntó cómo marchaba la empresa. Le conté a fondo sobre este negocio y me respondió: “No te preocupes Gonzalo, si no concluyes nada con esta compañía será por un bien mayor”. No sé cómo, pero ante esas palabras, la preocupación desapareció».
Después de algunos días llegó, en cambio, el cumpleaños de la abuela «y justo ese día, el gran cliente del que hablaba, ¡me aceptó como proveedor! ¡La “Pasticcino” crece!»
Ene 1, 2015 | Focolare Worldwide
«Hoy, como resultado de un desarrollo positivo de la conciencia de la humanidad, la esclavitud, crimen de lesa humanidad, está oficialmente abolida en el mundo. El derecho de toda persona a no ser sometida a esclavitud ni a servidumbre está reconocido en el derecho internacional como norma inderogable.
Sin embargo, a pesar de que la comunidad internacional ha adoptado diversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus formas, y ha dispuesto varias estrategias para combatir este fenómeno, todavía hay millones de personas –niños, hombres y mujeres de todas las edades– privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud» escribe el papa Francisco en su mensaje para la Jornada mundial de la Paz, que se celebra el 1° de enero, fiesta de la familia.
Y mientras el Papa escribe, piensa en «tantos trabajadores y trabajadoras, incluso menores, oprimidos de manera formal o informal en todos los sectores». Y piensa también «en las condiciones de vida de muchos emigrantes que, en su dramático viaje, sufren el hambre, se ven privados de la libertad, despojados de sus bienes o de los que se abusa física y sexualmente. En aquéllos que, una vez llegados a su destino después de un viaje durísimo y con miedo e inseguridad, son detenidos en condiciones a veces inhumanas».
Mohamed proviene de Mali y sobrevivió a un naufragio en el mar y a una vida de pobreza y sufrimientos. Hoy, desea sólo agradecer. Quien nos cuenta su historia, a través de las páginas de Cittá Nuova, es Flavia Cerino, abogada. «Mohamed tenía poco más de 15 años cuando decidió partir: Luego de un largo viaje por el desierto, de Libia (prisiones y abusos) y por fin llegó a Italia. Mare Nostrum lo salvó del naufragio pero apenas desembarcó lo esposaron: los compañeros de viaje lo denunciaron como parte del grupo de traficantes de seres humanos que habían organizado la travesía, aunque realmente él no tenía nada que ver con estas personas. Efectivamente había repartido algo para comer y beber en el barco, pero si no lo hubiera hecho, los traficantes, los de verdad, lo hubieran tirado al mar.
Como era sólo un chico, no lo metieron en una verdadera cárcel. Esperó el juicio en el que se debería confirmar la condena, en un espacio triste y angosto en el palacio del Tribunal de la gran ciudad, pero muchas personas se ocuparon de él. Los policías eran amables y las trabajadoras sociales se interesaron por su vida, su salud y su familia. Hacía meses que nadie lo trataba con tanta atención. Estaba acostumbrado a recibir órdenes, no a contestar preguntas. Además, uno de los policías hablaba francés y él pudo explicar bien cómo se dieron los hechos». La audiencia para la confirmación de la condena concluyó bien: no fue a la cárcel, sino a una comunidad.
«No era libre, pero sin duda estaba mejor que en la cárcel. El lugar era bonito y estaba ubicado en una pequeña ciudad soleada aún más al sur. Mohamed se ganó la estima y el amor: estando dispuesto a realizar los trabajos domésticos, a aprender nuevas palabras de italiano, ama el fútbol pero también el silencio y la soledad.
Muchos meses después llegó el momento de presentarse ante el Juzgado. Esto significaba volver a su pasado, a las cosas feas que había vivido y que quería olvidar. A pesar del tiempo transcurrido, los recuerdos estaban todos allí, también los hermosos. De esta forma, una vez terminada la audiencia, hizo un único pedido: volver al último piso, a aquellas habitaciones angostas, para decir sólo “gracias” a ese policía que habla francés y a aquellas señoras tan amables. Nunca las olvidará. Lamentablemente ninguno de los que él conoció estaba en servicio. Pero ese “gracias” se los trasmitirían los colegas. Realmente fue un evento poco común».
«Sabemos que Dios nos preguntará a cada uno de nosotros: ¿Qué has hecho con tu hermano?» – concluye el papa Francisco. «La globalización de la indiferencia, que ahora afecta a la vida de tantos hermanos y hermanas, nos pide que seamos artífices de una globalización de la solidaridad y de la fraternidad, que les dé esperanza y los haga reanudar con ánimo el camino, a través de los problemas de nuestro tiempo y las nuevas perspectivas que trae consigo, y que Dios pone en nuestras manos».
Dic 29, 2014 | Focolare Worldwide
¿Qué significado tiene la consagración de un laico, para ti que vienes de América Latina, una región rica en diversidad cultural, social y religiosa?
“El laico consagrado acentúa la cotidianeidad de la vida, la consagración surge de ese anhelo común a todo ser humano: la realización integral. Entonces la consagración a Dios tiene sentido si humaniza, haciéndonos capaces de vivir una vida plena (cf. Jn 10,10). La fuente de la consagración está en aquel día que Dios nos conquistó: allí está nuestra “Galilea” – como diría Papa Francisco -, ese momento al cual queremos volver para encontrar al Señor. Por eso pienso que la consagración no consiste en adherir a un ideal sino en ser fieles a esa relación vital. Una plenitud de vida que, obviamente, no es monopolio de los “consagrados”. Es más bien lo contrario: cada vida de consagración es auténtica donación a Dios en la medida que es donación total de la propia vida. Por tanto, para mí, la consagración es tal solo si ayuda a humanizar: a mí, a los demás y al cuerpo social. De lo contrario es otra cosa: evasión de la cruda realidad, encierro narcisista, refugio cómodo y tranquilo. La consagración tiene muy poco que ver con la tarea que uno desarrolla; tiene poco que ver con un estado de vida o el vínculo con una institución. Todo eso viene después. Ella tiene que ver con la pasión de darse totalmente a Dios y a los demás: con cuerpo, mente y espíritu, para encontrarse en esa Presencia de amor que es la fuente de toda vida digna.”
Como focolarino, ¿qué pondrías en evidencia en tu modo de vivir la consagración?
“La búsqueda del Misterio. Cuando tenía 17 años Dios se me manifestó como Amor. Soy un sediento de su Presencia. Es desde ese momento que Lo busco una y otra vez, permaneciendo Dios siempre un Misterio. Una Presencia muy cercana que al mismo tiempo, como arena entre las manos, se escurre de nuestras comprensiones. La búsqueda se alimenta del anhelo por esa Luz que parece desaparecer cuando la encuentras. Que va y viene mostrándose y escondiéndose a través de los rostros, circunstancias y las transformaciones sociales. Como dice el poeta León Felipe: “Ninguno fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana, hacia Dios, por este camino que yo voy. Para cada hombre guarda, un rayo nuevo de luz el Sol…, y un camino virgen, Dios”.
¡A cuanta responsabilidad, libertad y creatividad me invita Dios!
Cada día estoy llamado a intuir, descubrir y recorrer, en las miles circunstancias de la vida, ese “rayo nuevo de luz”, ese camino virgen que “Ese Misterio” amoroso conserva para mí. Por tanto, cada día es consagración.”
¿Cómo defines tu consagración, en relación al mundo de hoy en continuo cambio?
“Una vez Chiara Lubich habló de “focolares ambulantes por el mundo”. Me gusta utilizar la imagen del nómada para relatar mi vida de consagración. Un nómada que, en su búsqueda del Misterio, procura consagrar la vida. Uno que se pone en marcha, una y otra vez, en busca de tierras fértiles que siempre resultan ser momentáneas. La tierra fértil del Absoluto, en cambio, es inagotable. En medio de amenazas desconocidas el nómada se traslada y lo desconocido se vuelve fuente de nuevas relaciones de vida: con los otros, la naturaleza, con Dios. La tierra fértil es un espacio que surge de las relaciones. Lo sagrado no son las cosas, sino las relaciones. El nómada a veces camina en la soledad pero, generalmente, lo hace en grupo. Mi búsqueda del Misterio se entrelaza con relaciones de comunión. Hay una prioridad de las relaciones interpersonales, impregnadas de ese amor que se hace acogida y don recíproco como despojo del yo. La definiría como “personalmente comunitaria”, donde se generan tierras fértiles con los otros y para los otros. Dinámica de la unidad siempre nueva, frágil y en transformación, para crear y recrear espacios vitales de Su Presencia. Y cómo sucede al nómada, es en aquellos espacios vitales que surge la sabiduría de la vida, aquella que sirve para promover más vida.
Como los nómades que se cruzan y comparten el camino con otros grupos, mi donación a Dios se nutre y enriquece del intercambio vital de experiencias en distintos ambientes culturales, religiosos, sociales y existenciales. La del nómada es una vida cargada de equipaje ligero donde la sobriedad es principio de sobrevivencia. Mi consagración ha de crecer para estar enraizada en lo esencial, despojada y libre de tanto peso material, intelectual, cultural, sentimental y religioso; haciendo de la sobriedad una clave de discernimiento de ella.”
Dic 29, 2014 | Focolare Worldwide
Dic 26, 2014 | Focolare Worldwide
“Te fuiste en silencio, casi furtivamente y sin molestar. Tal vez deseabas llegar a tiempo para celebrar tu Navidad definitiva, la de la Vida, allá arriba,….”, escribe uno de los focolarinos que vivió con él en los últimos años en Rocca di Papa.
Nace en Vicenza (Italia) el 22 de febrero de 1927. Conoce el Ideal de la unidad en Pisa en el ’52, siendo estudiante de la Facultad de Medicina. Después de vivir algunos años en Roma, Pescara y Turín, se produce un gran cambio: África.
Transcurrían los primeros días de octubre del ’62 cuando Chiara Lubich y Padre Foresi le preguntaron a él y a Nicasio Triolo, otro médico focolarino: “¿Están dispuestos a partir para África?”
El 11 de febrero del ’63 llega a Camerún, junto con Danilo Gioacchin, veterinario, veneto como Lucio. La vida en África es un cotidiano preguntarse sobre la realidad circundante, en una actitud de honesto y desarmado respeto hacia una cultura hasta el momento completamente extraña y también con un gran respeto hacia sus habitantes. Estupor, incertidumbre, descubrimientos y percepciones agudas de los límites frente al misterio, pero sobre todo apertura incondicional a los planes de ese Dios que transformará todo en un magnífico “canto de amor” que transcurre paralelamente a la fundación del Movimiento y a la irradiación del Ideal de la unidad en el continente africano. Este período tan particular, Lucio lo vivirá en estrecha relación con Chiara Lubich, que viajará a Camerún en el ’65, ’66 y en el ’69. Más adelante, en el ’92, Chiara irá a Kenia y nuevamente a Fontem (Camerún), donde, durante ese tiempo, había nacido la primera ciudadela de los Focolares en África. En el 2000 Chiara visita África por última vez. Lucio está contentísimo cuando constata que “en el lapso de 35 años el sueño de Chiara se convirtió en una realidad, que Dios está, que el amor es verdadero y que el amor mutuo es el secreto de la felicidad: y esto es así porque la Virgen nos abrazó a todos en una sola familia”.

Desde la izquierda: Lucio Dal Soglio, Georges Mani, Dominic Nyukilim, Teresina Tumuhairwe, Benedict Murac Manjo, Marilen Holzhauser, d. Adolfo Raggio, Nicolette Manka Ndingsa.
A Lucio no le gustaba hablar de sí mismo, no se ponía nunca como modelo, no aparecía. Pero para aquéllos que tuvieron la fortuna de conocerlo, Lucio fue un “gran Baobab” – como algunos amigos africanos escribieron en estos días. Son muchísimos los ecos que llegan desde África: “No estaremos nunca suficientemente agradecidos a él por todo lo que hizo por la Obra de María aquí en África!!!”. “Su amor hacia el hombre era infinito, porque para él cada hombre era Cristo, a quien Lucio amaba sin medida…” “Lo recordamos sobre todo por su radicalidad y sinceridad en vivir el Evangelio, era un hermano mayor, un amigo verdadero que nos acompañó siempre en este ‘santo viaje’ de la vida”. “Imagino a ‘María Africana’ con los brazos abiertos de par en par para recibir a este hijo suyo predilecto junto con muchos otros que vivieron, sufrieron, trabajaron y amaron sin medida para llevar el Ideal de la unidad a la tierra africana. Éste no es un momento de tristeza, sino de agradecimiento profundo a Dios por el don de haber recorrido un tramo de nuestro santo viaje con Lucio que nos hizo de padre, de hermano mayor y de amigo”.
La palabra del Evangelio que Chiara Lubich le había indicado como faro para su vida, era: “Y dejando las noventa y nueve, fue a buscar a la oveja perdida” (Mt 18, 12).
“Rezamos por él – escribe María Voce a los miembros de los Focolares- y le pedimos que ayude a toda la Obra de María a cumplir el designio de Dios, para que todos sean uno”.
Dic 21, 2014 | Focolare Worldwide, Senza categoria
En Costa de Marfil, entre el 2002 y el 2006, se combatió una guerra civil que fue poco conocida en Europa y en el mundo. No se trató de una guerra de religión, aunque algunos medios trataron de presentarla de esa forma. Fue un conflicto político por el control del poder.
Desde 1975, los Focolares están presentes en este país. Residen en la capital Abidjan y en Man.
«Cuando estallaron las hostilidades, y la zona de Man comenzó a ser el blanco de los rebeldes, los países occidentales aconsejaron a sus compatriotas que residían en esa zona, que evacuaran el país de forma inmediata. El punto de evacuación de los extranjeros se encontraba delante de uno de nuestros centros, la ciudadela Victoria. El Centro se estaba llenando de prófugos. Entonces nosotros los europeos y africanos decidimos permanecer con la población. Era una elección verdaderamente arriesgada, pero nos motivaba el deseo de compartir el drama que involucraba a todos».
A partir de ese momento trabajaron juntos para recibir a las miles de personas que se dirigieron a este Centro. Los refugiados pertenecían a distintos grupos tribales y eran musulmanes, cristianos y fieles de las religiones tradicionales africanas. Todos fueron recibidos sin ningún tipo de distinción. Los miembros de los Focolares ofrecieron sus locales para ubicarlos provisoriamente. Muchos de los refugiados trajeron todo lo que podían.
«La vida dentro del centro, aún entre inconvenientes causados por el conflicto, continuó igual que en las ciudades con una convivencia pacífica e integrada por las diversas comunidades, aún si existían inevitables tensiones. Se realizó un amplio operativo de comunión de bienes de primera necesidad (ropa, comida y agua). Según la información que brindó el gobierno, todos los médicos y enfermeros habían escapado y el único médico que quedaba era uno de nosotros, quien se ocupó de la atención de todos sin ninguna discriminación, incluso de los rebeldes, que, por un lapso de tiempo, controlaron la zona de Man. Apenas el gobierno retomó el control de la zona, la mayoría de las personas se fueron a sus pueblos, pero algunos quisieron quedarse».
La experiencia realizada en Man pone en evidencia algunos aspectos que son propios de la forma de proceder de las comunidades de los Focolares cuando existen situaciones riesgosas: «En primer lugar, la presencia en el territorio que durante años se inspiró en la vida evangélica y creó una comunidad inter-étnica, supo ofrecer un lugar de acogida y de paz. Los miembros de nuestra comunidad, movidos por una fuerte motivación espiritual, maduraron la elección de quedarse con la gente, compartiendo su destino. Actuando el principio de la fraternidad, pudimos garantizar que todos fueran acogidos, sin ningún tipo de discriminación. De aquí nació una confianza recíproca que permitió que miles de personas no sólo sobrevivieran, sino también que compartieran lo que tenían con los demás. Se generó confianza entre todos, incluidos los rebeldes, y est4o hizo posible que se pusieran a salvo otras vidas. De hecho, algunos rebeldes, poniendo en peligro su vida, escoltaron un omnibus especial, que pudo llevar al territorio controlado por el gobierno, a los niños que estaban alojados en un hospital que había caido en manos de otros de ellos. Finalmente, gracias al esfuerzo de todos, se mantuvo una cierta cohesión del tejido social».
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