Movimiento de los Focolares
Purificados por la Palabra

Purificados por la Palabra

Un “muerto vivo”

Estaba en la antesala de la comisaría. Hacía calor y estaba muy cansado. De pronto llegó un hombre mal vestido y cojo.Después de saludar con un hilo de voz débil, al darse cuenta de que estaba interesado en él, comenzó a contarme su historia. Era un refugiado sin techo, sin amigos, sin familia, sin documentos; un “muerto vivo”, como decían los policías que lo habían detenido. Al saludarlo le dije donde vivía: Y que si venía lo podíamos acoger, darle de comer y ofrecerle donde dormir. Efectivamente, algunos días después se presentó en nuestra casa.  Así, pudimos ayudarlo concretamente antes de que se marchara por la calle Yaundé. Para nuestra familia él fue una imagen de Cristo que sufre, un regalo. P.B.- Costa de Marfil

Consecuencias de un robo

Después de una hermosa jornada que pasamos en el parque acuático con nuestras hijas, en el estacionamiento nos damos de cuenta que habían robado los documentos y las llaves de nuestro auto… Después de denunciar el robo, nos preparamos para pasar la noche acampando detrás de la entrada principal. Las niñas lo vivieron como una aventura. Al día siguiente, cuando voy a comprar la nueva cerradura, me doy de cuenta que el gasto es exactamente la cantidad que mi esposa había recibido de forma inesperada un día antes. El hecho nos ayudó a reflexionar y juntos decidimos no guardar rencor a los ladrones. Algunos días después, cuando nos juntamos para rezar las oraciones, una de las niñas quiso recordar a los ladrones que nos dieron la ocasión de aprender a perdonar. S.G. Génova (Italia)

En la calle

Me encuentro con una prostituta en la calle. Me detengo, la saludo, le doy la Palabra de vida con el comentario de Chiara Lubich, explicándole que es un pensamiento del Evangelio. “¿Por qué haces esto?”, le pregunto. “Tengo que mantener a tres hijos” es su respuesta. Luego me pide que le lleve esa hojita a una compañera suya que está sentada más adelante adentro de un auto. La saludo también a ella, mientras le ofrezco la Palabra de Vida: “Es un pensamiento sobre Jesús”. Ella agradece y agrega que recién había terminado de rezar el rosario. Luego me muestra un librito de oraciones a María. Le hago a ella la misma pregunta. Responde: “Estoy divorciada y tengo cuatro hijos para alimentar cada día”. Juntos rezamos una Ave María para que pueda encontrar un trabajo digno. M.R.-Segni (Italia)

Extraído de: El Evangelio del día,  Città Nuova Editrice.

El Evangelio vivido: una contribución a la unidad de los cristianos.

Libres de prejuicios

Con una pequeña y activa comunidad evangélica metodista de nuestra ciudad decidimos ponernos al servicio de los numerosos inmigrantes del Norte de África que viven en nuestro país. Son tunecinos que trabajan como jornaleros en sericicultura; senegaleses y marroquíes que trabajan como vendedores ambulantes. Muchos de ellos no tienen una comida caliente durante la semana. Es por este motivo que organizamos un servicio de comedor al que invitamos a todos los inmigrantes que llegan cada semana para vender sus productos en la feria o en el mercado. Nos turnamos entre nosotros para hacer las compras, luego cocinamos, les servimos la comida y comemos  con ellos. Entre un plato y otro vemos que caen los prejuicios.    S.F. Italia

Una semilla de unidad

Estuve internado en el hospital debido a una pequeña intervención. Leí un libro que me dio mi novia. Eran hechos lindísimos del Evangelio vivido,  pero, me decía: “Es imposible vivir así”. Luego ella me presentó a algunas de estas personas y hablando con ellas comprendí y vi que, al contrario, sí se podía vivir así. Desde ese momento se abrió para nosotros un camino nuevo. Nos casamos con el deseo de formar una familia abierta a los demás. Pertenezco a la Iglesia evangélica y en cambio Anna es católica. Antes no era muy practicante. Al comenzar a vivir el Evangelio comprendí que debía tratar de dar testimonio antes que nada en mi Iglesia.Así lo hice. Me abrí a relaciones nuevas y ahora integro el consejo parroquial. Con nuestra vida, quisiéramos mostrar a nuestros hijos y a todos, la belleza del cristianismo, y ser como familia una semilla de unidad.    D.J.K. Alemania

La paz

Los combates cada vez más violentos  en el país, despertaron en mí una gran rebeldía y rabia. Sufría por mi impotencia ante tantas injusticias y dolores. Muertes inocentes, familias desalojadas de su casa, pueblos en ruinas. Tenía la impresión de alejarme de Dios, como si experimentara una especie de muerte interior. De noche, hablando con mi esposa sobre mi estado de ánimo, ella me propuso hacer un esfuerzo con la voluntad e ir al alba a recibir a algunas familias refugiadas que habían abandonado su pueblo que había sido devastado. Fuimos juntos y una de estas familias con tres niños vino a vivir con nosotros. La paz nuevamente volvió a mi corazón.    J.P. Líbano

Fuente: El Evangelio del día. Editorial Città Nuova.

Purificados por la Palabra

República Centroafricana: una maestra que va contra la corriente

«Soy maestra en una escuela primaria católica», escribe Eliane de la República Centroafricana,  «y, desde que conozco la espiritualidad de la unidad, sentí que debía poner en práctica el Evangelio, incluso cuando esto significaba ir contra la corriente en lo que respecta a prácticas comunes y difundidas». «Cuando en nuestro país se iba perfilando la amenaza de la guerrilla -continúa- propuse a mis alumnos que hiciéramos juntos el “Time Out”, un momento de oración en el que, estando unidos con muchas otras personas de todo el mundo, pedimos el don de la paz, para los lugares donde hay conflictos y en el corazón de cada hombre. Por eso, todos los días, también nosotros nos detenemos y rezamos”» Los niños de su escuela tienen la costumbre de comprarle al maestro, la arcilla o yeso que precisan para las manualidades que tienen que hacer. Eliane le da a cada uno lo que corresponde, mientras que otro maestro en vez de dar una barrita de yeso por cabeza que cuesta 25 francos, la divide a la mitad para sacar una ganancia que luego usa para comprar su almuerzo. El colega, viendo el comportamiento de Eliane, le preguntó el motivo. «Le hice comprender que su forma de actuar no era la correcta porque los niños merecen justicia y también porque Jesús dijo: “Todo lo que hagan al más pequeño de mis hermanos, lo hicieron a Mí” (Mt. 25, 40) » También el  supervisor pudo conocer el estilo de vida de Eliane, y fue para ella una oportunidad de expresar sus convicciones. «Pasado un tiempo –cuenta- él y su esposa me pidieron que fuera la madrina de su hija más chica. Acepté con alegría y ahora siento que, de verdad  formo parte de su familia» Sucesivamente, los colegas propusieron el nombre de Eliane como candidata para las elecciones como delegada del personal ante el Inspector de Trabajo. Hoy desempeña este rol que consiste en ser mediadora y vigilar el buen manejo de la escuela. También se debe ocupar de que se mantenga el respeto de los derechos y deberes de parte de todos. A Eliane le confíaron también la secretaría de una asociación de solidaridad que agrupa a las mujeres que apoyan a la escuela en lo que respecta a enfermedades e higiene personal.  También este grupo de Solidaridad de las Mujeres decidió sumarse al “Time Out”.  «Hoy – concluye Eliane- muchas voces se levantan para pedir la Paz no sólo para África Central sino para el mundo entero».

Purificados por la Palabra

El Ideal: Jesús abandonado

«Un día, el padre espiritual preguntó a Chiara: “¿Cuál fue el momento en el que el Señor sufrió más?”.

“En el Huerto de los Olivos, supongo”.

“No, según mi parecer, sufrió más en la cruz, cuando emitió el grito: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt. 27,46; Mc. 15,34)”.

Él salió, y Chiara hablando con Dori (una alumna suya, de las primeras que la siguieron, n.d.r.) y después con otras empezó a polarizar su amor –y su estudio- sobre ese grito: en este momento de angustia en el que Cristo se sintió abandonado incluso por el Padre, por quien se había hecho hombre.

“Estoy convencida de que Jesús abandonado será el ideal que resolverá todos los problemas del mundo: él se difundirá hasta los últimos confines de la tierra”.

Esta convicción se tenía que consolidar, de año en año, a través de todo tipo de pruebas, el signo a través del cual se implantaba su ideal entre los hombres.

Jesús abandonado se convirtió en el amor de Chiara. Él se convirtió en el amor –el ideal, el fin, la norma- de la Obra de María (o Movimiento de los Focolares, n.d.r.).

Un día ella nos explicó: “Si, cuando seré una anciana achacosa, vienen los jóvenes a pedirme que les defina, sintéticamente, nuestro ideal, con un hilo de voz responderé: ¡Es Jesús abandonado!”».

Fuente: “Eran tiempos de guerra…”, Chiara Lubich – Igino Giordani, Ed. Città Nuova, Roma, 2007, pp. 122-123.

Purificados por la Palabra

Lesley Ellison, “mi llamado”

«Crecí cerca de Liverpool en el noroeste de Inglaterra. Me acuerdo, cuando yo era jovencita, que el domingo había procesiones, o de los católicos o de los protestantes. Yo iba con otros jóvenes a tirarle piedras a los católicos. A los 18 años comencé a trabajar en el mundo del ecumenismo entre varias Iglesias, algo que recién nacía en Inglaterra. No era fácil porque muchos adultos sentían  miedo de abrirse a los católicos y por eso siempre ponían obstáculos. En un momento de desaliento le lancé un desafío a Dios: “Hazme conocer personas apasionadas por la unidad”.

Al día siguiente voy a la iglesia a una celebración para jóvenes. El predicador nos cuenta una historia: “Eran tiempos de guerra y todo se derrumbaba…” Es la historia de Chiara Lubich y del nacimiento del Movimiento de los Focolares. Mientras él habla mi corazón se enciende. Interrumpo su discurso y le pregunto: ”¿Dónde están ahora esas chicas? ¿Tal vez ya murieron?”. “No -responde- ¿No lo sabes? Están aquí en Liverpool”.

Fui de prisa a buscarlas. Más que a tres jóvenes extranjeras, en el focolar, encontré el Evangelio vivo. Me parecía nacer de nuevo y comenzar mi vida desde el principio. También yo quería comenzar a vivir el Evangelio, poniendo a Dios en el primer lugar. Pero, ¡había que superar muchos prejuicios! Mientras tanto, comenzaba a experimentar que el amor supera las barreras. En ese lejano 1965, católicos y personas de varias Iglesias, que deseaban vivir la espiritualidad de la unidad, se reunieron para formar una familia.

Londres, 11 de noviembre de 1996. Chiara Lubich con las focolarinas y los focolarinos anglicanos, el obispo anglicano Robin Smith, y el arzobispo George Carey -entonces Primado de la Iglesia de Inglaterra.

Para nosotros, ahora, es normal encontrar personas de varias Iglesias en todas las vocaciones del Movimiento. Pero en aquella época la idea de una protestante en una comunidad de católicos era algo inaudito. El tiempo no había aún madurado para vivir juntos en el focolar, como yo había soñado. Me pareció, en aquel momento, que el mundo se estuviese derrumbando. Había elegido a Dios y Él me rechazaba. Había elegido el focolar y su puerta se me cerraba. Mi vida se volvió absurda, gris, sin motivación. Pero en ese momento de oscuridad, advertí una sutil voz que hablaba a mi corazón: “Tú no me elegiste a mi, soy yo que te elegí a ti. Y te quiero entera, como yo me estoy dando a ti, entero. No des tu corazón al focolar, a tu vocación. Dámelo a mi. Yo soy tu único Bien”.

Como un relámpago intuí el atractivo de la vida de cada persona que quiere llevar la unidad. Una vida de adhesión total a Jesús. Me di cuenta, aún entre las lágrimas, que quería elegir, más que todo, a El, especialmente en el momento de su abandono.

Esa sombra, entonces, se transformó  en una gran luz. “Sí, – me dije- vuelvo a mi casa, pero voy contigo”

La mañana siguiente, me entero, que en Londres me espera una de las primeras compañeras de Chiara, que me propone ¡ir a vivir con ella en el focolar! Y así fue.

Los años siguientes son un capítulo aparte. Por ejemplo, el nacimiento del focolar anglicano donde vivo con otras focolarinas anglicanas.

En la base de mi vida, está siempre presente la elección cotidiana de Dios ¡como mi Único Bien!”

Purificados por la Palabra

Costa de Marfil: en la ciudad de las 18 montañas

Man, Costa de Marfil: la “ciudad de las 18 montañas”, cuenta con casi 100 mil habitantes de diversas etnias, dedicados en su mayor parte a la agricultura. Es una ciudad abrumada por una gran pobreza tanto material como humana, pobreza que se agravó por la guerra que afectó el país en el año 2002 y que tomó completamente a la ciudad. En este contexto social se encuentra la “Mariápolis Victoria”, ciudadela del Movimiento de los Focolares en el oeste de África. Eran más de 3000 los refugiados en los momentos candentes de la guerra. Más de 100.000 lo pacientes atendidos en su “Centro médico social”. Es importante además, el programa elaborado para reducir la desnutrición infantil. Un programa que trabaja con éxito tanto en la ciudad como en los pueblos vecinos.

También la Navidad –cuentan algunos habitantes de la ciudadela-, se celebró en función de las personas que estaban más solas, los marginados, especialmente los más necesitados de amor: “Una jornada de fiesta con los niños cristianos y musulmanes de los alrededores, en la parroquia cercana. Fue un momento de alegría con canciones, bailes, representaciones teatrales y finalmente, ¡un almuerzo para todos!”.  Cada niño –eran casi 1000-, con el propio plato y el vaso en la mano, estaban en fila para recibir la comida. “Era muy lindo mirar en a los ojos a cada uno de ellos, -continúa el relato-, desearles buen apetito y agradecerles por la paciente espera!”

Un grupo de chicas jóvenes, en cambio, decidió pasar las fiestas en Blolequin, un pueblo que está a 175 km de Man, junto con los niños huérfanos y las religiosas de la Consolata que se ocupan de ellos.

En Glolé, un pueblo que está a 30 km de Man, otro grupo de la comunidad de los Focolares ayudó en la preparación de la fiesta de Navidad. Para esa ocasión se agregaron personas de los 12 pueblos cercanos, personas mantenidas desde hace años por el Centro nutricional de la ciudadela. Estaban presentes también los jefes y autoridades de cada pueblo, además de los responsables de varias Iglesias. En el clima de reciprocidad que se creó, un dirigente del pueblo afirmó: “Si  cuando presente mi programa de trabajo a mis colaboradores, ocurre que  ellos no están de acuerdo, creo,  que no lo podré llevar adelante solo, sino que trataré de realizar aquello que podremos hacer juntos”.

Una contribución importante de la tarde fue el conocido escrito de Chiara Lubich “Una ciudad no basta”(1958). En este programa Chiara alienta a buscar a los más pobres, a los abandonados, a los huérfanos, a los presos, los que son dejados de lado… y, dar, dar  siempre: una palabra, una sonrisa, el propio tiempo, los propios bienes… amor concreto capaz de transformar una ciudad y mucho más. Luego hubo un intercambio de testimonios, en especial referentes a las actividades que se están realizando a favor de los niños que sufren de hambre y tienen carencias de afecto familiar. Son pasos concretos para transformar las propias ciudades.