Movimiento de los Focolares
Alzheimer Cafè

Alzheimer Cafè

Hace algún tiempo acepté ser caregiver de mi tía enferma de Alzheimer. Caregiver es una palabra en inglés que significa “personas que atienden o asisten a una persona enferma o en dificultades”. Comencé a ocuparme cotidianamente de ella ayudándola y haciéndole compañía. Cursando personalmente su sufrimiento advertía soledad y miedo experimentando “el vacío” de las Instituciones. Me dio fuerza pensar en Jesús Crucificado y Abandonado, que aún en el dolor no dejó de amar.

Un día le pedí al especialista en Alzheimer que atendía a mi tía que enfrentáramos juntos, de forma distinta, la enfermedad. Para crear sinergia entre los enfermos, la familia, la sociedad y las Instituciones fundamos, junto con algunos amigos, la Asociación “Humanidad Nueva – La casa de los sueños”.

Efectivamente es necesario soñar: si se sueña en soledad es fácil que el sueño quede como tal, un sueño, si en cambio se sueña entre muchos, entonces puede convertirse en una realidad. La primera actividad fue un curso de información para voluntarios y familiares. Esta actividad la realizamos con la colaboración gratuita de médicos, psicólogos y voluntarios de hospitales, y contamos con la participación de unas treinta personas, en su mayoría parientes de los enfermos.

Al finalizar el curso nació la idea del “Alzheimer Café” para vivir con los enfermos momentos de familia en un bar, lugar simbólico de la vida social, donde los acompañamos para consumir juntos un chocolate caliente o un jugo de fruta. Una experiencia que continúa: actualmente acompañamos a 35. Uno de ellos no salía de casa desde hacía tres años; otro de ellos no quería participar porque no tenía zapatos, aceptó cuando comprendió que podía ir en pantuflas! Al Asesor de Servicios Sociales le gustó la actividad y nos mandó durante varios meses un auto con chofer para cubrir el transporte al Alzheimer Café.

Hemos organizado, con los enfermos y las familias, una visita a las caballerizas y a los carruajes de época del instituto de desarrollo hípico de Foggia. La iniciativa fue un éxito y la repetimos adoptando algunos asnos, para estimular la capacidad de relación de los enfermos.

La Asociación organiza cursos anuales para la formación de los enfermeros y para sostener a los familiares de los enfermos. En nuestra ciudad muchos nos conocen y se ponen a nuestra disposición si precisamos algo. Para festejar nuestro primer aniversario intervino también el Obispo de la ciudad, Mons. Lucio Angelo Renna.

Desde el mes de enero de 2012 la experiencia llegó también a la vecina ciudad de Torremaggiore (Foggia). El mismo cliché: cita el jueves en el bar Plaza para tomar un chocolate caliente o un helado con una decena de amigos de la zona. Entre ellos reinaba un lindo clima de solidaridad.

Para conocer más: Asociación “La casa dei sogni” – San Severo (Foggia) – Italia – www.lacasadeisogni.biz

Antonella De Litteris

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Mariápolis en Macedonia

En las colinas que dominan Kičevo, a medio camino entre la capital Skopje y la histórica ciudad de Ohrid en el sur, del 28 de junio al 1° de julio tuvo lugar la Mariápolis en Macedonia, albergada en un original hotel, centro de encuentro de artistas, decorado con obras de distinto tipo tanto dentro como en su bellísimo parque.

Eran unas ochenta personas, sobre todo de Macedonia, pero también de Kosovo y de Serbia. En su mayoría grupos de familias cristianas católicas y ortodoxas, y no pocos musulmanes.

Fueron cuatro días para profundizar en la Palabra de Dios y en el diálogo entre las religiones. El diálogo, de hecho, es la palabra clave de esta Mariápolis, como subrayó en su intervención Mons. Anton Cirimotić de Skopje, y Christina Lee y Roberto Catalano del  Centro para el diálogo interreligioso del Movimiento de los Focolares. El diálogo que promueven los Focolares está basado en la espiritualidad y especialmente el la centralidad del amor. Y ésta encuentra un eco inmediato en las otras religiones y culturas, gracias a la Regla de Oro: “Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti”. Esto a menudo exige dar el primer paso hacia el otro, sin esperar nada a cambio, hasta el punto de estar dispuestos a dar la vida.

Un día fue dedicado especialmente a la familia, a través de una serie de experiencias donde se ponían en evidencia los retos del mundo globalizado y aquellas típicas del lugar. Aquí todavía la familia tiene valores significativos. El prof. Aziz Shehu con su esposa, habla sobre lo que ha significado para él, también como académico, el espiritu de comunión. Aziz es el fundador de la guarderíaLas Perlas”,, y cuenta cómo este experimento piloto es su aporte a la sociedad de Macedonia, en un momento en el que es necesario trabajar juntos por una auténtica integración.

El día siguiente tuvo un fuerte timbre juvenil: una presentación de los jóvenes, seguida por impresiones del momento; una profunda comunión, personal, incluso íntima; el coro que animó todo el encuentro en una danza sobre la autenticidad de las relaciones a pesar de las diversidades, expresó lo vivido durante la Mariápolis.

Empieza un joven católico, quien confiesa haber experimentado un cambio profundo en estos días. Su forma de vivir el cristianismo era tal que excluía tanto a los musulmanes como a los ateos, e incluso a los ortodoxos. En la Mariápolis descubrió que las personas de credos diversos pueden convivir y que cada uno con su fe es portador de una luz.  «Entendí que Dios manda el sol para todos. No sólo para nosotros los cristianos y por lo tanto tengo que comportarme congruentemente».

Es precisamente a este punto que se refieren muchas de las otras impresiones: una jovencita de Kosovo venida con la madre y el hermano, habla sólo albanés. Dice a todos que no pensaba hacer una experiencia así y de ser aceptada así como fue acogida. Un funcionario del Ministerio, musulmán, dice que le impresionó profundamente cómo se vivió el diálogo y que se va convencido de que es la única solución para los problemas de Macedonia.

Una señora ortodoxa, artista, dice que se sintió perfectamente a sus anchas en este ambiente. Y lo mismo fue para una joven quien cuenta cómo la apertura hacia los demás ayuda no sólo a ser mejores musulmanes o cristianos, sino también hombres y mujeres más auténticos.

En la despedida de los ochenta participantes en el encuentro veraniego de Kičevo queda una certeza: esta experiencia ha confirmado que la unidad en la diversidad es posible. Ha crecido la conciencia de ser los protagonistas de la construcción del diálogo en este país.

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No alcanza con recetar medicamentos

Photo by Martina Bacigalupo/VU“Soy médico y trabajo en un hospital público. Un día la policía nos trae un hombre con dos balas en la pierna. Es el tipo de paciente que ninguna clínica quiere: un ladrón capturado “in fraganti”. Fue gravemente herido cuando fue capturado por la policía que lo trajo hasta nuestro hospital.

Está casi inmóvil en su cama, sin nadie que lo atienda, ni siquiera los padres vinieron – que sería lo más corriente- al saber que estuvo robando.

En la mayoría de las clínicas de Africa es tarea de los familiares traerle la comida a sus enfermos, lavarle la ropa, ayudarlos en cualquier necesidad material: en la ausencia de los familiares el enfermo está completamente abandonado. El personal del hospital está encargado solamente de proporcionar las atenciones médicas.

Además, los compañeros de sala y el personal sanitario, no están conformes con este tipo de malhechor. Por esto tiene muchas dificultades para encontrar algo para comer, y obligado a estar inmóvil en la cama, poco a poco el olor se hace insoportable.

Me quejo con el comisario de la policía que nos trajo una persona sin asistencia de los familiares. “Este es el trabajo del personal médico!”, responde con dureza.

Me acuerdo que en otros pueblos también las atenciones a los enfermos dependen del personal sanitario. Trato de explicarle a mis colegas que debemos preocuparnos por este paciente, pero no logro convencerlos.

Trato de sensibilizar a los enfermos diciéndoles que es necesario aceptarlo. La verdad, tengo muy poco éxito.

En determinado momento me pregunto: “Exhorto a los demás. ¿y yo? ¿Qué haría por él? Si, le indico la medicación. Le doy un lugar en la sala. Pero, este es solamente mi deber. Ahora, es necesario que haga yo lo mismo que le pido a los demás: ir más allá de lo mínimo indispensable”.

Hago levantar al paciente de la cama y lo lavo. “Oh! Hace casi dos meses que no me he lavado!”, exclama con alegría.”¡Qué agradable es sentir los rayos del sol en la piel!”. Pido luego a uno de los ayudantes que lave los paños del paciente y le ofrezco una pequeña recompensa. Luego, con otro colega remplazamos su colchón que estaba en malas condiciones. Al final, le dejo una pequeña cantidad de plata al mismo enfermo, por si acaso tiene necesidad de algo.

Este gesto trae frutos. Los trabajadores, por ejemplo comienzan a dejar sus rechazos. Despierta compasión en los demás enfermos, que ahora comparten con él la comida.

Después de algún tiempo él puede irse del hospital. Está alegre. Me dice que no robará más. Inclusive sigue mi consejo de presentarse a la policía para someterse a las acciones judiciales necesarias. Siente que debe asumir la responsabilidad de sus acciones”.

Dott. H.L. (Burundi)

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Filipinas, entre las aldeas de la montaña

«Soy una maestra de escuela y a menudo me mandan a dar clases a las aldeas de la montaña. Aquí, escondidos en medio de territorios remotos e inaccesibles, viven también grupos de terroristas que se proclaman los liberadores del pueblo. Ya me había topado con una de estas patrullas, pero me había escapado, encontrando un escondite entre las rocas.

Lamentablemente, una vez no logré esconderme a tiempo. Me raptaron y me arrastraron a su campo. Durante esos días interminables en los que estuve apresada, me sometieron varias veces a largos interrogatorios.

A pesar del temor, trataba de responder con mucho respeto, diciendo siempre la verdad. Uno de ellos, en especial, trataba por horas de adoctrinarme según su ideología, quería convencerme de que me sumara a su causa. Cuando me preguntó qué pensaba al respecto no quise hacer comentarios. Al día siguiente, cuando repitió el discurso, objeté diciendo que primero tenemos que cambiarnos a nosotros mismos si queremos transformar las estructuras de poder que nos parecen injustas.

 “Los que nos cambia es el amor que cada uno tiene por el otro”, traté de explicarles. Quizás lo tocaron mis palabras, quizás le hicieron recordar los principios en los que creía. El hecho es que después de ese interrogatorio me dejaron ir.

A partir de ese día seguí rezando por ese hombre y sus compañeros. Recientemente, para mi sorpresa, lo reconocí en la televisión, mientras daban la noticia de que un terrorista que había entregado sus armas a los militares, dejando su grupo».

Nelda, Filipinas.

Tomado de “Una buena noticia”, Ed. Città Nuova, Roma, pp. 56/57

El volumen se presenta como un aporte y una propuesta a la Nueva Evangelización, en vista del Sínodo de octubre. Contiene 94 historias breves provenientes de todo el mundo.

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Cuando el diálogo vence sobre la diversidad

“Nuestra historia –cuenta Lucía– comienza hace 42 años cuando decidimos compartir nuestro camino. Frecuentándonos, sin embargo, notábamos que no pensábamos de la misma forma, sobre todo en el campo religioso: yo tenía fe, él no. Al principio, no me preocupé; no creía que esto habría influenciado en nuestra vida futura juntos. En cambio, el primer desencuentro lo tuvimos cuando, quedé embarazada y había que decidir si continuar con el embarazo o no.

“Yo era demasiado joven –continúa Tonino– para imaginarme como padre y marido; estaba todavía estudiando, tenía muchos proyectos para el futuro, y ahora me encontraba teniendo que tomar una decisión que me cambiaba la vida! De mala gana, acepté la determinación de Lucía de tener el bebé y de celebrar el matrimonio civil. Durante el embarazo todo salió bien, pero apenas nació la chiquita, me sentí nuevamente aplastado por una enorme responsabilidad al punto de escapar de todo y de todos.

“Imprevistamente me encontré sola –aunque mis padres no me abandonaron nunca– con una niña que estaba creciendo. Los años siguientes estuvieron marcados por el sufrimiento, sobre todo cuando él decidió pedir la separación.

“Yo quería vivir mi vida –confirma Tonino–. Conseguí la separación y posteriormente el divorcio. Era nuevamente libre. Muy a menudo, sin embargo me encontraba pensando en ellas, y así fue que maduró en mi la decisión de echarme atrás. Recomencé a cortejar a mi ex esposa y a ver a mi hija. Pronto sentimos la necesidad de tener una casa nuestra, con nuestra intimidad, para reconstruir la familia. Acepté también celebrar el nuevo matrimonio en la iglesia.

“Esos años llenos de sufrimiento y tormentos ya formaban parte del pasado –recuerda Lucía. Teníamos una nueva vida y también una segunda hija, Valentina. Con su nacimiento comenzó un período de mayor serenidad, ya sea por una conquistada seguridad en el campo laboral y económico como también por el hecho, de que, poco a poco, comenzaba a aceptar el vivir mi vida al lado de una persona tan distinta.

Después de algún año, de improviso, en nuestra familia, apareció algo que transformó todo, llegó el Movimiento de los focolares! Valentina, invitada por una maestra, había conocido a las Gen4, las niñas de los Focolares. Comenzó para ella, y sucesivamente para nosotros, un camino distinto.

“Tenía que acompañar a Valentina a los encuentros de las Gen4 –explica Tonino. Cuando iba a buscarla ella estaba siempre contenta, y apenas entraba en el auto, se disculpaba por la tardanza (me hacía esperar siempre por lo menos media hora) y comenzaba a contarme lo lindo que pasó la tarde. Contagiado por este entusiasmo de ella y por el festivo recibimiento que todos en el Movimiento –aún no teniendo yo ninguna referencia religiosa– me dirigían, me volví también yo un miembro de esta familia. Al principio me integré en el grupo de los “amigos del diálogo”, formado por personas de convicciones distintas.

“Más adelante también yo – llena de curiosidad de que un movimiento católico aceptase a mi marido no creyente- comencé a asistir y a medida que iba profundizando el conocimiento de la espiritualidad focolarina muchas preguntas encontraban respuesta.

Recorrimos mucho camino juntos, muchas barreras cayeron. Aprendí a escuchar, sin el miedo de perderme a mí misma, y a dar lugar al silencio interior y exterior para recibir y comprender al otro.

“Nuestra diversidad, no solo religiosa –subraya Tonino–, no fue obstáculo para nuestro recorrido de vida juntos. La elección de Valentina, de ser focolarina, no me encontró desprevenido, habiendo compartido tantas cosas con ella; la relación entre nosotros no se ha debilitado, al contrario, se consolidó más, a diferencia de Lucía, que, al principio, no lo aceptaba de buena gana.

“Para mi, no fue fácil aceptar enseguida la elección de Valentina –confiesa Lucía. Habría querido que hiciera antes otras experiencias, por ejemplo tener un novio, un trabajo, de forma de que ella pudiera comparar las dos realidades y decidir con serenidad. Ella en cambio, sentía fuertemente que ése era su camino. Ya pasaron ocho años desde que está en el focolar, siempre más convencida. Ahora estoy contenta de haberla secundado: aún habiéndose consagrado a Dios, no descuida nunca su relación con toda la familia.

“Agradezco a Chiara Lubich y a toda la comunidad de la que formo parte –concluye Tonino–, por haberme dado a mi y a todos aquellos que comparten mi mismo pensamiento, la oportunidad de reforzar este deseo de unidad para seguir un camino basado en los valores fundamentales de la fraternidad y del amor hacia el prójimo”

Publicado por el Centro internacional para el diálogo entre personas de convicciones no religiosas.

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Estudio y vida: la fraternidad en el conflicto

Mi familia vive en Jordania desde hace años, pero somos de origen palestino. Siento en mi piel la tragedia que divide mi pueblo del pueblo israelita. Como todos saben, la situación es todavía gravísima. A mi padre, por motivos políticos, le está prohibido, desde los 30 años, volver a Palestina. Para mi es difícil también ir a encontrarme con mis familiares que quedaron en Belén. Algunos de mi familia estuvieron en la prisión de Israel, otros murieron por culpa de la guerra.

La injusticia en este tema me hace mal, y como la cultura en que nací alienta a las personas a responder a la violencia con la violencia, también yo advertía esta violencia dentro mío y la justificaba cada vez que la veía en los demás.

Vine a estudiar a Italia, al Instituto universitario Sophia, tenía muchas preguntas. Aquí estoy haciendo una experiencia nueva, fuerte. He elegido la orientación política y he comenzado a entrar en un nuevo escenario: he descubierto, por ejemplo, que el principio de la fraternidad puede ser una verdadera y precisa categoría política frente a la libertad y la igualdad. He comprendido que la fraternidad es una elección, una respuesta que repara la injusticia. Aquí no se estudia solamente, se le dá una gran importancia a la experiencia y más se vive, más se comprende lo que se estudia

Hace algunos meses, me impresionó enormemente la noticia de que Israel y Palestina habían establecido un acuerdo para el intercambio de prisioneros: leía en Internet que habría sido 1 por 1027. Era una noticia increíble! Muchos de estos palestinos estaban en la prisión desde hacía treinta, cuarenta años…. Habría deseado muchísimo estar en casa para festejar este momento con la familia y los amigos. Estaba conmovida. Con los demás estudiantes hablé largamente sobre lo que sucedía en mi País y también ellos, que son de distintas nacionalidades, festejaron junto conmigo!

Con algunos de ellos fuimos a la iglesia a rezar por estos prisioneros que eran liberados, rezamos también por sus familias. Pero cuando estaba saliendo, un estudiante me dijo: “…rezo también por aquel prisionero israelita”. ¡No estaba de acuerdo! ¿Cómo podía decir eso? Intercambiar una persona por otras miles me parecía sumamente injusto….

Volviendo a casa, retomé los libros pero no lograba estudiar, estaba furiosa. Mil pensamientos…. hasta que se despejó una pregunta: ¿qué sentido tiene estudiar la fraternidad teóricamente, si no la transformo en experiencia? Tal vez tendría que rezar también yo por este prisionero y por su familia…. Interiormente tuve que dar muchos pasos, era difícil, me costó mucho, pero al final lo logré y lo hice de verdad con el corazón.

Pasados algunos meses, siento una enorme gratitud hacia aquéllos que vivieron conmigo ese momento, los estudiantes y los profesores del IUS. No estoy solamente estudiando la fraternidad, sino que ahora la experimento, ya sea en la relación con ellos como dentro mío. Samar Bandak – Jordania”

( http://www.iu-sophia.org/it-IT/_News_1314 )

(Fuente: sitio oficial del Instituto internacional Sophia:  http://www.iu-sophia.org )