En las colinas que dominan Kičevo, a medio camino entre la capital Skopje y la histórica ciudad de Ohrid en el sur, del 28 de junio al 1° de julio tuvo lugar la Mariápolis en Macedonia, albergada en un original hotel, centro de encuentro de artistas, decorado con obras de distinto tipo tanto dentro como en su bellísimo parque.
Eran unas ochenta personas, sobre todo de Macedonia, pero también de Kosovo y de Serbia. En su mayoría grupos de familias cristianas católicas y ortodoxas, y no pocos musulmanes.
Fueron cuatro días para profundizar en la Palabra de Dios y en el diálogo entre las religiones. El diálogo, de hecho, es la palabra clave de esta Mariápolis, como subrayó en su intervención Mons. Anton Cirimotić de Skopje, y Christina Lee y Roberto Catalano del Centro para el diálogo interreligioso del Movimiento de los Focolares. El diálogo que promueven los Focolares está basado en la espiritualidad y especialmente el la centralidad del amor. Y ésta encuentra un eco inmediato en las otras religiones y culturas, gracias a la Regla de Oro: “Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti”. Esto a menudo exige dar el primer paso hacia el otro, sin esperar nada a cambio, hasta el punto de estar dispuestos a dar la vida.
Un día fue dedicado especialmente a la familia, a través de una serie de experiencias donde se ponían en evidencia los retos del mundo globalizado y aquellas típicas del lugar. Aquí todavía la familia tiene valores significativos. El prof. Aziz Shehu con su esposa, habla sobre lo que ha significado para él, también como académico, el espiritu de comunión. Aziz es el fundador de la guardería “Las Perlas”,, y cuenta cómo este experimento piloto es su aporte a la sociedad de Macedonia, en un momento en el que es necesario trabajar juntos por una auténtica integración.
El día siguiente tuvo un fuerte timbre juvenil: una presentación de los jóvenes, seguida por impresiones del momento; una profunda comunión, personal, incluso íntima; el coro que animó todo el encuentro en una danza sobre la autenticidad de las relaciones a pesar de las diversidades, expresó lo vivido durante la Mariápolis.
Empieza un joven católico, quien confiesa haber experimentado un cambio profundo en estos días. Su forma de vivir el cristianismo era tal que excluía tanto a los musulmanes como a los ateos, e incluso a los ortodoxos. En la Mariápolis descubrió que las personas de credos diversos pueden convivir y que cada uno con su fe es portador de una luz. «Entendí que Dios manda el sol para todos. No sólo para nosotros los cristianos y por lo tanto tengo que comportarme congruentemente».
Es precisamente a este punto que se refieren muchas de las otras impresiones: una jovencita de Kosovo venida con la madre y el hermano, habla sólo albanés. Dice a todos que no pensaba hacer una experiencia así y de ser aceptada así como fue acogida. Un funcionario del Ministerio, musulmán, dice que le impresionó profundamente cómo se vivió el diálogo y que se va convencido de que es la única solución para los problemas de Macedonia.
Una señora ortodoxa, artista, dice que se sintió perfectamente a sus anchas en este ambiente. Y lo mismo fue para una joven quien cuenta cómo la apertura hacia los demás ayuda no sólo a ser mejores musulmanes o cristianos, sino también hombres y mujeres más auténticos.
En la despedida de los ochenta participantes en el encuentro veraniego de Kičevo queda una certeza: esta experiencia ha confirmado que la unidad en la diversidad es posible. Ha crecido la conciencia de ser los protagonistas de la construcción del diálogo en este país.
0 comentarios