Movimiento de los Focolares
Burundi, pequeño corazón de África

Burundi, pequeño corazón de África

“Un corazón es angosto sólo para los que no se aman” (proverbio Kirundi). Burundi es un pequeño país, está situado en el corazón de África, entre dos gigantes: Congo y Tanzania. Está dotado de un paisaje natural de extraordinaria belleza y riqueza, sin embargo es uno de los países más pobres del planeta. Tres grupos étnicos: Hutu, Tutsi y Pigmeos, que hablan un sólo idioma y comparten la misma cultura. Sus verdes colinas esconden además el grito de dolor de tantos que han conocido la violencia y la muerte durante las largas décadas de conflictos y dictadura. Sólo en el 2002 Burundi salió de un conflicto político y étnico que provocó un millón de desterrados y más de 300 mil muertos. También aquí, en el corazón de África, sólo a algunos kilómetros al Sur del Ecuador, llegó el ideal del Movimiento de los Focolares. Sus raíces históricas resalen a 1968, cuando una familia belga se transfirió a Bujumbura por motivos de trabajo, y llevó, a través del testimonio de su vida, una nueva luz al mensaje cristiano. Casi contemporáneamente, se formó otro núcleo alrededor del Padre Alberton de los Misioneros de África, en la parroquia de Mubimbi.

Marilen Holzauser, tra le prime focolarine a recarsi in Africa

1979 es una fecha importante para la historia de los Focolares en este país: por solicitud de los obispos locales, se abre el focolar en Gitega, pero después de las primeras persecuciones, el focolar se transfiere con urgencia a Bujumbura. Empieza un período particularmente difícil sea para el Movimiento que para toda la Iglesia: prohibición completa de desarrollar cualquier actividad, iglesias cerradas durante la semana, imposibilidad de difundir la Palabra de Vida. En septiembre de 1987, después de un golpe de Estado y el advenimiento de la tercera República, se reencontró la libertad y se pudo salir a la luz. Poco a poco se retoman los contactos con las personas que se habían conocido, descubriendo con conmoción que algunas comunidades, en lugares lejanos, habían seguido encontrándose regularmente para compartir las experiencias de la única Palabra de Vida conservada durante años. Viviendo una sola Palabra del Evangelio habían ido adelante durante años. El Movimiento tiene hoy una consistencia de más de 24 mil personas y más de 290 grupos esparcidos en todo el país. El ideal de la unidad es hoy una auténtica esperanza para Burundi. En el clima de tensión de la postguerra los miembros del Movimiento están comprometidos a contribuir, con toda la Iglesia local, al proceso de ‘Reconciliación’. Existen algunas interesantes realizaciones en el campo económico y se están haciendo experiencias innovadoras en el campo de la salud y de la educación. En 1999 un grupo de voluntarios del Movimiento de los Focolares fundó la asociación CASOBU (Cadre Associatif des Solidaires du Burundi), con el fin de buscar soluciones duraderas a los problemas de la pobreza, mediante la participación y el apoyo recíproco. Nació también el Centro Social “Chiara Luce Badano” que se ocupa de los niños huérfanos o en extrema pobreza del barrio de Kinama (en la periferia de Bujumbura), un barrio completamente destruido por la guerra. En el corazón de los miembros de los Focolares de Burundi permanecen las palabras que Chiara Lubich les escribió el 7 de octubre de 1996: “Apunten siempre a nuestro “Único Bien”; serán felices y estarán en la paz aun en medio de las innumerables dificultades en que se encuentran.  Jesús esté siempre presente en medio de ustedes para tocar los corazones, despertar la fe en Su amor, llevar la unidad. Yo estoy con ustedes en este compromiso constante renovado momento por momento…».

Burundi, pequeño corazón de África

Burundi: CASOBU para la reconstrucción y la lucha contra la pobreza

En el contexto de un país entre los más pobres del planeta, recién salido de un conflicto político y étnico que duró 12 años, con un millón de desplazados y más de 300 mil muertos, en 1999 un grupo de voluntarios del Movimiento de los Focolares funda la Asociación CASOBU (Cadre Associatif des Solidaires du Burundi), con el fin de buscar soluciones duraderas a los problemas de la pobreza, mediante la participación y la ayuda recíprocas. El resultado de su actividad no se mide sólo en términos de infraestructuras y mejoramiento de las condiciones socio-económicas sino en la difusión de valores: participación, solidaridad y fraternidad. CASOBU empieza a trabajar en contextos rurales. Con el tiempo toman forma distintos proyectos, también con el soporte de la AMU, la Ong inspirada en el Movimiento para la cooperación para el desarrollo. Ya desde hace varios años CASOBU interviene además con proyectos comunitarios de microcrédito, que han permitido alcanzar la autonomía económica a algunos cientos de personas, casi todas mujeres jefe de familia. En el 2008 la acción social se concentra en la provincia de Ruyigi. Las 6.700 familias del municipio de Butezi viven de agricultura de subsistencia. Durante la guerra civil gran parte de la población se refugió en los campamentos para prófugos de Tanzania y ahora, regresando a la patria, los problemas de reintegración son numerosos. La intervención prevé distintas líneas de acción:

  • alimentación y agricultura: después de una primera distribución de víveres de emergencia a 800 familias, se apunta a buscar la autonomía alimenticia, con la distribución de almácigos de mandioca, vacas y cabras destinadas a los desplazados y a los prófugos;
  • asistencia a huérfanos y viudas;
  • prevención del SIDA: en colaboración con las estructuras públicas existentes y prevención de la malaria, responsable de la muerte de numerosos niños de menos de 5 años.

Los miembros de CASOBU son personas calificadas y preparadas para desarrollar su trabajo, animados por un espíritu de servicio evangélico. Apuntan sobre todo a escuchar con atención a quienes encuentran: “A menudo actuamos como si fuéramos padres y madres de estas personas que sobre todo tienen un fardo de sufrimientos para compartir con los otros”. Siempre en el municipio de Butezi, nos dimos cuenta de que hay un área, donde viven 3 mil familias pero sólo un centenar tiene acceso a agua potable, mientras que las demás sacan el agua de fuentse inadecuadas o directamente de torrentes o estanques, exponiéndose a graves enfermedades. A partir de esta necesidad nace un nuevo proyecto para llevarles agua potable, el primero de los 5 realizados hasta hoy. Los puntos fundamentales de esta acción son: la participación de la población en el trabajo y en la formación de comités locales para el cuidado y la conservación de las fuentes y para el mantenimiento de las infraestructuras realizadas. De este modo la población acepta ceder los terrenos necesarios y soportar las incomodidades y las pérdidas debidas a las excavaciones en los propios campos. Trabajar todos juntos ayuda a crear relaciones sociales. El estilo de trabajo de los miembros de CASOBU impresiona a muchas personas. “A menudo –cuenta Innocent de Kayanza – para tener un trabajo tienes que pagar, pero aquí hemos notado una diferencia: miraban en los registros quienes ya habían contribuido con el proyecto voluntariamente y los inscribían sin ningún tipo de soborno”. “Tanto si se trata de un simple trabajador como si es un obrero calificado, están todos en el mismo plano”. Cierto, no todos entienden enseguida, y el paciente trabajo de CASOBU es determinante para que la gente tome conciencia de que estos proyectos son por el bien común. Tres años después del primero proyecto, ya se nota una notable mejoría en la salud de las familias y en especial de los niños. El último proyecto para tener acceso al agua potable se realizó en Kibingo (provincia de Kayanza) y llegó a 600 familias y 1.200 alumnos de la escuela primaria. Quien desea participar en las intervenciones realizadas por CASOBU en favor de la población burundesa, también con aportes cada tanto, puede utilizar la cuenta corriente bancaria a nombre de la: Asociación Acción por un Mundo Unido, de la Banca Popolare Etica, filial de Roma. Código IBAN: IT16G0501803200000000120434 Código SWIFT/BIC CCRTIT2184D Causa: “Proyectos en Burundi”. Burundi es un pequeño país de África, de la región de los Grandes Lagos, es uno de los más pobres del planeta. En el informe del 2011 redactado por la UNDP está clasificado en el antepenúltimo lugar (185°) según el índice de Desarrollo Humano. Los grupos más vulnerables de la población son los enfermos de SIDA, las viudas, las madres adolescentes, los huérfanos y las personas con discapacidades, sin entrar en los problemas relacionados con la reconciliación nacional y la reconstrucción del tejido social y económico.

Burundi, pequeño corazón de África

India: prescolares que forman para la paz

Vaikalpalayam es un pequeño pueblo de casas humildes y callecitas asfaltadas que están llenas de pozos. En la entrada del pueblo hay una pequeña construcción de cemento alegrada por las voces de unos 20 niños. Es uno de los diez prescolares para niños de escasos recursos o balashantis que la institución gandhiana Shanti Ashram abrió en estos últimos años en la zona Coimbatore, cerca de la carretera que lleva a Keirala. Hace unos veinte años cuando comenzaron, la escuela tenía un fin preciso: comenzar un proceso educativo con los dalit (los más pobres) para ofrecerles la posibilidad de una vida más digna. Lo que sucedió alguno de ellos lo ha definido como una gran revolución. En los pueblos indios los dalit viven al margen de la población, no pueden sacar agua de los mismos pozos que usan los demás, y hasta no hace muchos años, era impensable que entrasen a los mismos templos. Hoy, en Vaicalpalayam niños dalit y de otras clases más altas, estudian, comen y rezan juntos, y sus madres se encuentran codo a codo en las reuniones de padres de los 220 niños que van a las escuelas fundadas y organizadas por esta institución gandhiana, que comenzó hace veinticinco años el Dr. Aram, miembro honorario del Parlamento indio, pacifista y educador de primerísimo orden. En los balashanti se trata de dar una formación que conjugue los primeros elementos de la alfebetización con el juego, el canto y el aprendizaje de valores religiosos y humanos, además de dar un complemento a la pobre dieta cotidiana. Las familias del lugar no se pueden permitir más que una comida diaria con un salario que gira alrededor de los 60 dólares mensuales. En los últimos años con el gran desarrollo industrial de Coimbatore, han surgido nuevos asentamientos habitacionales para los trabajadores de las construcciones. Muchos de ellos son musulmanes. También en este lugar se abrieron algunos balashanti y así los niños colaboran con la integración de sus familias al tejido social de la zona. La idea de integrar a las madres permitió empezar a hacer encuentros donde se sugieren normas higiénicas, reglas sanitarias, y se enseña a las mujeres cocina, con el límite de los fondos que poseen, pero son comidas que tienen un valor nutritivo suficiente para sus hijos. Para eliminar el problema del alcoholismo que acaba con las pocas financias familiares, se integró un grupo de estas madres al proyecto de micro-crédito. Pero también los niños durante su formación reciben enseñanza sobre el valor del ahorro. Karuna de cuatro años, el año pasado, logró poner en su alcancía 3 mil rupias, que equivale al sueldo que su padre gana en un mes. Además en los balashanti se aprenden normas higiénicas que les permiten tener alejadas las enfermedades típicas de la pobreza. El Dr. Aram y su esposa Minoti tenían bien claro que para construir una paz duradera era necesario comenzar por los más pequeños. A partir de allí surgió la idea de fundar estas escuelas para formar niños de paz. A menudo –cuenta Mrs. Murphy quien durante años ha trabajado en el proyecto-, son niños que ayudan a romper el mecanismo de la violencia familiar. Recientemente Divya una niña que estudia en el balashanti, durante una disputa familiar, se sentó en el regazo de su padre y le dijo “¡Papá la violencia es como el diablo!” Además las maestras enseñan a los niños el respeto por cada credo. En la mañana comienzan con las oraciones hindúes, musulmanas y cristianas. Los pequeños por lo tanto van creciendo sin las barreras y los prejuicios que por siglos han dividido a grupos y comunidades en esta parte de India, creando tensiones sociales que a menudo han desembocado en guerrillas violentas y sangrientas. Los Focolares trabajan en este proyecto desde fines de los años Noventa, cuando Minoti Aram advirtió la necesidad de integrar complementos nutritivos y alimenticios a los niños de los balashanti . En ese momento el programa de Familias Nuevas y de los gandhianos de Shanti Aram se encontraron dando vida a una fraternidad entre dos movimientos, vida que se abrió al diálogo interreligioso y a la formación a la paz de las jóvenes generaciones. Gandhi, de hecho, había afirmado, “si se desea enseñar la verdadera paz, (…) hay que comenzar por los niños”. Roberto Catalano

Basilicata

Se advierte que todas las informaciones geocodificatdas en este sitio son sólo indicativas. Los objetos representados (obras sociales, centros, etc.) y los servicios de localización o navegación, pueden ser imprecisos o errados respecto a la indicación de direcciones, posiciones, proximidad, distancia y orientación.  

Burundi, pequeño corazón de África

Sudáfrica: con el Evangelio todo es posible

Me llamo María, trabajo para el gobierno de mi país, en el sector de la salud. Cada día repito la experiencia de que las palabras del Evangelio ayudan a servir mejor al prójimo y también ayudan a resolver los problemas de la sociedad. Tratando de ponerlo en práctica, por ejemplo, las relaciones en la oficina han cambiado de forma radical: somos cada vez más familia, abiertos, libres. Con tres colegas compartimos este ideal de vida y juntos tratamos de que nuestro trabajo sea un servicio para la gente y para nuestra sociedad que nos presenta grandes desafíos. En Sudáfrica existen dos niveles de gobierno: uno más tradicional que considera como gobernantes a los Kgosi (jefe), y que tienen determinadas expectativas sobre el territorio y otro gobernativo, con los representantes elegidos mediante el voto, y que tienen otras expectativas. Nuestro desafío es lograr que los dos niveles se pongan de acuerdo, de modo que cada decisión tomada sea para el bienestar real de la comunidad, y lograr que la comunidad participe cada vez más de los proyectos propuestos. Por ejemplo, hemos constituido seis centros asistenciales para nuestro distrito. Todo el trabajo fue realizado con el pleno acuerdo de los dos niveles de gobierno, de forma que cada estructura fue plenamente reconocida en todo el territorio. En la ceremonia de inauguración intervinieron varias autoridades, también los miembros del comité ejecutivo del Gobierno. Pocos días antes del evento, uno de los Kgosi nos llamó para decirnos que no iría a la ceremonia de inauguración por una supuesta disparidad en el trato entre los miembros del gobierno local y los jefes tradicionales. Se estaba perfilando un verdadero y auténtico desastre bajo todo punto de vista. Existía el peligro de que incluso la gente del pueblo no asistiese a la ceremonia. Hemos tratado de resolver la situación yendo a ver al “chief” directamente a su casa. Le detallamos el perfil de cada centro asistencial. Gracias a este gesto su actitud cambió y dio su consentimiento a la ceremonia de inauguración que fue todo un éxito, fue un momento importante para toda la comunidad. También hoy seguimos considerando cada tarea que se nos confía como una ocasión de encuentro y crecimiento para la ciudad. Y lentamente vemos que mejoran los vínculos entre los ciudadanos y los funcionarios. Crece la confianza recíproca entre ambos bandos. Los líderes tradicionales y los consejeros electos están encontrando además su propio rol, en el pleno respeto de cada uno hacia el otro. Así, mientras el proyecto de atención sanitaria a la infancia está confiado actualmente a los responsables tradicionales, la atención a los jóvenes es tarea de los consejeros municipales. No es ni siquiera necesario explicar a las diversas autoridades nuestras decisiones, porque nos tienen confianza y la unión entre todos crece y se desarrolla al servicio de la comunidad. Experimentamos que si alguien trata de poner en práctica el Evangelio, ¡de verdad que nada es imposible!