Movimiento de los Focolares
Deporte, medallas y paz

Deporte, medallas y paz

  Michael Walchhofer (Radstadt, Austria, 28 de abril de 1975) es un esquiador alpino austriaco. En las Olimpíadas de Turín 2006 ganó la medalla de plata en la bajada libre. Walchhofer, quien bajó con el pectoral número 10, permaneció por largo rato a la cabeza de la competencia, pero al final fue derrotado, por 72 centésimas de segundo, por el francés Antoine Deneriaz, quien bajó como número treinta. Walchhofer debutó en la Copa del Mundo de esquí alpino en 1999. En esa misma estación se adjudicó la Copa Europa absoluta. Su primera victoria en una Copa del Mundo le llegó en la combinada de Kitzbuehel en el 2003. En los Mundiales de esquí alpino del 2003 en St. Moritz, en Suiza, ganó el oro en la bajada libre. En la edición 2005 ganó la medalla de bronce en la misma disciplina, además de la de plata en el supergigante. Se adjudicó la Copa del Mundo en la bajada libre en la estación 2004-2005. Michael Walchhofer en varias ocasiones ha demostrado claramente que los valores cuentan para él más que las victorias deportivas. Como él mismo nos contó, por ejemplo, hablando de su familia. “El nacimiento de mi primera hija ha sido una experiencia mucho más conmovedora que el mayor éxito deportivo hasta ahora alcanzado”. Con su estilo tenaz, pero sin pretensiones, el esquiador no sólo es simpático sino que se ha convertido en un modelo para muchos jóvenes y niños. Su victoria nos ha dado gran alegría, también porque Walchhofer ha sido uno de los sustentadores de Sports4Peace (Deporte por la paz), el proyecto juvenil y deportivo del Movimiento de los Focolares, en el ámbito del amplio proyecto LifeStyle4Peace (Un estilo de vida por la paz), llevado adelante por los Muchachos por la Unidad de Austria y por Sportmeet, la red mundial de deportistas y trabajadores del mundo del deporte, que viven el deporte como una realidad importante y positiva en confrontación consigo mismos y con los demás, animados por el deseo de contribuir, a través del mismo, a la construcción de un mundo más unido.  

[:it]Il “Social Welfare Club di Akum e Bali”[:en]The “Social Welfare Club of Akum and Bali”

 En la periferia de Bamenda, una pequeña ciudad en el centro-oeste de Camerún, casi en la frontera con Nigeria, existen algunas aldeas sin médico. Pero existen dos centros de salud, pequeñas estructuras con 50 camas, mantenidas por religiosas y grupos de laicos coordinados por las diócesis. El deseo de hacer algo más por los pacientes enfermos de Sida, y romper de algún modo el aislamiento en el que los prejuicios y extrañas creencias los quieren confinar, ha llevado a iniciar la experiencia del “Social Welfare Club de Akum & Bali”. En pocos meses, 25 personas seropositivas han ofrecido al médico su colaboración para acoger otras personas en sus mismas condiciones y, de acuerdo con las religiosas y los laicos que administran los Centros de Salud, han fundado dos clubes en donde se pueden encontrar semanalmente.   El corazón de la acción lo constituyen estos encuentros periódicos: momentos de intercambio, de reflexión y, para quien puede, de trabajo en común.  En Akum los encuentros tiene lugar los jueves. Se inicia con un desayuno juntos hacia las 8.30, en el que se trata de ofrecer una comida lo más nutritiva posible –por ejemplo, desde hace 4 meses se logra dar leche fresca, cosa que es muy rara en estos lugares, con pan integral-.  Se está juntos, sencillamente, con algunos momentos de profundización espiritual interreligiosa (de hecho hay musulmanes, y cristianos católicos y presbiterianos) y de apoyo moral y psicológico, en los que se comparten experiencias, esperanzas y necesidades referentes a las propias condiciones de vida. Una parte del tiempo es dedicada a pequeñas actividades artesanales o a cultivar el huerto: trabajos modestos, pero fundamentales, porque le permiten a la gente involucrada el sentirse parte del contexto social y ganar algo para vivir, nutrirse y adquirir alguna medicina. Sólo en el pequeño ambulatorio de Akum, en un año han sido diagnosticados 296 casos de Sida. Aunque el costo del tratamiento médico sigue siendo prohibitivo, para la mayor parte de los pacientes, últimamente ha disminuido un poco y esto ha convencido a muchas personas a hacer el test, porque la esperanza de curarse es más concreta.

La fuerza del Evangelio en los campos de refugiados

En octubre, como conclusión de la Semana Mundo Unido 2005, se realizó una conferencia telefónica que conectó a jóvenes de todas las latitudes. Dos amigos han contado su experiencia desde Tanzania. Después de haber escapado de Burundi cuando estalló la guerra, se refugiaron en un campo de la región de Kigoma, donde han dado testimonio de la fuerza de la unidad y de la coherencia cristiana, que hace fuertes y mansos, llevando junto a otros, también al campo, un rayo de esperanza. Ahora ambos han iniciado a estudiar en la Facultad de Periodismo. Pudieron salir del campo de refugiados gracias a las becas recibidas a través del Proyecto África. «Cuando comenzó la guerra en Burundi en 1993, -cuenta R.- yo estaba en casa con mi familia, era un muchacho y trataba de vivir el Evangelio. Era allí, -en el Evangelio (n.d.t.)-, donde a pesar del clima de odio y violencia, encontraba la fuerza de seguir amando a todos, también a los enemigos, y la certeza de que el bien siempre vence al mal. Un día, con mi familia, ayudamos a algunos niños de otra etnia. Habríamos debido considerarlos enemigos… en cambio conseguimos salvarlos arriesgando nuestra propia vida. En 1996 la situación empeoró, y en mi escuela había mucha violencia y fui torturado. Pero también en aquella dolorosa situación le pedí a Dios que me diera la fuerza de perdonar y de ayudar a esos hermanos míos a cambiar de vida. Como mi vida corría peligro, me vi obligado a huir a los campos de refugiados de Tanzania en la región de Kigoma. Allí he vivido durante 9 años». «Nuestra vida en los campos –continúa K.- no ha sido fácil: hemos tenido que afrontar grandes dificultades: falta de techo, de comida, de ropa… pero en todo esto nos ha ayudado la elección de vivir coherentemente el cristianismo, una elección que nos ha llevado a hacer de cada dificultad un trampolín y a transformarla en amor. En nuestro campo éramos 42 Jóvenes por un Mundo Unido muy comprometidos: este año pudimos construir nosotros mismos dos cabañas con barro y hierba para dos ancianos refugiados que no tenían dónde estar. También hemos ido a dos escuelas superiores del campo para compartir con los demás jóvenes nuestras experiencias del Evangelio vivido. Con la ayuda concreta de tantos jóvenes del mundo, a través del Proyecto África, hemos podido poner en marcha varios pequeños comercios, como la venta de mandioca, de harina de maíz y de aceite de palma. Hace algunas semanas, hemos recibido un regalo inesperado, siempre gracias a estas ayudas: nos ha sido posible salir del campo de refugiados y transferirnos a Tanzania con dos becas, con las cuales ahora podemos empezar a frecuentar la Facultad de Periodismo». (R. e K. – Tanzania)

Obispos de varias Iglesias en Rumania, acogidos por el Patriarca Ortodoxo Teoctist I

Obispos de varias Iglesias en Rumania, acogidos por el Patriarca Ortodoxo Teoctist I

 Acogiendo la invitación del Patriarca ortodoxo de Rumania, Teoctist I, y de su Sínodo, el anual Congreso internacional de los obispos de varias Iglesias, amigos del Movimiento de los Focolares, esta vez ha sido hospedado en Bucarest, en un país considerado, por varios motivos, puente entre Oriente y Occidente. El mismo Patriarca ha abierto el Congreso la mañana del 21 de septiembre.

Los obispos presentes en Bucarest provienen de 19 países. La Iglesia Ortodoxa está representada por obispos del Patriarcado ecuménico de Constantinopla, por los Patriarcas de Antioquia y Rumania, de la Iglesia ortodoxa de Serbia, República Checa y Eslovaquia. Los exponentes de la Iglesia siro-ortodoxa provienen de Siria, India y Holanda. Están representadas además la Comunión anglicana (Inglaterra e Italia), las Iglesias evangélico-luteranas de Alemania, Suecia, Noruega, Gran Bretaña, Rumania y Estados Unidos, la Iglesia metodista (Brasil). Además de 10 obispos católicos de varios países.

“La presencia del Resucitado en medio de su pueblo: centro de la vida eclesial y fulcro de nuestro testimonio común”, es el centro de las reflexiones del Congreso, como reza el título. Es este misterio de Jesús, que se hace presente, como ha prometido, entre “dos o tres reunidos en su nombre”, que los obispos desean profundizar como camino para la comunicación de la fe en el tiempo presente y para una comunión cada vez más plena de la Iglesia de Cristo. Se intercalaron temas de profundización teológicos y espirituales, y no faltó el diálogo y el intercambio de experiencias que demuestra la acción del Resucitado en la vida cotidiana en los diversos ambientes.

Sobre esta ‘presencia’, Chiara Lubich ha dado un importante aporte con una conversación videogabrada, precisamente porque esta presencia de Jesús en la comunidad es lo específico de su Carisma de unidad.

El encuentro con la vida monástica, la liturgia, la iconografía oriental, tan vivamente presentes en Rumania, han sido de estimulo y enriquecimiento y ha favorecido una comunión más profunda con la Iglesia rumano-ortodoxa y con las otras Iglesias presentes en esa tierra.

Al mismo tiempo, los obispos provenientes de diversos continentes, han podido ofrecer su testimonio de comunión fraterna a este pueblo que ante el grito “unitate, unitate” ha sabido dar un impulso inolvidable a la causa de la unidad de los Cristianos, cuando Juan Pablo II, en 1999 visitó ese país.