Movimiento de los Focolares
África: familias, entre Evangelio y tradición

África: familias, entre Evangelio y tradición

20160523-01«En nuestra cultura- cuenta un marido congolés casado desde hace 14 años- el primer hijo debe llegar enseguida. Si después de 6 meses la esposa no queda embarazada, la familia sufre grandes tensiones». «Es lo que me pasó a mí – continúa la esposa-. A mis suegros, que ya eran ancianos y no podían trabajar más, les dábamos la mitad de nuestro sueldo. Pero esto no era suficiente. Ellos querían un hijo de nosotros, que representaba para ellos su continuidad después de la muerte. Dado que yo no quedaba embarazada, mi suegra quería convencerme para que fuera a consultar a un shamán y, viendo mi resistencia comenzó a presionar a mi marido para que pidiera el divorcio. Pero él fue determinante. Aún, dentro del respeto, encontró las palabras adecuadas para decirle abiertamente que sobre este punto, él no podía obedecerla, porque él me amaba y porque, habiéndonos casado por la iglesia, nuestro matrimonio era “para siempre”. Después de tres años decidimos adoptar a dos niños y después de doce años, gracias a un tratamiento que hice en Sudáfrica y a nuestra fe en Dios, logramos tener una hija y hace tres meses también un varoncito». «También mi esposa- dice un joven esposo que es también del Congo– tenía problemas para llegar a término con el embarazo. Quedaba embarazada pero después de pocos meses perdía el bebé. Los vecinos de casa nos hacían sentir vergüenza, con comentarios fomentados por una tía mía que no se llevaba bien con mi esposa. Mi familia inclusive nos sugirió realizar un sacrificio tradicional a los antepasados. Nosotros les explicamos que, como cristianos, no estamos en contra de los ritos tradicionales, porque también en éstos existe la semilla del Verbo, pero que nosotros creemos firmemente en el auxilio de Dios. Un día nos visitó un amigo, profesor universitario, y escuchando nuestro problema nos dio preciosos consejos sobre cómo debíamos comportarnos para que el embarazo continuara. Justo en ese período mi esposa llevaba un embarazo de 5 meses y, gracias a estas sugerencias, el embarazo llegó a término hasta que nació el bebé. Lo mismo sucedió con los otros 5 hijos que llegaron a continuación». «Cuando terminé los estudios – cuenta André- encontré trabajo en otra ciudad y, antes de irme, la familia se reunió para darme todos aquellos consejos que, según ellos, yo precisaba recibir. Entre estos consejos estaba el de casarme con una mujer de mi misma tribu. Yo no estaba de acuerdo. Desde siempre he pensado que la que llegaría a ser mi esposa sería la mujer que Dios me pusiera en mi camino, cualquiera fuera su procedencia. Cuando me enamoré de Julie no sabía que ella era de una tribu antagonista a la nuestra. Lo supe después, y entonces me acordé de los consejos de mi familia. Después de haber reflexionado largamente, comprendí mejor lo que significaba para mí vivir el Evangelio, es decir, lograr ver a cada prójimo no como un enemigo, sino como un hermano, pues todos somos hijos del mismo Padre. Así decidí permanecer fiel a los principios que Dios había puesto en mi corazón. Durante el noviazgo hubo graves desórdenes entre nuestras dos regiones, pero Julie y yo, a pesar de vivir momentos muy difíciles, seguimos llevando adelante nuestra relación hasta que nos casamos. Nuestros vecinos estaban seguros de que nuestro matrimonio no duraría más de 6 meses». «También yo tenía dudas – confiesa Julie- pero luego vi cuánta fidelidad me tenía André y aunque éramos de caracteres distintos, costumbres alimenticias diferentes y el idioma materno también era distinto, sin embargo continuamos amándonos. Este años junto con nuestros 4 hijos festejamos los 23 años de matrimonio». «Desde el comienzo, cada uno de nosotros se comprometió a ver la familia del otro como la propia familia – agrega André– y, con el tiempo, logramos acercar a los parientes que al principio estaban en desacuerdo con nuestro matrimonio. En nuestra tradición dar el propio nombre a un niño es una demostración del afecto que se tiene por él, una forma de inmortalizarse en él. Julie quiso dar a nuestros hijos el nombre de mis familiares. Con este gesto suyo ahora ella se encuentra inmortalizada en mi familia».  

Evangelio e inculturación

Evangelio e inculturación

20160522-1La inculturación no es una acción que se hace mediante una especie de acomodamiento del Evangelio o de las costumbres cristianas, a los hábitos y a las culturas de un pueblo, sino una consecuencia del misterio de la Encarnación. En el tiempo moderno vemos que se va formando una cultura que ya no integra el Evangelio. Es la cultura del desarrollo y del avance científico y técnico, completamente desvinculados de los fundamentos cristianos. Una cultura que ha creado un único espacio mundial en el cual vive toda la humanidad. La cultura africana no es una cultura tecnológica, como tampoco lo es la cultura asiática, aunque tanto los africanos como los asiáticos apuntan al mismo desarrollo. Pero tienen valores distintos e ideas diferentes. Si estas culturas y tradiciones no participan en el desarrollo tecnológico no pueden sobrevivir, se pierden. Lo que puede crear una unidad mundial de carácter no técnico es el Evangelio. Una convivencia de muchas culturas en el único mundo. El Evangelio puede hacer que culturas distintas entren en un diálogo entre ellas que las lleve a desarrollarse y cambiar. Pero no en una igualdad sólo externa, sino en un diálogo en la única verdad y en el único sistema de valores cristianos. Así podemos salvar la unidad y podemos también salvar la pluralidad. Éste es el desafío de hoy. Si como cristianos no lo hacemos, habremos perdido una oportunidad, al no afrontar un desafío histórico que se nos presenta en este momento. Inculturación quiere decir tomar en serio esos valores y esas tradiciones humanas que están por doquier, no para hacer con ellos un museo, no para fomentar un relativismo en el que cada uno pueda vivir, sino para crear un diálogo en la verdad. Verdad que no puede ser impuesta, sino ofrecida libremente. La nueva evangelización es ‘nueva’ porque ya no existe la cultura cristiana. En el mismo sentido debe ser una evangelización también de aquellas culturas que hasta ahora no han tenido un serio encuentro con el cristianismo. ¿Y con qué fuerza se puede dar esto, si no con ese ‘hacerse uno’ del amor que es el mismo amor con el que Cristo asumió nuestra carne, nuestra naturaleza humana, y se volvió uno de nosotros? El amor que llevó a Jesús a encarnarse, nos debe impulsar a ‘hacernos uno’ con todas las culturas, sin perder la unicidad y la autenticidad del Evangelio. La espiritualidad de los Focolares, que siendo vida logra unir más allá de las fronteras y de los límites de cada cultura, constituye también un vínculo entre las culturas. Es como un líquido que, precisamente porque es una vida, penetra en todo tipo de culturas. Si nosotros vivimos el Evangelio al estado puro y, con un amor que se hace vacío de sí mismo, perdemos nuestras raíces culturales para ‘hacernos uno’ no sólo con cada prójimo individualmente, sino también con su cultura, entonces también él puede ser activo y dar lo que tiene en sí, y ofrecer sus tesoros transformados y purificados por la vida del Evangelio, valores que al mismo tiempo iluminan y hacen comprender el Evangelio. Gracias a esta luz blanca del Evangelio, puedo ver la luz del otro y darle a él mi luz y mi cultura. De tal forma no hacemos un camino de una sola vía. Viviendo en el mismo mundo, recibimos la cultura y el Evangelio del otro, y damos la nuestra. Y el otro hace lo mismo, en un dinamismo de amor que es la Buena Noticia del Evangelio, la que Jesús trajo a la tierra. Para hacernos vivir la cultura del Cielo ya en este mundo.   (Síntesis del teólogo alemán Wilfried Hagemann, biógrafo de Mons. Klaus Hemmerle).  

Cuba: promover alternativas al capitalismo

Cuba: promover alternativas al capitalismo

160502_Cuba_Edc_01_rid«Aunque el país caribeño debe afrontar un sinnúmero de desafíos, me pareció que la Economía de comunión (EdC) está hecha precisamente para Cuba». Así se expresó John Mundell, empresario de EdC procedente de Estados Unidos, al concluir la jornada del pasado 29 de abril en La Habana. Estuvieron  presentes unas treinta personas, entre las cuales había exponentes de grupos locales de formación al “cuentapropismo” (trabajo independiente), miembros de equipos de intercambio sobre nuevas propuestas económico-sociales, economistas, empresarios, contadores y personas interesadas en el tema. Además del mencionado empresario de Indianápolis, miembro del Comité Internacional EdC, estuvo presente también una representación de Italia: Gaetano Giunta y Steni di Piazza de la MECC (Microcrédito por la Economía civil y de comunión), Francesco Tortorella y Francesco Marini del Sector Proyectos de AMU (Acción por un Mundo Unido). En su saludo de apertura, el Nuncio Mons. Giorgio Lingua recordó la invitación que el Papa dirigió a los jóvenes, durante su visita a la Isla en septiembre de 2015: «Vivir “la amistad social”, para ser capaces de discernir juntos cómo actuarla y ayudar a los demás a vivir por el bien común». Según Paola Monetta, una de las organizadoras del evento, fueron «palabras muy apropiadas, ya que estábamos juntos cristianos y no creyentes que se habían formado en el socialismo, todos motivados por el deseo de vivir un estilo de vida de comunión». Después de una reseña sobre la Economía civil, se presentó el proyecto de Economía de Comunión, con las novedades y los desafíos que propone, poniendo a la persona y especialmente a quienes están en necesidad, en el centro del quehacer económico. Las experiencias de los empresarios de EdC presentes, demostraron que, «aún en medio de las dificultades, es posible llevar adelante un estilo empresarial de comunión, respetando los parámetros de productividad junto a los del respeto por el ambiente, mientras que, al mismo tiempo, es posible convertirse en “generadores” de reciprocidad y de comunión, dentro y fuera de la empresa». 160502_Cuba_Edc_16_ridSin lugar a dudas eran temas importantes, también por la posibilidad de promover alternativas a los ataques del capitalismo, especialmente en la actual coyuntura que vive Cuba. Las experiencias de MECC y AMU en el ámbito de los proyectos sociales de los que son promotores en todo el mundo, abrieron nuevos horizontes dejando espacio a un diálogo importante y fecundo. «El encuentro logró su objetivo: ser un multiplicador de reciprocidad y de experiencias de comunión y una incubadora de ideas y nuevas propuestas», afirma Paola Monetta. Y John Mundell: «Durante el viaje de regreso, estaba en el avión junto con muchos hombres y mujeres de negocios norteamericanos, invitados individualmente para viajes “people to people”, todos concentrados en conversaciones acerca de las oportunidades de negocios que se están abriendo en Cuba. Si estoy en un avión lleno de capitalistas norteamericanos – me dije – ¡entonces esta vez la EdC se está poniendo en marcha en el momento preciso!». Próxima cita: noviembre de 2016. «Con el objetivo – concluyen – de involucrar también a quienes quieren construir sinergias con nosotros a favor de la comunión, con la mirada puesta en un mundo más justo y unido».

AIPEC, por una economía “para”

AIPEC, por una economía “para”

Livio_Bertola«La idea de constituir la  Asociación Italiana de Empresarios para una Economía de Comunión (AIPEC), nace a principios del 2012, quizás en el peor momento de la crisis económica italiana. Es precisamente en este frangente que un grupo de empresarios adherentes a la EdC sienten que tienen que reaccionar. Como primer paso se trata de comprender juntos si existen márgenes de colaboración entre las empresas. En otoño de ese año tiene lugar el acto constitutivo con la aprobación, no sólo del estatuto, sino también del código ético; desde un inicio la asociación demuestra ser un vehículo para la difusión de la Economía de Comunión». Quien habla es el actual presidente, Livio Bertola, quien ilustra los objetivos y la breve historia de la asociación: «Los principales valores que la inspiran hacen referencia a una “cultura del dar”. Por eso cada socio se siente impulsado, no tanto a esperar algo para sí, sino más bien a ponerse en la disposición de entender cuánto puede hacer por los demás». ¿A quién se dirigen especialmente y cuáles son los objetivos de AIPEC? «Nos dirigimos a los empresarios, a trabajadores independientes, cooperativas y, en general, a todas las personas interesadas en una economía que tenga a la persona como centro: empleados, estudiantes, amas de casa, jubilados, desocupados, etc. En cuanto al objetivo de AIPEC de promover los valores de la Economía de Comunión, tratamos de realizarlo en distintas formas: por un lado, promoviendo en toda Italia momentos de encuentro con personas que quieren vivir mejor en su trabajo, organizando escuelas de economía civil con un enfoque especial para la nuevas generaciones; por otra parte, sosteniendo las actividades de los empresarios asociados y favoreciendo las sinergias que se pueden crear entre ellos». Se inspiran en los valores de la Economía de Comunión, dos palabras que parece que se contraponen… «De hecho, el empresario que adhiere a la EdC hace una elección que va contra la corriente. En el nombre de la Asociación hemos querido injertar la preposición “para”, con dos motivos: en primer lugar porque nos sentimos en un camino que llevará a una comunión más plena y ninguno de nosotros tiene la presunción de sentirse que ya llegó a la meta y, la segunda razón, no menos importante, porque la Economía de Comunión nació para los pobres; se destina a ellos una parte de las utilidades de la empresa, en la plena libertad de cada uno. Por eso sentimos la necesidad, nosotros empresarios, de ayudarnos, de colaborar realmente juntos: mediante la escucha recíproca, el apoyo, la atención al otro (empleado, cliente, proveedor, socio o incluso competencia), el compartir ideas, dificultades, talentos. Con una atención especial a los empresarios y trabajadores que, en estos años, están sufriendo en primera persona por las consecuencias de la crisis económica y social». ¿De qué forma se puede colaborar o adherir a su Asociación? «Pueden formar parte de nuestra red empresarios y profesionales, que consideramos socios ordinarios, pero también todas las personas que apoyan los valores de la EdC, que consideramos socios adherentes. Se puede colaborar con AIPEC con sólo visitar nuestra página que ofrece muchas otras informaciones sobre la vida de la asociación, las iniciativas y las posibilidades de difusión y conocimiento. Asociándose se puede llegar a ser parte activa de los proyectos en curso e idear juntos nuevos». ¿Hay proyectos en curso? «Nos hemos propuesto un nuevo objetivo ambicioso, ¡pasar en los próximos tres años de los actuales 200 a 6000 socios! Por lo tanto es fundamental la colaboración y el aporte personal, especialmente de quien ya conoce la EdC y quiere donar tiempo y energías para hacer crecer la “cultura del dar” en Italia y en el mundo».

Basma y los amigos cristianos

Basma y los amigos cristianos

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Foto: Rosario De Rosa

Latina, es una ciudad del centro de Italia, la ciudad más joven de la península. Fue construida durante los veinte años de fascismo en terrenos recuperados de las Lagunas Pontinas. Su población es desde su origen “mixta”, personas que proceden de varias regiones y enriquecida hoy por una mayor variedad cultural, fruto de las corrientes migratorias. Basma, se radicó allí hace 18 años, con su marido Ben, procedentes de Túnez. En Italia nacieron sus dos hijos. «Un día – cuenta- mientras esperaba a mi hijo más pequeño a la salida de la escuela, conocí a otra madre italiana con quien poco a poco nació una profunda amistad. Hasta ese momento, había conocido a muchos cristianos o que por lo menos decían que eran cristianos, y me habían dado una impresión negativa del cristianismo, donde todo estaba permitido y no se veía la diferencia entre el bien y el mal. Con esta nueva amiga cristiana, comenzamos a conversar sobre nuestros credos y descubríamos cada vez más que teníamos mucho en común: cada una de nosotros había puesto a Dios en el centro de su vida. Como vivíamos cerca una de la otra, ella siempre se ofrecía a  llevarme en su auto a la salida de la escuela; y así comenzamos a visitarnos involucrando también a nuestras familias, y descubrí que detrás de esta nueva amiga existía un pueblo de cristianos y todos vivían por Dios» La amistad crece, con un simple intercambio de dones y conocimiento recíproco: cuscús (plato tradicional a base de sémola de trigo) para toda la familia acompañado por un conjunto de platos tunecinos o una cena todos juntos. «Cruzamos la ciudad a pie, como acostumbramos hacerlo nosotros, y ellos decían que habían descubierto una ciudad escondida, poblada todos amigos musulmanes». Se realizó una velada tunecina en la que cada uno llevaba lo que quería a beneficio de los  gastos escolares de los chicos, dado que en ese  período uno de los padres  había tenido un accidente en el trabajo. Los amigos cristianos pusieron a disposición la casa decorando los ambientes al estilo árabe con alfombras, cortinas, almohadones, mesas bajas y velas. «Hicimos las compras juntos y Basma cocinó – cuentan-. Fue grande la alegría al constatar que habíamos alcanzado la cantidad de dinero exacta para adquirir los libros. Una velada lindísima en la que conocimos la cultura árabe y nos sentimos hermanos. Al entregar la cifra de dinero, una tarjeta decía: “Gracias por este viaje a tu tierra que nos hiciste hacer junto contigo. Tu familia de Latina”. El llanto conmovido de Basma consolidó este vínculo entre todos».
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Foto: Rosario De Rosa

Después de forma imprevista, la enfermedad y la muerte del marido. «Antes de dejarnos, Ben me confió a estos amigos cristianos. Yo fui la primera en quedar asombrada: estaban sus familiares, los hermanos de la Mezquita, pero tal vez él sentía que con ellos existía de verdad una relación basada en Dios. Ben murió dejándonos con un profundo dolor. Estábamos solos en tierra extranjera. Yo no tenía la fuerza para vivir», confiesa Basma. En esos días marcados por el dolor, los amigos se alternan en ayudar a la familia, preparando la comida y tratando de animarla a recomenzar. «Su dolor era el nuestro, sus hijos, los nuestros», cuentan. Se origina una gran comunión de bienes para ayudarlos en el primer período. Después de pocos días una persona se presenta con diez bolsas de verdura que la propietaria quería regalar. La “Providencia”, como la llamamos los amigos cristianos, se vuelve contagiosa, y también Basma empieza a compartir lo que recibe. Finalmente aparece la propuesta de un trabajo. Pero el turno empieza a las cuatro de la mañana en una fábrica lejana de la ciudad. Una de las amigas propone acompañarla. A partir de este gesto comienza una cadena de personas que se ofrecen a llevarla al trabajo, de forma de compartir el peso entre todos y lograr salir adelante. «En este nuevo ambiente de trabajo- cuenta Basma-, también yo comencé a amar a todos incluso al que me consideraba un enemigo por causa de mi velo. Ahora existe una atmósfera muy linda y mis amigos no deben más acompañarme al trabajo porque los colegas se ofrecen para hacerlo. En los primeros días difíciles me repetía una frase que le había escuchado decir a mis hermanos cristianos: “Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor”. Es justo así, el amor es contagioso». Maria Chiara De Lorenzo

Kenia: la ciudadela “Mariápolis Piero”, hoy

Kenia: la ciudadela “Mariápolis Piero”, hoy

2016 05 17 Mariapolis Piero DSCF9617 © CSC_Ernst Ulz

Foto © Ernst Ulz – CSC Audiovisivi

«El 15 de mayo María Voce y Jesús Morán, presidente y copresidente de los Focolares, en el primer día de su visita a “África”, recibieron la bienvenida de los habitantes de la Mariápolis Piero entre redobles de tambores y expresiones de alegría», cuenta Liliane Mugombozi, directora de New City África. «Agradeciendo a los jóvenes por su cálida bienvenida, María Voce les cuenta que recibió muchos mensajes de varias partes del mundo. Impresiona que también las comunidades de los Focolares de Siria mandaron sus saludos a los africanos y aseguraron sus oraciones. “Agradezcamos a Dios  que en Kenia haya paz – dijo María Voce – y recordemos a aquellos países en los que no hay paz. Vivamos estos días para que nuestro vivir en paz pueda de alguna manera ser una contribución a la paz en todo el mundo”». «“Primero una llama, ahora un incendio invadió África entera, ¡un incendio de amor entre nosotros!”. Cuando pienso en la Mariápolis Piero hoy – escribe Liliane – recuerdo la letra de la canción compuesta por los jóvenes del Focolar en el año 2000, durante la visita de Chiara Lubich a Fontem (Camerún)». Ubicada a unos 27 km de la ciudad de Nairobi, la Mariápolis Piero se extiende en 18 hectáreas de tierra verde. «En 1992, año de su fundación, esta ciudadela era realmente una pequeña llama, una semilla, que ha crecido hasta llegar a ser, después de 24 años, un gran incendio, un árbol». «En su discurso inaugural, aquel 19 de mayo, Chiara Lubich expresó el deseo de que esa semilla pudiera convertirse en un gran árbol “que podrá hospedar en sus ramas muchos pájaros precisamente como el reino de Dios descrito por Jesús, es decir, a muchas personas provenientes de todos lados que vienen a aprender la unidad; a ver cómo se practica la unidad; como se puede irradiar alrededor; cómo será el mundo allá donde se realiza en nuestros tiempos la unidad invocada por Jesús y querida por el Espíritu”.
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Foto © Ernst Ulz – CSC Audiovisivi

«Con el pasar de los años, esta “profecía” se ha vuelto una experiencia en marcha – explica Liliane Mugombozi – Gracias a varias realizaciones, la Mariápolis hoy hospeda a muchas personas de toda África y de más allá del continente, de todas las clases sociales, de varias religiones y credos, niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, sacerdotes, obispos y laicos, para vivir y testimoniar que la unidad es posible. Es un lugar de formación en la espiritualidad de la unidad y en sus concretas realizaciones en la sociedad. Tal como dijo un joven de 21 años, Michael: “Es como un taller, en el que hacemos las más significativas experiencias de vida, donde esta forma de vida genera numerosas semillas de fraternidad”». «La experiencia que los habitantes – estables y temporales – han vivido en la Ciudadela es precisamente la de ser familia, una familia unida por ese amor recíproco basado en el Evangelio. Es un proceso de formación en marcha, en la vida cotidiana, con la finalidad de construir “comunidades cristianas maduras” (Christifideles laici, 34)». «La característica de esta ciudadela, que ya Chiara Lubich había delineado, es la Inculturación: “La nota específica de la ciudadela, que es la vocación del Movimiento en África, será un acento particular sobre un preciso deber nuestro, es decir, la evangelización. Para realizarla, este centro se especializará en la inculturación”. Nace así la Escuela para la Inculturación. Su finalidad es ahondar en la vida del Evangelio tratando de dialogar – desde la perspectiva de la espiritualidad de la unidad – con las distintas culturas y praxis de los pueblos africanos». Video en italiano y en inglés: https://vimeo.com/146788855