Movimiento de los Focolares

Se abre una página de amistad

La Santa Sede ha difundido un nuevo mensaje invitando a “continuar con confianza, valor y amplitud, el diálogo emprendido hace tiempo” con la República Popular China, “para crecer en una amistad auténtica”. El reciente acuerdo entre la Santa Sede y la República Popular China, firmado días atrás en Pequín –acuerdo que desbloqueó la nómina de obispos y sancionó la “readmisión” en la plena comunión con Roma de ocho obispos “oficiales”– está abriendo una nueva página de amistad que supera las controversias del pasado. China y la Sede Apostólica –se lee en el mensaje del Papa Francisco– “están llamadas por la historia a una tarea ardua pero fascinante, podrán actuar más positivamente en el crecimiento ordenado y armónico de las comunidades católicas en China, se tomarán medidas para promover el desarrollo integral de la sociedad, asegurando mayor respeto hacia la persona humana también en el ámbito religioso” y, finalmente, “trabajarán concretamente para custodiar el ambiente en que vivimos, para edificar un futuro de paz y de fraternidad entre los pueblos”.

No sólo “pulmón del mundo”

No sólo “pulmón del mundo”

Un territorio inmenso al que se le atribuye adjetivos superlativos. Abraza a ocho países, se extiende desde la cordillera de los Andes al Océano Atlántico, hasta el altiplano de Brasil. La más grande selva lluviosa del planeta, única en el mundo por su densa e impenetrable vegetación, hospeda innumerables especies animales y es atravesada por miles de ríos, entre los cuales el inmenso río Amazonas (con alrededor de 6.400 kilómetros de longitud), a lo largo del cual han surgido muchas ciudades como Manaos y Belén en Brasil, e Iquitos y Puerto Maldonado en Perú. Cuando se dice selva del Amazonas enseguida se piensa en “el pulmón del mundo”, un pulmón fuertemente amenazado por la deforestación y por la urbanización, que año tras año restringen sus márgenes y contaminan su pureza. El “curso de verano”, promovido por Sophia ALC (ente promotor del Instituto Universitario Sophia en América Latina y el Caribe), del 22 al 28 de julio, se desarrolló lejos del imaginario simbólico y cultural por el que comúnmente es conocida la región, y de las características tradicionales que por general se vinculan a su naturaleza exótica y a la riqueza de sus recursos naturales. Su título es “Diversidad, desarrollo, violencia y movilidad humana en América Latina. En el caso de la región Pan Amazónica”, el Curso pretendía más bien privilegiar un estudio interdisciplinario, que abordara temas como la biodiversidad, la socio-diversidad, de la vida de las poblaciones presentes en la región (indígenas, afrodescendientes, ribeirinhos, es decir, de los habitantes que viven a lo largo de los ríos, y muchos otros), los procesos sostenibles de producción agrícola, el encuentro con distintas formas de religiosidad, además de los desafíos de la urbanización, de la violencia y de los intereses de los grandes comerciantes agrícolas. «No hablamos de la selva, somos la selva. No hablamos de Amazonia, somos Amazonia» dijo Marcia Wayna Kambeba, de India, uno de los participantes. Fueron 50 los inscritos, entre estudiantes universitarios de distintas áreas y profesores. La finalidad del Curso era invitar a los presentes a tomar conciencia de la historia de la Amazonia, de la responsabilidad de cada uno ante la compleja realidad de esta región, de las trayectorias culturales e históricas que se entrelazan. Y de la gran importancia de un diálogo respetuoso entre las cosmovisiones y las distintas religiones presentes. «La Amazonia no debería ser vista sólo bajo el aspecto de los intereses económicos y de la riqueza de sus recursos naturales», afirmó Belisa Amaral, estudiante de periodismo de Belén. «El mundo tiene necesidad de explorar su cultura, su belleza, su gente, personas ricas de sabiduría y de amor por su tierra, que defiendan su idioma, sus costumbres, su propia identidad en medio de tantas amenazas». «Ha sido un auténtico laboratorio de humanidad, en busca de alternativas para resolver o por lo menos reducir los problemas sociales y ambientales que existen» dijo Marcelo Rizzo, de Sao Paulo, Master en Derechos Humanos. El Curso fue para él una posibilidad para tener un mayor conocimiento y una «mayor empatía con las personas de cultura indígena, sobre cuestiones amazónicas y sobre el ambiente en general».   Fuente: www.sophiauniversity.org; www.focolares.org.br      

La Puerta sin retorno

La Puerta sin retorno

Ghana, Togo y Benín son países que se asoman a la costa del Golfo de Guinea, de forma vertical y paralela entre ellos. Son célebres por la variedad y riqueza de su paisaje. Estos tres países de África occidental conservan antiguas tradiciones culturales y similitudes en su historia, por ejemplo los edificios de la época colonial, en Ghana, son un testimonio del comercio de esclavos, también los asentamientos de arcilla y los Bazares de Togo, e inclusive los edificios de la realeza de Abomey, hoy museos de historia, en Benín. Bernadette, Mariluz y Flora nos escriben: «En la Mariápolis organizada en Benín para el gran territorio de Benín y Togo, las personas llegaron vestidas en su mayoría con la misma tela, como es costumbre aquí en las fiestas, pero esta vez, todos de color blanco». Se le dio una gran bienvenida al Arzobispo de Cotonou Mons. Roger Houngbédji, quien por primera vez asistía a un encuentro de los Focolares. Los participantes fueron 120, entre ellos numerosos adolescentes y niños, todos participaron activamente en talleres sobre temas inherentes a la práctica del ideal de la unidad en la vida cotidiana, como un estímulo para mejorar la propia vida e incidir en lo social: en la economía, en la relación entre los padres y los hijos, en la educación, la afectividad y la sexualidad, el manejo del estrés. «Los niños jugaron “a la ciudad”, encarnando diversos roles, en el hospital o en el mercado, en el club o en el restaurante. También los jóvenes expusieron con sinceridad sus desafíos. La mañana dedicada, con la autorización del intendente, a la limpieza del mercado público, que estaba repleto de bolsas de basura tiradas en el suelo, dejó una huella de belleza y armonía». Desde la ciudad de Ouidah, los esclavos partían hacia el “Nuevo mundo”.  Después de ser vendidos para ser comprados por los blancos, atravesaban el Océano encadenados a los barrotes de las naves. El último paso por su tierra natal era cruzar la “Puerta sin retorno”, después de la cual no eran considerados más seres humanos sino mercadería. «Siguiendo sus huellas, también nosotros recorrimos en oración, el mismo “vía crucis”. En la “Puerta” pedimos que no exista más ningún tipo de esclavitud, agradecimos a Dios por la vida de los misioneros que después llevaron a África el mensaje cristiano». Trasladándonos hacia el Oeste, en Ngazobil, Senegal, a 110 kilómetros de la capital Dakar, hubo también una Mariápolis con 94 participantes de Senegal, Mali y Burkina Faso. Países, que confinan con la región meridional de Sahel, y que están siendo amenazados cada vez más en lo que se refiere a la seguridad de sus habitantes. «Para quienes venían desde Mali, y los tres de Burkina Faso, no fue fácil llegar. Tuvieron que viajar dos días en ómnibus (sólo para ir), muy cansado para los niños, algunos verdaderamente pequeños y para las personas mayores, alguno de ellos con muletas». Hicieron un viaje incómodo y en condiciones difíciles, ¡con tal de participar en una Mariápolis! Que definieron como “oasis”, “ciudad de la paz”, demostrando así «la gran sed y búsqueda de Dios que existe en nuestra gente». Escribe Aurora: «Una linda experiencia de comunión a pesar de los desafíos logísticos, con la presencia del obispo emérito Mons. Jean Noel Diouf. Nana, un joven musulmán, de Burkina Faso, comentó al finalizar: “Estos cuatro días, siendo yo el único musulmán, reforzaron mi fe y me hicieron ver la belleza de la religión del otro”. Y Mme Diouf Monique, de Senegal: “Comprendí cómo comportarme con las personas de otras iglesias y con los musulmanes”» También en el Centro-Sur del continente, en Zambia, definida por muchos como “la verdadera joya de África”, por su paisaje rico de maravillas naturales todavía intactas, como las célebres Cataratas Victoria, se desarrolló una Mariápolis. «El tema elegido fue “María, madre de la unidad” no podía ser más apropiado, dada la gran división presente en este momento en nuestra sociedad. Comprendimos mejor que es Ella, la Madre por excelencia, nuestro modelo». Entre los participantes, había personas de todas las categorías: «Un momento de reflexión y cambio (Jane). Aprendí el significado de amar, cuidar a los demás, perdonar (Chanda Chiara). Encontré a hermanos y hermanas de mi país (Celestino)».      

Gen Verde en la JMJ de Panamá

Gen Verde en la JMJ de Panamá

Entre las más de 400 propuestas, también el Conjunto internacional Gen Verde fue elegido para participar en el Festival que tendrá lugar en Panamá en enero 2019, durante la Jornada Mundial de la Juventud. «Nos sentimos honradas –comentó la portavoz del grupo- pero sobre todo felices de estar presentes en un momento tan importante, en una “tierra puente” donde el corazón de la Iglesia y de los jóvenes laten al unísono. América Latina está ampliamente representada en el planeta Gen Verde y no queríamos faltar a esta cita». Además de contribuir con el espectáculo “Start now” en el Festival que se realizará antes y durante la JMJ, con eventos, espectáculos y exposiciones que tendrán lugar en todo el país del 22 al 27 de enero, el Cojunto dará la bienvenida a los peregrinos en la diócesis de Chitré, capital de la provincia de Herrera, en el golfo de Panamá, y participará en el festival local de Colón, capital de la homónima provincia, en el norte del país, a la entrada del Canal de Panamá.

Una flor en en Barrio Vescovado

Una flor en en Barrio Vescovado

«Mirar alrededor, reconocer lo positivo que hay y vehiculizarlo, gracias al amor recíproco, con todos, especialmente en las periferias, yendo al encuentro de los más pobres. Éste era el deso de la comunidad de los Focolares de esta ciudad. Hemos visto y escuchado a muchos pobres. El primer día nos esperaban cincuenta niños, reunidos por el párroco, fray Michele Floriano, en la parroquia de San José. Nos “asediaron” gozosamente y enfrentamos este encuentro con la confianza puesta en los planes de Dios». Nocera Inferiore es una ciudad antiquísima, que ha sufrido mucho; en los años de la década de 1970, por la criminalidad y por un desarrollo edilicio incontrolado. En la década de 1980, un violento terremoto afectó a toda la provincia, barriendo con pueblos enteros y causando muchas víctimas y derrumbes. Desde hace cuarenta años, familias enteras del barrio Vescovado viven en edificios prefabricados e insalubres, esperando aún una vivienda digna, prometida y siempre postergada. Durante tres días, del 21 al 23 de junio pasado, el taller “Hombre mundo” (como otros similares realizados en muchos países, debe su nombre al trabajo de quien sueña con un mundo más justo y unido) fue para los voluntarios que se pusieron a trabajar – jóvenes y adultos – una verdadera experiencia de “Iglesia en salida”, según la invitación del Papa Francisco. Fue mucha la gente que estuvo muy activa también en la retaguardia, o sea en sus propias casas, preparando comidas. «El barrio Calenda, que limita con Vescovado, y que forma parte de la misma parroquia – escriben Felice y Romilda de la cercana ciudad de Angri – movilizó a su “ Círculo de amigos”. Para ese taller, además, se activaron varias asociaciones, ofreciendo cada una su aporte. “Hombre mundo”, por lo tanto, fue fruto de una red, y el resultado fue un evento que superó a todos. Por acá la marginación corre el riesgo de hacer olvidar incluso la propia identidad. Lo entendimos cuando le preguntamos a una niña: “¿Dónde vives?” y la respuesta fue “Lote 3”». “El barrio Vescovado es peor que Scampia” se ve escrito con grandes caracteres encima de un tétrico edificio prefabricado. Una competencia para abajo, haciendo referencia al barrio de Nápoles tristemente conocido por la delincuencia y el tráfico de droga. Frente al edificio, un amplio espacio al aire libre, en donde se organizan los juegos para los niños. «Las madres, y a veces también las abuelas y alguna bisabuela, bajaban a cuidar a los chicos y se entretenían con nosotros, “distrayéndose” de sus angustias». «En las mañanas, después de un momento de oración y meditación, y tras haber tirado el “dado del amor”, los niños tenían a disposición el área que está delante de la parroquia. Los jóvenes, en cambio, bajo la guía de personas expertas, estaban comprometidos en talleres artísticos, musicales, en actividades ecológicas y visitas al sector de pediatría de un hospital cercano. Además hemos comprobado la intervención de Dios, puntual, que nos sostenía, haciendo llegar, en el momento justo, a las personas que nos podían ayudar. Un ejemplo. El tercer día estábamos en dificultad para organizar los juegos, cuando llegó una llamada telefónica: era una persona experta en animación de niños, que se ponía inmediatamente a disposición. Todos dieron su contribución, incluso los chicos, que se ocuparon de los más pequeños, limpiaron el barrio de la maleza y plantaron flores, para dejar un toque de belleza y de amor en un ambiente degradado. Impactante para los jóvenes fue el testimonio de Roberto, de 49 años, que había pasado por una larga y penosa internación en el hospital, vivida como experiencia de “dolor transformado en amor”». “Hombre Mundo” culminó en el barrio Calenda, en donde el Círculo preparó una cena para todos al aire libre, con el lema de la fraternidad y la amistad, con un espectáculo final de los que habían participado en el taller de música.