«He venido a traer fuego sobre la Tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!» (Lc 12,49).

«Vosotros ya estáis limpios, gracias al mensaje que os he comunicado» (Jn 15, 3).

«Señor ¿a quién iríamos? Sólo tus palabras dan vida eterna» (Jn 6, 68).

«Conviértanse y crean en el Evangelio» (Mc 1,15)

“Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde él está sentado a la derecha de Dios” (Col. 3,1)

«¡Preparad el camino del Señor; abrid sendas rectas para él!» (Lc 3, 4)[1].

«Estad, pues, muy atentos, porque no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25,13).

«Sígueme» (Mt 9, 9)

«Pero ahora tenemos que hacer fiesta y alegrarnos, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y lo hemos encontrado» (Lc 15, 32)[1].

«Aquí vengo yo para hacer tu voluntad» (Hb 10, 9).

“Velen y oren, para no caer en la tentación; que el espíritu está pronto pero la carne es débil”.

“No se acomoden a la mentalidad de este siglo, antes bien, transfórmense con la renovación de su mente, para poder discernir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto” (Rm. 12,2) .