Movimiento de los Focolares

Con Benedicto XVI: «El Señor me llama»

Feb 27, 2013

Joseph Ratzinger está por retirarse a la oración. Lo acompañamos con la presencia en la Plaza San Pedro en la última audiencia, en Castelgandolfo todavía para un saludo, y con este abanico de voces que llegan de todo el mundo.

«El Señor me llama a “subir a la cima de la montaña”, a dedicarme todavía más a la oración y a la meditación» afirmó el Papa Benedicto XVI el domingo pasado en el Angelus. «Pero esto no significa abandonar a la Iglesia –prosigue- todo lo contrario, si Dios me pide esto es precisamente para que yo pueda seguir sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con el que traté de hacerlo hasta ahora, pero en una forma más apropiada a mi edad y mis fuerzas».

Subrayan esta dimensión espiritual de la decisión del Papa también los comentarios llegados de Inglaterra: el Rev. David Cornick, de la Iglesia Reformada Unidad, y secretario general de Churches Together in England, órgano oficial nacional para las relaciones ecuménicas en Inglaterra, afirma que «la decisión del Papa Benedicto de renunciar tiene un impacto no sólo para la Iglesia Católica-Romana sino también para todos nosotros, porque está tomada ante la conciencia de los límites humanos, sostenida por la gracia de Dios, una cosa de la cual todos podemos aprender». Mientras que el Rev. Robin Smith, Obispo de la Iglesia de Inglaterra, testimonia: «Me encontré con el Papa Benedicto varias veces y siempre quedé impresionado por el clima de santidad, autenticidad y benevolencia. La decisión (…) de abdicar y pensionarse [tendrá más consecuencias que todas las demás] porque reformula la imagen del papado, no por último en las mentes de los católicos».

El Dr. Callan Slipper, focolarino y Reverendo de la Iglesia de Inglaterra, explica que desde su punto de vista con esta decisión el Papa ha definido qué entiende por ministerio petrino: «Rezar y sufrir en primer lugar y después la acción. Pensé que es una buena definición de lo que todos tenemos que hacer para servir a los demás. Con su renuncia ya no ejercerá la acción, pero seguirá rezando y sufriendo por la Iglesia. (…) Me parece que presenta el ministerio petrino no como un ministerio de tipo monárquico, sino realmente como el del Siervo de los Siervos de Dios».

De la Iglesia ortodoxa de Moscú, Galia declara haber «sentido dolor y la sensación de una gran pérdida. Auguro que este paso de Benedicto XVI sea para el nuevo Papa un ejemplo de un amor que no teme el sacrificio. Este paso es un testimonio de una fuerte relación con Dios. No pensó en sí mismo, sino en el servicio que se le pide». Espera que el nuevo Papa sea «sensible a las cuestiones entre las confesiones cristianas». Jens-Martin Kruse, Pastor de la Comunidad evangélica luterana de Roma, en el Osservatore Romano del 22 de febrero hace un recuento, en un artículo titulado “Benedicto XVI ejemplo de fe también para los luteranos”, de algunos gestos de profundo impacto ecuménico.

Al panorama ecuménico se suma una voz del mundo hebraico, la del rabino argentino Ariel Kleiner: «Cuando leí en Twitter sobre la renuncia del Papa entendí que estábamos entrando en un momento doblemente histórico. Espero que pronto haya humo blanco y que su sucesor pueda proseguir por los senderos interreligiosos de los Papas Benedicto XVI y Juan Pablo II». «Más allá de lo que el momento significará para mis hermanos católicos» declara Sonia Kirchheimer «personalmente, como hebrea activa en el diálogo interreligioso, auspicio que el sucesor de Benedicto XVI prosiga por la ruta del Concilio Vaticano II y de la Nostra Aetate, para que construyamos juntos un mundo más pacífico como hijos del mismo Dios».

En fin el abogado croata Zdravko Dujmović, de convicción no religiosa, escribe: «El Papa Benedicto se va sin mancha. No puedes no quererlo y respetarlo todavía más por todo lo que ha hecho por la Europa contemporánea y por la entera cristiandad. El nuevo Papa podrá proseguir por la vía trazada por él y retirarse, cuando ya no se sienta capaz de continuar con este servicio. También en los primeros siglos los cristianos se retiraban al desierto, hacían ayunos para llegar a la contemplación, llevando la espiritualidad dentro de sí… un hombre grande se ha ido».

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