“Yo era uno de los niños de Petite Flamme. La escuela me puso en condición de realizar algo en la vida”, cuenta Trésor, 29 años, a través de un video proyectado durante la ceremonia que tuvo lugar el pasado 29 de abril en el Museo Hebraico de Berlín. En la actualidad es estudiante de Matemáticas en el College nacional. “Cuando era pequeño, mi papá había ido a la guerra y mi mamá no tenía nada para darnos y hacernos crecer”, agrega Jean Paul Ngandu Masamuna, 31 años, el séptimo de nueve hijos. Hoy es ingeniero. “Tenía que luchar para sovrevivir. Petite Flamme me dio de comer y la posibilidad de estudiar. Mis amigos se fueron a Europa, pero cada vez que hablo con ellos me dicen que no tienen nada, que están sin trabajo y sin documentos, que no tienen la libertad que yo tengo. Sus sueños no se han realizado. Amo vivir en Kinshasa con mi pueblo congolés; quiero quedarme y trabajar en África para salvar la vida de muchas personas que sufren”. Petite Flamme, es una organización escolar de los Focolares en Congo, que brinda a muchos chicos la posibilidad de construirse un futuro en su país de origen, sin estar obligados a emigrar. La inmigración, la necesidad de detener las masacres en el mar, las urgentes iniciativas políticas de la comunidad internacional en favor de ciertas regiones de África subsahariana y del Oriente Medio, fueron los temas centrales del debate que se llevó a cabo en ocasión de “The Roland Berger Human Dignity Award”, en Berlín. Del evento participaron Frank-Walter Steinmeier, Ministro de Asuntos Exteriores alemán, Romano Prodi, ex presidente de la Comisión europea, y otros representantes del mundo económico y político. La “Roland Berger Foundation” opera en Alemania para brindar apoyo a los estudiantes que se encuentran en situaciones difíciles y para defender los derechos humanos. Dicha organización, durante el evento, entregó el reconocimiento 2015, dedicado al compromiso para defender la vida y la dignidad de los refugiados y prevenir las problemáticas de la inmigración. Entre los ganadores, además de Petite Flamme, estaban dos mujeres valientes que trabajan a favor de los refugiados: la Dra. Katrine Camilleri, de Malta quien trabaja desde hace años para ofrecer apoyo legal a los refugiados y la Dra. Alganesc Fessaha, presidente de la ONG “Gandhi”, que ofrece asistencia humanitaria a los refugiados africanos. «Todo empezó con una idea de Chiara Lubich – cuenta Dada Diambu, quien coordina el proyecto in situ, junto a Odon Makela – cuando, para afrontar la difícil situación en la que se encontraban muchos niños en el mundo, lanzó el proyecto de “solidaridad a distancia” de Familias Nuevas. Petite Flamme nació en 1996 para dar instrucción a los niños de Ndolo, un barrio de Kinshasa sumido en una situación de extrema pobreza. Los niños estaban desnutridos, por lo tanto, la prioridad era darles una comida caliente y los cuidados médicos necesarios. En los años siguientes se abrieron nuevos centros, se amplió el ciclo escolar y se extendió la iniciativa a adolescentes y familias. Además se abrieron clases para niños ciegos y sordomudos. Más tarde empezó la experiencia de las “clases de refuerzo bajo el árbol”: 14 clases bajo 14 árboles por falta de otras estructuras. Las sedes del proyecto, que evoluciona continuamente, están ubicadas en los barrios más marginados de la periferia de Kinshasa; y también en Idiofa, en la provincia de Bandundu a 750 km de la capital, en Kisandu en el Bajo Congo y en Kikwit. El proyecto está financiado por varios entes, algunas Ong y por la Asociación para Familias Nuevas onlus, que garantizan educación, asistencia sanitaria y nutrición, a 2400 niños y chicos, ayudándoles a crecer como personas libres, para que puedan salir de la miseria y ser capaces de construir una vida digna para sí mismos y para la comunidad». Monika-Maria Wolff, quien vive en Congo desde hace mucho años, nos explica: «Durante la misión militar de la Unión Europea “Eufor”, que tenía la tarea de cuidar el proceso electoral en Congo en 2006, el contraalmirante Henning Bess, responsable de los militares alemanes y vice comandante de la misión, llegó a conocer “Petite Flamme”. Desde entonces se ha comprometido, junto con su escuadrón, a enviar ayudas consistentes de vario tipo. Una vez finalizada la misión, el contraalmirante, con su esposa Julie Müller, siguió apoyando Petite Flamme – junto al proyecto de “solidaridad a distancia” de Familias Nuevas – gracias a una red de más de 350 sostenedores alemanes». Durante la ceremonia, se desarrolló una mesa redonda sobre las conclusiones de la reciente Cumbre extraordinaria de la Unión Europea sobre migración. Participaron Romano Prodi, el ministro de Asuntos Exteriores Steinmeier, un representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, periodistas y miembros de varios organismos humanitarios. Emergían dos soluciones como las únicas que pueden ofrecer un remedio sostenible: que la comunidad internacional colabore de forma más compacta y decidida por la paz y que se apoyen iniciativas que aspiran a resolver el problema de raíz, como por ejemplo la de Petite Flamme, que les pueden ofrecer a los jóvenes la oportunidad de tener una vida digna dentro de su propio país, sin estar obligados a huir hacia el norte. Galería de fotos
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