Movimiento de los Focolares

Cuba: rescatar su memoria histórica

Jul 30, 2015

En diálogo con el arquitecto técnico español, José Andrés Sardina Pereira, coordinador de un trabajo de investigación histórica, arquitectónica y artística, en Santiago de Cuba. Las expectativas que genera la próxima visita del Papa en septiembre.

chiesa«Hemos recibido con gran alegría la noticia de la visita que el Papa Francisco hará a nuestra patria del 19 al 22 de septiembre próximo. El Santo Padre quiere mostrarnos su cercanía en un momento en que, gracias también a su mediación, se respiran aires de esperanza en nuestra vida nacional por las nuevas posibilidades de diálogo que están teniendo lugar entre los Estados Unidos y Cuba. ¡Es mucho y muy importante lo que viene haciendo él, como Pastor universal de la Iglesia, en la búsqueda de la reconciliación y la paz entre todos los pueblos de la tierra!». Así escriben, en un mensaje a los cubanos, los obispos católicos de Cuba. Y mientras la Isla caribeña se prepara a recibir al primer papa latinoamericano, dialogamos en La Habana con José Andrés Sardina Pereira, arquitecto técnico español, apasionado de la cultura cubana, con una especialización en arquitectura, arte sacro y liturgia. «Este trabajo –explica Sardina Pereira– quiere ser una aportación del arzobispado santiagueño al proceso iniciado por las instituciones civiles, encabezadas por la Oficina del Conservador de ésta ciudad, para lograr que el Centro Histórico Urbano de Santiago (con el conjunto de sus iglesias coloniales y las poblaciones de su entorno), sea incluido por la UNESCO, en la lista de los sitios patrimonio de la humanidad, como ya lo son los centros históricos de La Habana, Trinidad, Camagüey y Cienfuegos». Hijo de padre cubano, Sardina, además de arquitecto técnico es un apasionado de la historia de la “Isla Grande”. «Cuba ha sido una de las últimas colonias españolas en llegar a su independencia (1898) –precisa–, por lo tanto el proceso de “transculturación” ha sido también el más prolongado.  Los estudios sobre los orígenes de la cultura cubana, ya diferente de la matriz española, colocan su cristalización durante el siglo XVIII, cuando se despiertan con un cierto antagonismo, respecto a los intereses y a los modelos españoles, una serie de inquietudes sociales, económicas y culturales, que distinguen a los nacidos en la isla (criollos) de aquellos que provienen del otro lado del Atlántico». Sardina aclara «que, en los procesos étnicos y culturales que originaron “la cubanía”, los españoles y africanos que llegaron a la Isla trajeron consigo culturas mucho más complejas que los conceptos tradicionales que tenemos de “español” y “africano”». Y expone no sólo las fuertes diferencias regionales hispánicas, sino también de los esclavos traídos del África sub-sahariana. «Llegaron a Cuba hombres y mujeres pertenecientes a diferentes conjuntos lingüísticos, sociales y religiosos, con diversos grados de desarrollo económico, procedentes de lo que actualmente es: Senegal, Gambia, Mali, Guinea, Costa de Marfil, Benín, Nigeria, Congo y Angola». Sin excluir a personas de otros países de Europa, de Asia y de la misma América. «Basta pensar en la presencia francesa en Cienfuegos o en los cafetales del oriente de la Isla». Es en ésta convivencia de un «rico y variopinto abanico de individuos en una geografía diferente, que nace la cultura cubana, una de las últimas culturas que la humanidad ha generado: audaz, integradora, creativa y al mismo tiempo abierta, acogedora y respetuosa de la diversidad». En esta “génesis”, el mensaje evangélico -según Sardina- ha sido clave. De hecho explica que «esta nueva patria se ha forjado así como es, gracias a esta convivencia de individuos tan diferentes, blancos, de color y mestizos, libres y esclavos, muchos de ellos unidos por el amor que Jesús vino a enseñarnos, un amor que llega incluso a dar la vida. Basta pensar en el heroísmo, la coherencia y el amor de muchos de los padres de la nacionalidad cubana y de muchos hombres y mujeres que, siguiendo su ejemplo, la han generado con su vida».gente Seres humanos unidos por su fe, “viajando juntos en una nueva barca en el mar tempestuoso de la historia”. A este punto de la conversación, Sardina incluye otro elemento desde su punto de vista esencial: «Un pueblo bendecido por un extraordinario encuentro con la madre de Jesús». Su afirmación alude a lo que la tradición recuerda como “el hallazgo”. Se cuenta que corría el año 1612, cuando tres buscadores de sal (un mestizo, un negro y un blanco, tres etnias hasta entonces en conflicto) encontraron flotando en el mar un leño con la imagen de la Virgen María y con la inscripción “Yo soy la Virgen de la Caridad”. «Es este encuentro con una Madre –afirma convencido–, uno de los elementos que revela la verdadera fraternidad al pueblo cubano y se convierte en símbolo identificador de su nacionalidad. Madre de todos, de marineros de todas las orillas, colores y credos». Este mestizaje rico de diversidad, Sardina ama definirlo como “una suerte de ajiaco”, plato típico del centro de la Isla compuesto por una gran variedad de ingredientes. «En un mundo globalizado, cada vez más interdependiente –continua Sardina–, muchas veces, la intolerancia hacia la diversidad étnica, cultural y religiosa sigue siendo la causa primordial de los conflictos más graves. Chiara Lubich, una gran personalidad de la Iglesia católica, en su intervención en la sede de las Naciones Unidas (1997), llega a decir que para construir hoy un mundo más unido y en paz, es necesario llegar a amar la patria del otro como la propia, la cultura del otro como la propia». El arquitecto técnico español, concluye con una confesión personal: «Realizando este trabajo, me he dado cuenta hasta qué punto el conocimiento y la difusión de la cultura cubana puede ser una aportación a la construcción de la paz en el mundo, si se logra rescatar y mantener su más genuina memoria histórica y sus profundas raíces cristianas».

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