El 27 de noviembre se concluyó la primera parte del Congreso ecuménico de los obispos amigos de los Focolares, en el Monasterio de la Santísima Trinidad en la isla de Halki. El Card. Francis Kriengsak puso en evidencia como la unidad entre las distintas iglesias cristianas está al servicio de toda la familia humana. «La diversidad es un don y un enriquecimiento recíproco, -son las palabras del Cardenal- pero es posible sólo con una escucha sin juicio, con el diálogo de la vida, compartiendo experiencias, con una acogida que armoniza los varios carismas». Del conocimiento recíproco emergieron los desafíos y las características particulares de cada iglesia sobre problemáticas álgidas.

Jesús Morán
En la mañana,
Jesús Morán, copresidente de los Focolares, identificó algunos de los grandes desafíos de la humanidad de hoy, entre los cuales: la globalización, la ultra-contemporaneidad, el adviento de una tercera guerra mundial por partes; y puso en evidencia las respuestas que la cultura de la unidad ofrece. Citando al obispo
Klaus Hemmerle, pionero de estos congresos, indicó la necesidad de una actitud de escucha del mundo, «
Enséñame tu forma de pensar –decía Hemmerle
– para que yo pueda aprender nuevamente mi forma de anunciar», sólo de este modo, – continua Morán – es posible realizar una
«necesaria operación de purificación de las “incrustaciones religiosas” presentes en nuestras iglesias. Son éstas las que nos dividen, el mundo ya no nos permite estar desunidos pero tampoco anunciar el mensaje de Cristo como lo hemos hechos hasta ahora. Por otro lado los primeros cristianos no anunciaron una nueva religión sino una vida plena, la vida que habían encontrado en Jesús». En el diálogo que siguió se puso de relieve cuánto estas palabras entraron profundamente, y se sintió fuerte el deseo de allanar el camino hacia la plena y visible comunión. Aunque el panorama mundial parece indicar lo contrario, el copresidente invitó a la esperanza.
«Este mundo así como es hoy –concluyó Jesús Morán- me lleva a ser más cristiano, por esa identificación con Jesucristo que me permite vivir con los otros hermanos una comunión trinitaria más profunda». Los obispos pudieron conocer la historia del Monasterio de la Santísima Trinidad, durante una breve visita. Desde 1844 aquí funcionaba el seminario para la formación del clero greco-ortodoxo, hasta que, en 1971, la Corte Constitucional turca decidió que todos los institutos privados de alta formación fueron englobados en la oferta universitaria pública. El Consejo del Seminario se opuso y como consecuencia ordenaron la clausura de la célebre Escuela teológica donde habían estudiado teólogos de muchas partes del mundo, también de otras Iglesias. En 127 años de actividad, 950 estudiantes se graduaron de esta escuela, 330 se convirtieron en obispos, 12 fueron elegidos Patriarcas Ecuménicos, 2 elegidos Patriarcas de Alejandría, 3 de Antioquía, 1 Exarca de los Búlgaros, 4 arzobispos de Atenas, 1 arzobispo de Albania y 318 fueron ordenados sacerdotes.
El actual abad del monasterio, el metropolita Elpidophoros Lambriniadis, presentó un tema con el título “El amor de misericordia y la comunión entre los cristianos”, una interesante lectura histórica del camino de diálogo hecho entre la Iglesia de Oriente y la de Occidente, con una especial referencia al papel que jugó
Chiara Lubich, la fundadora de los
Focolares, en el proceso de acercamiento de las dos iglesias.

Al concluir esta primera parte del Congreso, los obispos hicieron propio el llamado del
Patriarca Bartolomé I, de rezar por el seminario teológico se vuelva abrir. Además invocaron la liberación de los dos
obispos que fueron raptados en Siria en abril del 2013: el obispo greco-ortodoxo de Aleppo, Paul Yazigi, y el arzobispo siro-ortodoxo Gregorios Yohanna Ibrahim, obispo amigo de los Focolares y asiduo participante de estos encuentros. Ahora ha caído la noche y también la lluvia cae suavemente sobre la isla. Las carrozas bajan por la colina llevando una carga mucho más ligera: obispos hermanos comprometidos a vivir el amor recíproco para que Jesús Resucitado pueda volver a donar nueva luz al mundo.
De la enviada Adriana Avellaneda
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