“Cristo tiene confianza en los jóvenes y confía a ellos el futuro de su misión”. Fueron las primeras palabras del Papa Francisco a su llegada a Brasil, ante las autoridades civiles y religiosas que lo recibieron. “¡Jesús te llama a ser un discípulo en misión!” ¿Qué nos dice hoy el Señor? Tres palabras: Vayan, sin miedo, para servir”. Ese fue el llamado del Papa en la homilía de la Santa Misa, ante tres millones de personas que llenaron la playa de Copacabana durante la conclusión de la JMJ. Palabras sencillas, nuevas y de siempre, atractivas. Como tantas otras palabras dichas, escuchadas y hechas propias a lo largo de la semana apenas transcurrida en Rio de Janeiro. Los jóvenes regresan ahora a sus ciudades y países, a sus propias familias, grupos, asociaciones y congregaciones, con la invitación del Papa a “hacer lío”, a remover las aguas, a tener en cuenta tanto al coetáneo como al adulto, a cultivar y vivir la propia fe integralmente. A ellos, la palabra: Donna, de Líbano, dice que “el Papa habla en forma sencilla y directa, apropiada para nuestros días”. Para Joaquín, argentino, quien siguió la JMJ a distancia, “hacer lío” quiere decir ser la fuerza que empuja la sociedad. “Realmente me sentí parte de la ecuación de Francisco: jóvenes-ancianos-adultos. Hoy soy joven y por lo tanto me toca esta parte. Me gusta esta visión más general, que es justa”. Daniela, italiana: “Esta reciprocidad entre las generaciones” a la que nos está llamando en forma insistente el Papa, puede ser una fuerza explosiva, una ayuda recíproca. Lo que me queda en el corazón después de haber seguido esta JMJ, es el deseo de vivir en forma más radical mi vida e ir hacia afuera para ser todos los días, en mi cotidianidad, ¡esa ventana que hace entrar el futuro del mundo!”. Iggy, neozelandés: “Esta JMJ es un impulso a hacer una revolución, a ‘conquistar’ a otros jóvenes a una vida como ésta. Especialmente porque en mi país, Nueva Zelanda, no hay mucha gente que cree en Dios”. De los jóvenes de Río de Janeiro que participaron en el grupo de diálogo ecuménico e interreligioso: Fuminori (católico): “La JMJ es la prueba de lo que ya está sucendiendo en Río entre católicos, metodistas, bautistas y otros. Personas no católicas ayudaron en esta jornada hospedando a los jóvenes en sus casas con cordialidad fraterna”. Carlos (presbiteriano): “La JMJ trajo un espíritu nuevo a la ciudad. Hay música, fiesta y un tono de voz que va más allá de las instituciones. Son los jóvenes de Cristo, es decir, llevan consigo una identidad religiosa que va más allá de las paredes institucionales”. Fernando (musulmán): “Veo la JMJ muy positiva, porque permite el encuentro de jóvenes de procedencias diversas para hablar de sus valores y principios importantísimos para todos. Se trata también de un encuentro con Dios y esto siempre tiene resultados maravillosos para la renovación de la fe de cada uno”.
Entre los jóvenes que realizaron su itinerario de vida respondiendo al llamado de Dios está también la beata Chiara Luce Badano. Su mamá, María Teresa, ante la pregunta si ha verificado cambios en la vida de los jóvenes al entrar en contacto con la experiencia de su hija responde: «Incluso algunos que sólo han oído hablar hablar de ella o la han visto en foto; no se limitan a ver la linda foto, quedan impresionados por lo que ella transmite a través de su mirada, de su belleza interior, del fuego que lleva dentro. Ayer decía: seguramente Dios quiere realizar en cada uno de estos jóvenes el designio que tiene en su mente, por lo tanto, se lo confiamos a ella». En estos días, María Voce dirigió a todos los miembros de los Focolares una carta donde, entre otras cosas, lanza una invitación: “Periferia existencial es cualquier punto donde el hombre ya no encuentra su centro porque no encuentra a Dios. Todos nosotros, sólo por su gracia, lo hemos encontrado, hemos sido llamados a estar allí, a sumergirnos en esta humanidad desbandada para devolverla a su centro”. Y recordando un texto de Chiara Lubich, agregó: “Creo que la misma Chiara no quiere menos, ya que desde siempre preveía “el gran atractivo” de “perderse en la multitud para informarla de lo divino [1]”. Después de los días vividos en Rio, un camino para recorrer juntos se ha abierto. ¡Hasta la vista en Cracovia! [1] C. Lubich, La doctrina espiritual, “El atractivo del tiempo moderno”, ed. Ciudad Nueva, pág. 213. Fuente: Area Press
Aliviar la carga de los demás
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