La Fordham University, institución académica de alto nivel, fundada y administrada por jesuitas, tiene dos campus en Nueva York. El principal se encuentra en el Bronx mientras el de Manhattan, construido al inicio de los años 60, en pleno boom económico, hospeda a la Fordham School of Law. Se encuentra en el corazón de la Gran Manzana: el Lincoln Centre, con la New York Philarmonic, el Ballet Accademy. También la ciudad de Broadway no está lejos. Justo en la Fordham, el 5 de abril se ha desarrollado una jornada de reflexión académica sobre la Espiritualidad de la unidad; un don para nuestros tiempos. Se han alternado estudiosos de diversas disciplinas: teólogos, estudiosos de religión, expertos de moral, pero los protagonistas han sido, sobre todo, un grupo de juristas de varios sectores: abogados, jueces y profesores de jurisprudencia de esta y otras universidades. Lo que ha dado valor a sus presentaciones no ha sido solo la preparación académica de primer nivel, sino la comunidad de valores y de perspectivas que han demostrado tener en el descubrir la dimensión de comunión. Derecho y comunión es, de hecho, el título de su proyecto que, después de años de compromiso, a menudo contracorriente, a favor de la persona y de las relaciones interpersonales, ha encontrado una expresión de gran importancia en la realización de este simposio, en el que han presentado, con colegas de distintas universidades, como la espiritualidad de comunión pueda constituir un paradigma de referencia también para quienes trabajan en el ámbito jurídico. Se trata de un grupo con orígenes muy distintos: Russell Pearce, y Ian Weinstein, ambos Profesores de Derecho, son hebreos. Amy Uelmen y Greg Louis, son, sin embargo, católicos. Otros colaboran a distancia: Deborah Cantrell, por ejemplo, profesora de Derecho en la Universidad del Colorado, es budista, David Shaheed, juez de la Corte Suprema de Marion Contry en Indianápolis, es musulmán afro-americano.
La jornada estuvo marcada por cuatro mesas redondas que se refirieron a la espiritualidad de la unidad, una economía basada sobre la comunión más que sobre simples intereses egoístas, la cuestión ética y la realización personal y la categoría de amor al prójimo en ámbito jurídico. Los trabajos se concluyeron con una intervención de María Voce, presidente de los Focolares, que ha respondido a preguntas de los presentes, exigentes y comprometidas: de la economía al campo jurídico, del diálogo interreligioso e intercultural a la teología moral y al rol de la mujer en la Iglesia. La presidente no se ha echado atrás: ha trazado sugerencias precisas sobre la búsqueda de justicia y verdad en el ámbito jurídico, ha animado a trabajar en un posicionamiento de valores y categorías, en áreas que parecen ajenas a los seres humanos, sin embargo, constituyen su esencia fundamental. Se trata de trabajar para encontrar también una posición a términos, que a menudo se prestan a malentendidos o comprensiones parciales, como el término clave ‘fraternidad’. Ha hablado de la necesidad de continuar el diálogo, dialogando: se trata de la verdadera metodología para llegar a aceptar las diferencias y superarlas. Además de haber subrayado que la identidad se construye en la relación, no ha tenido miedo de reflexionar sobre la actual situación de la mujer en la Iglesia y sobre la necesidad de que, más allá de los roles de sexos, sea la líder del amor la que prevalece. Sobre todo, María Voce ha animado a todos a continuar testimoniando la unidad en la diversidad. «Sé que no es fácil –ha dicho- quien sabe cuántos momentos de desánimo y de desilusión han experimentado, pero les agradezco porque la vida de su célula en la Fordham University ha permitido encontrar también aquí una vía hacia la fraternidad universal». Por el enviado especial Roberto Catalano [nggallery id=26]
[viaggio-nord-america]
0 comentarios