En los años cincuenta se realizaban en las Dolomitas y eran temporales.
“Choferes, estudiantes y médicos, especialistas y diputados, viniendo a la mariápolis están ya equiparados” – recitaba una canción sobre aquellas primeras experiencias en las montañas de Trento. Palabras que expresan bien una realidad todavía viva y actual, la de ser un bosquejo de una sociedad renovada por el amor evangélico, donde las diferencias no son anuladas, sino que se ponen al servicio de quien está a nuestro lado, formando así una sola familia. Éste es el común denominador en todas las mariápolis, esa fraternidad universal que se vuelve ocasión de encuentro entre individuos y pueblos, los cuales se descubren unidos, en grado de dialogar y de crecer juntos gracias al aporte que cada uno puede dar.
Y esta es la característica predominante también para las mariápolis que, precisamente en estos meses, se están desarrollando en toda la Península: en mayo le tocó a Sicilia y Lombardia, ahora están en curso las mariápolis de las ciudades de Roma, Abruzo, de los Castillos Romanos, la de Toscana y la de Umbría. Basta hacer click en nuestro link o en el portal de “Città Nuova”, para descubrir lugares, fechas y programas de cada mariápolis. Algunas se desarrollan en la ciudad, otras en cambio, vuelven a realizarse en aquellos lugares, las Dolomitas, donde nacieron estas originales experiencias, y que ofrecen un espectáculo natural que se conjuga bien con el espíritu de las distintas iniciativas. Los programas son variados, van desde la profundización en la espiritualidad, a testimonios de los presentes, a momentos dedicados a los jóvenes y, donde los lugares lo permiten, también momentos de juego, de “vacaciones” podríamos decir, todo vivido en el mismo espíritu que hace también el descanso mucho más bello y “eficaz”.
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