Movimiento de los Focolares

Estaba en la cárcel y ustedes vinieron….

Oct 14, 2013

En el contexto del Año de la Fe, la vigilia del 12 de octubre, en el santuario romano del Divino Amore, en conexión con diez santuarios de los cinco continentes. Se realizará una “noche blanca de oración” transmitida en vivo y en directo por la televisión. Uno de los testimonios contados que se refiere a la atención a los presos.

Tengo necesidad de Dios. Tú tienes necesidad de Dios. Todo el mundo tiene necesidad de Dios. Este pensamiento me despertó una pregunta: ¿cómo hacer para encontrar a Dios? ¿Cómo hacer para tener una relación personal con El?

Leyendo el Evangelio y escuchando algunas personas que se habían planteado la misma pregunta, comprendí que es importante rezar y amar al prójimo. Dos cosas que revolucionaron mi vida. Sin la oración y el amor al prójimo no habría nacido el “Proyecto Siempre Persona”. ¿De qué se trata? Hace casi 18 años un amigo me pidió un favor: “Recibí seis direcciones de detenidos. Yo podría escribirle a tres y tu a los otros tres, así tratamos de darles un poco de consuelo”. Adherí  enseguida a este pedido porque me acordé de la frase de Jesús: “Estaba en la cárcel y vinieron a visitarme” (Mt 25, 36).

Escribí las cartas y después de algunos días, uno de ellos, Giorgio, me respondió: “Estoy contento de mantener una amistad contigo, te manda Dios…”. Además, me pedía un favor: “¿Podrías ir a la casa de mi mamá? Está enferma, llévale un beso de mi parte”

Fui. Me dijeron que vivía en el cuarto piso. En el ascensor me preguntaba: “¿Qué le voy a decir? ¿Cómo me recibirá?”. Pero ya estaba lanzado en esta aventura y quería ir adelante costara lo que costara.

“Señora, soy un amigo de su hijo –le dije-, nos escribimos. Me pidió que la viniera a ver y que le diera un beso de su parte”. Ella se conmovió, y llorando: “Mi hijo es bueno, mi hijo es bueno; es un poco vivaz – me dijo-. Cometió muchos errores. Los compañeros lo llevaron a cometer equivocaciones, pero ¡no es malo! Yo tengo un tumor y me queda poco tiempo de vida. Veo que Ud. ama a mi hijo, esté cerca de él. ¡Ayúdelo, se lo ruego!”

Una semana antes de que se muriera, fui a verla al hospital: había mucha gente al lado de su cama. “¡Esté cerca de Giorgio, Giorgio, Giorgio!”, me dijo. Estas fueron las últimas palabras suyas que recuerdo.

Yendo a visitar a Giorgio, algunos amigos suyos me pidieron para hablar. Así conocí a muchos otros en todos los repartos de la cárcel. Muchos me hablaban de sus familias esparcidas en los suburbios de Roma y en los pueblos cercanos. Me sentí impulsado a irlos a ver. Llevaba alimentos a los más pobres, pañales y comida para bebés donde había niños. De este modo los presos estaban más serenos, sabiendo que alguien ayudaba a sus familias, y a su vez, los parientes estaban más aliviados porque alguien iba a ver a sus hijos o maridos.

A continuación, con gran alegría recibí el pedido de algunos ex detenidos que me dijeron que querían colaborar conmigo. Ahora somos unos treinta (voluntarios y ex detenidos), que nos comprometemos a llevar artículos de primera necesidad a casi 170 familias que viven en  barrios de riesgo de Roma y pueblos cercanos.

No recibimos subvención de nadie, todo lo que repartimos nos llega de algunas parroquias de Roma y alrededores, como fruto de los testimonios de vida que compartimos. Los fondos que recogemos los transformamos en alimentos y en artículos de primera necesidad. Constatamos continuamente que Dios es generoso y nos manda siempre lo que precisamos.

¡Gracias por haberme escuchado! Estoy seguro que si rezamos y servimos al prójimo, haremos felices a muchos, seremos felices nosotros y cambiaremos el mundo que nos rodea (Alfonso Di Nicola)

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