Movimiento de los Focolares

Evangelio carismas y culturas

Abr 11, 2017

Congreso-diálogo que se desarrolló el 6 y 7 de abril en el Centro internacional de los Focolares. Un espacio de reflexión intercultural, un diálogo entre expertos de varios continentes y disciplinas.

20170411-aEl tema “Evangelio y culturas” es muy complejo y delicado. Se habla de ello desde hace siglos, en el ámbito teológico, sociológico, pastoral, político, educativo. Hay documentos, como el Evangelii nuntiandi de Pablo VI (8 de diciembre de 1975) y el Evangelii gaudium del papa Francisco (24 de noviembre de 2013), que constituyen unos puntos de referencia imprescindibles. Si, además, a este binomio se le agrega la palabra “carismas”, término que hoy en día se le atribuye también a figuras y realidades no eclesiales, entonces cualquier intento de llegar a un acuerdo se convierte en un desafío, especialmente si se reúnen expertos procedentes de distintas culturas. Sin embargo fue precisamente ésta la característica del congreso-intercambio “Evangelio – carismas – culturas” que se desarrolló el 6 y 7 de abril en el Centro de los Focolares en Rocca di Papa (Roma).  María Voce, en su saludo inicial, indicó el objetivo de fondo: favorecer «una cultura de paz, una cultura de la resurrección» que incida a una escala cada vez más amplia. Expertos de Asia, África, América, Europa (presentes o en conexión por internet) dialogaron en tres sesiones temáticas. Carismas y evangelización de la cultura. La primera sesión arrancó con dos preguntas – «¿Cómo responder a la urgente exigencia de que el Evangelio se vuelva cultura?» (Mons. Zani) y «¿Cómo acelerar la comunión entre los carismas ante los desafíos del presente?» (Sor Motta) –, y de una frase provocadora: «Hoy muchos “carismas” nacen en ámbito no religioso, mientras que en la Iglesia a menudo no hay suficiente profecía» (Bruni). Durante el diálogo que surgió después, los expertos, presentes y en conexión, subrayaron, entre otras cosas, que «cada interacción con el otro es el encuentro con una historia, familiar, social y cultural» (Gaudiano); que «los medios de comunicación poseen un carisma propio para favorecer el mundo unido, si mantienen su autonomía» (Zanzucchi); que «la evangelización de la cultura no pasa por la autoridad, sino por el testimonio» (Mons. Zani). Hasta la propuesta: «Es necesario un nuevo potencial narrativo; los jóvenes de hoy ya no comprenden el lenguaje del ‘900» (Bruni). De la inculturación a la interculturalidad. La segunda sesión empezó con la relación de Jesús Morán: «Las elaboraciones culturales europeas no agotan todo lo que se puede decir sobre Cristo. En el encuentro con las demás culturas se expresa algo que todavía no se había expresado». La meta, recordó el filipino Andrew Recepcion, «no es un cristianismo no occidental, sino trans-occidental». María Magnolfi identificó en la vivencia de África valores que «hay que tomar en consideración también a nivel académico, para salir de ciertos atascaderos». Soni Vargas, de Bolivia, pidió con pasión que se pasara del paradigma de la “inculturación”, que no expresa la “reciprocidad activa” propuesta por Chiara Lubich, al de la “interculturalidad”: «Ya no “misión” sino inter-don, en una dinámica trinitaria en la que no existe superioridad de una cultura sobre la otra». En el debate, Vania Cheng, china, dijo: «Asia pide escucha, respeto y silencio, porque la parte interior revela más que la palabra». Raphael Takougang, camerunés, recordó que «en la interculturalidad el saber no se comunica, se intercambia experimentando juntos». Roberto Catalano subrayó cuánto Chiara fue visionaria cuando invitó a «hacer nacer a Cristo del corazón de las culturas». Lucas Cerviño, en conexión desde México confirmó: «Debo crear las condiciones para que pueda florecer la semilla de Dios que ya está dentro de una cultura, pero sin imponer de qué manera». Morán concluyó diciendo: «Es correcto que no haya control o superioridad de una cultura sobre otra, pero esto no significa que no hay un centro: Cristo es el corazón del mundo». Jóvenes – fe – discernimiento vocacional. La ponencia de Italo Fiorin abrió la tercera sesión, centrada en el tema del próximo Sínodo de los Obispos: «Educar significa ayudar al otro para que encuentre el sentido de su propia vida. Educar es el arte de acompañar». Sor Jenny Favarin dio un testimonio de cómo «el descubrimiento de la vocación al amor hace que se abran hermosas flores». María Rosa Logozzo contó del contacto de grupos de jóvenes de varias culturas (creyentes y no) con el focolar en Dublín: «Los atrae la posibilidad de hacer una experiencia de Dios en la comunidad». Luego de un diálogo fecundo, Fiorin concluyó subrayando la importancia de la “pedagogía de la realidad”, en especial del service learning: «aprender sirve, servir enseña». En la tarde conclusiva intervino el teólogo Piero Coda sobre la pregunta: ¿qué significa que la Iglesia nació del abandono de Jesús en la cruz? «Una vida en el éxodo: la capacidad de desapegarse de las propias raíces para vivir el otro. Testimoniar la locura del amor de Dios». El diálogo de estos dos días, recordó en la conclusión Francisco Canzani, se transformará en artículos para las revistas Gen’s, Unità e Carismi, Nuova Umanità, Città Nuova, además de contribuir a reflexionar sobre la actualidad eclesial y cultural.

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