Pequeños gestos pueden transformar la sociedad en la que vivimos Condominio En mi condominio, hubo una fuerte tensión cuando un vecino mío, ausente en la última reunión, envió a todos una advertencia para impugnar las obras que se habían llevado a cabo en el edificio, según él, de manera ilegal. Para aclarar la situación, traté de convencer al administrador para que convocara la asamblea nuevamente. Finalmente, después de muchas dificultades, la asamblea se reunió y en esa ocasión se resolvió la cuestión. Desde entonces, la situación ha cambiado, el vecino saluda a todos y se ha creado un nuevo entendimiento en el condominio. (Alessandra – Italia) El abuelo Hemos recibido a nuestro abuelo en casa, tiene un problema en los ojos y necesita un chequeo todos los meses. Un día, mientras estábamos en el consultorio médico, abro mi bolso y me doy cuenta de que me había olvidado la billetera en casa. Al no saber cómo pagar la visita, me encomiendo a Dios. Al salir, el médico me lleva a un lado y me dice: “Esta vez no tiene que pagar”, y también me ofrece algunos medicamentos de muestra. Entendí que si actúo por amor, Dios no me abandona. (Arze – Líbano) El paquete En la casa de estudiantes donde vivía, recibí un paquete que contenía mermeladas, conservas y varias prendas de vestir. Mis padres no habían mencionado ningún envío. De acuerdo con otros estudiantes, con quienes compartimos el deseo de vivir el Evangelio, decidimos destinar todo a aquellos que entre los estudiantes nos parecían más necesitados. Días después, en la portería, escuché casualmente a un estudiante que preguntaba por un paquete. Entendí el error, debido a que tenemos un apellido similar. Le conté todo y nos reímos juntos. Habiendo contado la historia a mi familia, me enviaron un paquete aún más grande para él. Ese día nació una verdadera amistad entre nosotros. (C.d.F. – República Checa) Los carros Después de comprar en el supermercado, mientras iba a poner el carrito en su lugar, me di cuenta de que en otros carros había guantes y bolsas de verduras inutilizables. Se me ocurrió que podía recogerlos y tirarlos a la basura. Un pequeño gesto de amor para los clientes posteriores. (Annalisa – Suiza)
Recopilados por Chiara Favotti
0 comentarios