Movimiento de los Focolares

Felipe, un marino que vive el Evangelio

Ago 22, 2014

El testimonio de un joven brasileño de veinticinco años, enrolado en la marina militar brasileña. El perdón que impresiona.

20140822-01Dos episodios que subrayan el compromiso de Felipe en vivir por la fraternidad, relatados directamente por el protagonista. «Cuando estaba en la Escuela de la Marina dormía en un gran dormitorio de 200 camas. Debíamos despertarnos temprano, y permanecer inmóviles mientras el superior hablaba. Comprendía que podía ver y amar a Jesús en muchos que estaban lejos de sus familias, y en cuanto nos podíamos mover, hacía mi cama y también las de otros y decía ‘¡Buenos días!’ a todos los que encontraba en el corredor de la Escuela. Una noche, al darle las buenas noches con una gran sonrisa a un amigo, él me respondió: ‘Felipe, tú eres feliz, y se ve que es ¡por causa de Dios!. Creo que iré a misa contigo’. Durante tres años traté de saludar y amar a todos así y comprendía que es verdadera la frase: donde no hay amor, pon amor, y encontrarás amor. De hecho, cuando me vi en  dificultades en un campeonato de esgrima, todos mis colegas comenzaron a alentarme repitiendo: ‘¡Buenos días Felipe! ¡Buenos días Felipe!’, y gané el campeonato. Poner amor donde no hay amor es también el secreto que me permitió superar las inevitables dificultades de vivir el Evangelio: «Una noche, dos colegas que a veces me tomaban el pelo por mi forma de vivir, volvieron al dormitorio borrachos y me despertaron a los golpes. A la mañana siguiente, mientras ellos estaban todavía durmiendo, algunos amigos me incitaban para que me vengara. Pero yo pensé: haré otro tipo de venganza, una venganza de amor. Entonces fui a la cocina y preparé el desayuno para ellos con pancitos, leche, chocolate, fruta, jugo y escribí también una tarjetita diciendo: ¡buenos días! Cuando ellos se despertaron no entendían por qué yo había actuado de esa manera y me abrazaron pidiéndome disculpas. Al día siguiente, cuando me desperté, encontré un pedazo de torta frente a mi cama con una tarjetita que decía: ¡buenos días! Era de ese amigo que me había golpeado. ¡Es cierto que el amor vence todo! ». Fuente:  www.loppiano.it

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