Movimiento de los Focolares

Giordani: “marcha hacia la vida”

Abr 18, 2017

En el aniversario del fallecimiento de Igino Giorndani (1894-1980), lo recordamos con algunos de sus pensamientos inéditos: poner a Dios en lugar de nuestro Yo; la vida, una ocasión única para amar…

20150117-a3 de noviembre de 1955 Si la historia universal es un quinto Evangelio para la humanidad, los acontecimientos personales son la misma cosa para cada uno. Vista desde Dios la vida se presenta como un diseño para llevarnos de la dispersión a la unidad con Él. Se ve entonces como el desapego de personas queridas y la pérdida de honores es una supresión de factores humanos para dejarte solo con el Solo. Entonces cada jornada asume el valor de una divina aventura, si sirve para hacerte subir a lo largo de un solo rayo –tu rayo- que te une al Sol de Dios. Se habla de una marcha hacia la muerte, pero es en realidad un progreso hacia la libertad, en cuya cima te espera el Padre, por lo tanto es una marcha hacia la vida, que no termina nunca. 19 de diciembre de 1956  La Sabiduría cristiana, al pedirnos que renunciemos a nosotros mismos, no nos pide una renuncia, sino una adquisición. Enciende, en lugar de ambiciones humanas, una ambición divina. Nos sugiere poner a Dios en lugar de nuestro Yo; es decir elevarnos de un plano humano a un nivel divino, y hacer una sociedad con la Trinidad. Es una humildad de obra una grandeza exterminada. Y es por esto que después, desde esa cima, el mundo parece un gramo, y las riquezas parecen cascarillas y las riquezas se vuelven arena. Por lo tanto, renunciar a nosotros, para estar siempre con Dios el llevar el tiempo a lo Eterno, hacer de la tierra Paraíso. Entonces el dolor es materia prima de la grandeza, la cruz una escalera al Eterno Padre. 26 de diciembre de 1956  La vida es una ocasión única que se nos ha dado para amar. 16 de octubre de 1959  Como reacción al individualismo hoy se cultiva la vida comunitaria y se le da a lo social un lugar central en el estudio y en la educación. Es un movimiento que ayuda a llevarnos hacia el hermano y nos induce a hacer una escalada hacia Dios en unidad, en cordada. Pero esto conlleva un peligro, que por estar siempre con los hermanos nos olvidemos de estar con Dios. El hermano vale como Ianua coeli (Ventana al cielo): pero si detrás de Él no se ve al Padre, corremos el riesgo de sustituir la desolación del individualismo con la desolación del “grupismo”. Quien nos acompaña es el Padre, quien nos asiste y nos vivifica es Él. Esta es la razón de las desilusiones que llueven todos los días en la convivencia humana, Él nos recuerda que existe también una convivencia divina, o mejor dicho, que la comunión con el hermano existe si pasa al Padre y del Padre regresa al hermano. Igino Giordani

___

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Suscríbete a la Newsletter

Pensamiento del día

Artículos relacionados

Fratellanza

Fratellanza

La fraternidad, ser hijos del mismo Padre, puede ser la raíz de todo pacifismo. En este extracto del libro «Rivolta cattolica», Igino Giordani escribe casi una invocación, un llamamiento poético que nos obliga a levantar la vista y nos abre los ojos sobre quién es nuestro hermano, ese hermano que puede ser clasificado como enemigo, como extranjero, como migrante, pero siempre es hermano. Es un llamamiento que, escrito allá por 1925, toca nuestras fibras más profundas y nos desafía a ser constructores de paz.

Cristianos protagonistas del diálogo

Cristianos protagonistas del diálogo

El 29 de junio es la fiesta de los Santos Pedro y Pablo y es un día significativo en el ámbito ecuménico. En esta fecha publicamos algunas entrevistas a cristianos de varias Iglesias.

Esta maldición de la guerra

Esta maldición de la guerra

“Vi el absurdo, la estupidez y, sobre todo, el pecado de la guerra…”. Igino Giordani, escribiendo sus memorias, reflexiona sobre el terrible período de la Primera Guerra Mundial, en el que él mismo se enroló. La ‘masacre inútil’, como la definió Benedicto XV. Sus palabras nos hacen reflexionar sobre cómo la historia podría enseñarnos a trabajar por la paz hoy, combatiendo contra las nuevas, absurdas e inútiles masacres de nuestro siglo.