Quinientos kilómetros. Tres estudiantes de arquitectura colombianos, una lista de lugares, personas de Italia y Malta, paisajes y experiencias con los cuales confrontarse, privilegiando los lugares menos conocidos. «Estos son los ingredientes de una gira inspirada en los Grandes Tours que hacían los estudiantes recién graduados en Italia, para aprender en el lugar, para palpar, para hacer una experiencia directa», explican los arquitectos italianos Iole Parisi y Mario Tancredi, coordinadores del proyecto. Revelando así el origen del nombre, “Habitandando (Habitar-andando): el viaje como método, el territorio como aula”. Es un viaje que comenzaron el 29 de junio y concluyeron el 16 de julio: «Habitar, que quiere decir algo así como poseer; y andar, representa en cambio lo fugaz, lo errante. El territorio hay que poseerlo para poder comprenderlo y el viaje es el método de aprendizaje». El viaje, realizado por ‘Diálogos en Arquitectura’ junto con el taller itinerante de la Universidad de La Salle de Bogotá, con quienes desde hace años existe una fluida colaboración, tuvo un componente académico y una parte más experiencial. Las etapas del recorrido llevaron al grupo Habitandando (Habitar andando) a Catania, donde un grupo de arquitectos e ingenieros está trabajando en un gran proyecto – dirigido por Paolo Mungiovino – que consiste en la recuperación de un antiguo edificio histórico. Se trata del ex “Convento dei Crociferi”, situado en el centro histórico que será acondicionado como Museo Egipcio, gracias a un convenio con el Museo de Turín. En Chiaramonte Gulfi (RG), después de un cálido recibimiento, con la presencia del vice-alcaldesa y algunos miembros del consejo comunal, conocieron la experiencia de la Cooperativa Fo.Co, que trabaja para responder a los desafíos actuales de Sicilia y de la región: la llegada de los emigrantes y refugiados. «Allí aprendimos cómo se puede conciliar el amor por la propia tierra con los desafíos de la integración; en forma capilar, atenta. Una verdadera lección de diálogo», cuentan Mario y Iole. En Calabria, la guía fue María Elena Lo Schiavo, vice-alcaldesa de Marina di Gioiosa Ionica: «Con su sencillez, nos mostró la conocida determinación de la gente de esta tierra que dice “no” a las pandillas, a través de muchos “sí”, al compromiso, a lo positivo, a la creatividad. Anna Cundari, arquitecta de Consenza, nos llevó al corazón del Parque nacional del Pollino, pasando por barrios de alto riesgo, abandonados, y nos hizo conocer a personas que por el amor a su propia tierra, también ellos dicen “si”, con fuerza y generosidad, restaurando y levantando, a menudo con sus propias manos, casas y capillas y, a través de ellas, devuelven también poco de alma a este territorio». En Pescara, los estudiantes y docentes de la Universidad de Annunzio, inspirados por el fuerte impulso social de la Universidad de Bogotá, se comprometieron en un difícil proyecto, en uno de los grandes barrios marginales de la ciudad adriática, habitada por gitanos e inmigrantes, involucrando escuelas y asociaciones. «La lista de los contactos de estos 15 días de viaje –concluyen los organizadores- sería todavía bastante larga, pero en síntesis nos parece que pudimos saborear una “belleza” que, lejos de apreciaciones estéticas, surge de las relaciones entre las personas y de la relación que ellas tienen con los territorios. De modo que la belleza de los paisajes, de las aldeas y de las ciudades se “encendió” gracias a las relaciones, al diálogo, al poner en relieve las buenas prácticas que todavía muchos, sin demasiado ruido, son capaces de poner en movimiento». Maria Chiara De Lorenzo
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