Todo empezó hace veinte años. Uno de los miembros de la parroquia, recibió la visita de un grupo de chicos gitanos quienes le pidieron insistentemente que fuera a ver una imagen de la Virgen de su barrio que, por lo que decían, lloraba. Este fue el primer contacto con la comunidad gitana, e hizo que algunos parroquianos se reunieran a rezar todos los días en la plaza junto con los niños. A pesar de una serie de iniciativas emprendidas juntos con buen éxito, después de dos años el grupo de oración se deshizo y pasaron diez años antes de retomar el camino. El nuevo inicio lo marcó el Grupo de Oración y Misión “Ceferino Jiménez Malla”, que se reúne los lunes para rezar en la Gruta de Nuestra Señora de El Valle, ubicada en el centro de la plaza del barrio gitano. «Era necesario superar el temor, los prejuicios, la indiferencia, el rechazo nacido por una relación equivocada con ellos –cuenta María Teresa Sosa, voluntaria del Movimiento de los Focolares- pero después las barreras cayeron. Descubrimos que los gitanos aman escuchar la Palabra de Dios, ya que siendo la mayoría analfabetos, no pueden leer». Al grupo se sumaron otros miembros de los Focolares. «La experiencia pretende crear una relación mediante gestos sencillos de “reciprocidad” –prosigue María Teresa-: conocerse por el nombre, mirarse a los ojos, escucharse, hacerse uno con el otro. Pienso por ejemplo en la celebración por el nacimiento de un niño, o en la visita a los enfermos en el hospital. También a uno de ellos le llevamos la Unción de los enfermos». Después se buscan caminos de inculturación, traduciendo en lengua romana oraciones como el Padre Nuestro, el Ave María, o el Gloria. «Cuando nos escuchan rezar, los chicos nos dicen: “Parecen gitanos”». Otro paso importante para dar visibilidad a la comunidad, ha sido celebrar juntos la Jornada Internacional del Pueblo Gitano, que ellos desconocían. Es un camino que se repite el 8 de junio de cada año también gracias a los medios. Los gitanos participan regularmente en una transmisión en Radio María en donde dan a conocer sus costumbres, y un periódico (local?) publicó una página sobre la Misión Gitana. La visibilidad adquirida ha permitido iniciar un proyecto de alfabetización en colaboración con un Instituto de formación de docentes.
Pero el puente hay que crearlo también del lado de la comunidad argentina. En una escuela secundaria que tiene como vecinos a otros gitanos con quienes no existe una relación, un profesor afrontó el tema de los prejuicios contra las minorías étnicas. Luego, algunos estudiantes de comunicación realizaron trabajo periodístico titulado “Criollos y gitanos, el inicio de un diálogo” (en este contexto se entiende que los criollos son los argentinos). En marzo, con el inicio del año escolar, se empezó el trabajo de guardarles lugar en el aula a los chicos gitanos, quienes a menudo son discriminados. A su vez, el grupo participó en la jornada de integración en la escuela. Las iniciativas son numerosas. Desde cursos de costura para chicas, hasta el catecismo para los niños. Sería imposible nombrar todas aquí . «Nuestro deseo –concluye María Teresa- es crear a nivel nacional una red de comunidades puente». El 5 y 6 de junio María Teresa irá en Roma para participar, por invitación del Cardenal Vegliò, presidente del Pontificio Consejo para los desplazados e inmigrantes, al encuentro mundial de promotores episcopales y directores nacionales de la Pastoral gitana.
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