«El texto de Chiara Lubich habla del cristiano individualmente, pero habla también, es más, todavía más, de la Iglesia. ¿Hoy más que nunca a la Iglesia se la mide en base a una doble pregunta: por una parte se pregunta: ¿La Iglesia, está totalmente impregnada del Evangelio? ¿la Iglesia, es el lugar en el que la cercanía de Dios es testimoniada, vivida, experimentada? Y por otra parte: ¿La Iglesia está cercana del hombre? ¿busca el encuentro con él? ¿es verdad que las esperanzas y las tristezas, las alegrías y los dolores de los hombres son el estilo y el ritmo de su vida? Comunión con Cristo en medio de ella y concreto dirigirse de Dios hacia la humanidad: éste es su encargo. Y su cumplimiento depende decisivamente de la medida en que el Testamento de Jesús, contenido en su Oración Sacerdotal, se realiza: “¡Que todos sean uno!”, (cfr. Jn 17, 21 ss.). De hecho Jesucristo está presente en la Iglesia de modo tal que se puede experimentar, allí dónde los creyentes son una cosa sola en su nombre, donde se aman como Él ha amado, (cf 13, 34 s.). El mundo podrá creer cuando verá que la Iglesia vive la unidad así. Y éste es precisamente el objetivo del sacerdote: ser vínculo vivo de comunión. Pero un tal servicio a la unidad y para la unidad, el sacerdote no lo puede hacer si vive aislado. Hoy, como quizás nunca antes, la credibilidad del servicio sacerdotal depende de cómo el sacerdote individualmente vive enraizado en una unidad vivida, en una forma de vida en la que el servicio sacerdotal logra ser un testimonio común, con el mismo Dios, único Sacerdote, en medio. El sacerdote, si tiene que ser especialista, lo debe ser en la communio, en la unidad. La espiritualidad y la forma de vida del sacerdote son las de la unidad. El hombre de hoy, decíamos, busca la mística y el compromiso concreto. Pues bien, vivir conjuntamente, con la mirada dirigida constantemente a Dios en medio de nosotros, en el constante empeño de tenerLo entre nosotros y llevarLo así a los cercanos y a los lejanos: esto significa ser sacerdote hoy. El sacerdote hoy. ¿Pero no es demasiado poco decir así? Quizás sea mejor decir: los sacerdotes hoy, uno entre ellos, y en medio de ellos Jesús». Klaus Hemmerle: El sacerdote hoy/1 /2 /3
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